Diciembre color blanco.

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En un diciembre blanco como la nieve se iba a celebrar mi cumpleaños, cumpleaños que no se sentía como tal, porque yo no estaba despierta.
En un diciembre blanco como la nieve se cumplía un mes desde que caí en coma también, cosa que no se sentía como algo feliz, porque no creía que hubiera una enfermedad que cansara tanto como la que tenía.
Mi madre, mujer cansada pero alegre, había estado llorando día y noche desde que entre por primera vez en esta habitación, desde la primera vez que pisé esta sección de hospital un 22 de julio y por primera vez pude escucharla feliz al oírle hablar de como mi padre, hombre trabajador y de gran corazón llegaba hoy de un vuelo por trabajo, el cual tuvo que dejar a medias por mi, por mi culpa, me contó lo emocionada que estaba de ir a buscarlo, de poder descansar un rato, de poder sentirse un poco más tranquila, porque aunque no lo dijera, yo sabía que estaba cansada de mi y de mi no comer, cansada de cuidarme siempre.
Así que cuando se fue me permití sentirme mal, por el desastre que había hecho de su vida, vida que no había podido vivir al máximo por cuidar a una adolescente obsesionada con su peso y cuerpo, la cual nunca le agradeció por lo que hacía, aún si ella nunca había pedido un gracias, ahora lo pienso y merecía más.
Creo que todos los de mi entorno merecían algo mejor que yo, una mejor hija, mejor amiga, mejor pareja, una persona mejor.
    Cuando ya se acercaba el final de la hora de visita, mis padres entraron por la puerta caoba de pegatinas con números y sin que mi cuerpo reaccionara se acercaron para abrazarme y llorar un rato, mi padre me contó como fue su vuelo y lo terriblemente cansado que estaba mientras me pedía que por favor despertara y mi madre, por el contrario me contó del encuentro que tuvo contigo antes de que el avión de mi padre llegara ¿Cómo es que tú pasaste por alto la mirada que te dio? ¿Cómo es que ni te levantaste para decirle hola, o simplemente para pedirle que por favor dejara de mirarte? Simplemente se me hizo imposible de creer como preferiste mirar las revistas con cuerpos de modelos que fácilmente me podrían haber hecho sentir peor.
    Una decepción de color blanco llegó al mi en el momento que mis padres salieron de la habitación, dejándome sola un 5 de diciembre en víspera de mi cumpleaños, con un dolor en el pecho que me hacia querer llorar, parecía que todos se habían olvidado de mi, de que yo era una persona, con sentimientos y emociones, sentí que había pasado de ser alguien para solo ser un momento de desahogo, aquel donde cuentas como te fue en el día, y tú, tú me habías roto sin saberlo ¿Cómo fue que te alejaste así de mi? Perdiendo una de las últimas oportunidades que tendrías para verme, y sin saber, perdiéndome a mi.
    Ahora entiendo que el blanco nunca fue calma, pureza, fue decepción, ese sentimiento de vacío que te deja el saber que no fue como esperabas, que nunca fue como quisiste que fuera, por eso mi diciembre blanco como la nieve no fue como la nieve por su pureza, sino por la fría decepción de color blanco brillante que todo el mundo dejó en mi corazón, incluso tú, porque te fuiste, y aún cuando más tarde volviste del viaje, yo sé que no volviste, no volviste a mi.

El colorido alguien de un mundo sin colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora