Las gotas de lluvia caían incesantemente y no podía dejar de observarlas con aprensión. Era aquel torrente de agua fría lo único que le impedía correr en su dirección. Correr como una tonta niña enamorada.
Así se sentía. A pesar de que hacía años que había dejado de ser una niña. Su corazón de mujer rejuvenecía con tan solo mirarlo. Lo había idealizado a un punto insano, y lo peor del caso era que él ni siquiera sabía que existía.
—Tonta —se reprendió nuevamente. Ya era hora de que pasara la página, y dejará atrás su absurda obsesión. Pero no podía, le costaba tanto y más cuando sabía dónde estaba en ese preciso instante.
Quería ir a ese lugar como cada viernes por la tarde, sentarse en la misma mesa, y así poder observarlo. Contemplar a la distancia cada perfecto rasgo de su príncipe encantado, y regresar a casa con su imagen nítida para luego seguir soñandolo.
—Necesitas a un hombre de verdad, Rin —se dijo a sí misma en un susurro. Y no era porque él fuese un holograma o algo por el estilo, todo lo contrario, era tan real que incluso asustaba. Parecía sacado de una mítica historia, como si fuese una deidad que se hubiese escapado.
Estaba perdida. Pérdida por un completo desconocido. Su situación era simplemente caótica, pero la prefería así. Sabía que solo era un amor platónico, que únicamente existía en su cabeza, y que no iba a matarla. Eso era lo mejor, porque no quería exponer su corazón y sufrir el rechazo.
Él era inalcanzable para ella y lo tenía claro. No tenía oportunidad, ni siquiera una mínima esperanza. Pero no le importaba, siendo sincera no anhelaba una pareja. Le gustaba su soledad, y la placentera compañía de su gato.
La lluvia finalmente pareció disminuir y Rin no lo pensó para salir. Era ese instante de viernes, todo lo que necesitaba para darle adrenalina a su monótona vida.
Rin llegó a aquel café que desde hace un par de meses frecuentaba. Había sido una mera casualidad dar con ese sitio, ya que ni siquiera estaba en su ruta y tenía que tomar un taxi únicamente para llegar, pero aun así valía toda la pena del mundo.
La muchacha camuflada lo mejor posible, ocupó su tan acostumbrada mesa y esperó expectante a que su hombre de ensueños apareciera. Sacó su libro favorito y ordenó lo mismo de siempre.
Echo unas cuantas ojeadas a su libro, para poder tolerar así la agonizante espera. Él en cualquier momento cruzaría esa puerta, con su porte imperial y, todo el lugar se sumergiría en una sala de veneración absoluta.
De mala gana tuvo que reconocer que ella no era la única obsesionada con el enigmático hombre. Parecía tener todo un club de fanáticas enloquecidas, que esperanzadas anhelaban que él las notará. ¡Qué tontas muchachas! Y ella era una de ellas. La peor si se le calificaba.
Rin suspiró un poco decaída. De verdad que estaba actuando como una desquiciada, tal vez solo debería ir a terapia y olvidar todo este asunto. Pero es que... No podía, se sentía tan idiotizada. No recordaba haber sentido algo así por alguien antes.
Obsesión. Dañina obsesión. ¿Qué has hecho conmigo? Se preguntaba. Se sentía a veces tan sola y abatida. Era una chica alegre, y solía tener muchos amigos, pero en ocasiones tenía la sensación de que algo importante le faltaba.
"Te falta un hombre" Shush, guarda silencio vocecita molesta. No necesito tus insinuaciones.
Rin empezaba a creer que de verdad esa era la razón. Porque no encontraba otra explicación a lo que sentía su corazón en ese preciso instante. Él no se presentó y ella esperó hasta que el sitio casi cerrará. ¡Tonta!
¿Dónde estaría su amor platónico? Dónde sea que eso fuese, solamente deseaba que se encontrará bien. Y aún con ese deseo en su corazón, no podía evitar sentir como si en su interior algo se quebrara. ¿Y si no volvía a verlo?
ESTÁS LEYENDO
CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN
FanfictionEl amor no siempre es un cuento de hadas, a veces duele tanto que el corazón se quebranta. Y su dulce e ingenuo corazón, cayó rendido bajo el hechizo que lo envolvió al contemplar aquella dorada mirada. Rin guiada por la casualidad o tal vez el des...