Capítulo 8

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El trabajo pareció convertirse en un refugio para Rin... Un refugio que, aparentemente, estaba matándola.

—Rin, ¿te encuentras bien? —le pregunto Hoshida, uno de sus colegas del trabajo.

La castaña asintió, de manera automática, haciendo que su acompañante se preocupara.

—¡Por dios, Rin, te ves pálida! —se alarmó el hombre, al detallar cómo el color de su rostro iba, poco a poco, desapareciendo.

De repente, todo se volvió negro para la castaña... Tan negro, que al despertar la intensa luz de que aquella habitación de hospital la hizo encandilar.

La mujer fue lentamente abriendo sus ojos, y al hacerlo por completo, se encontró sola, rodeada de puras paredes blancas. Rin quiso levantarse, pero el movimiento brusco ocasionó que se mareara.

—Tranquila —apareció una enfermera detrás de una de las cortinas, que dividían las camillas de aquella sala.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Rin, mientras sobaba su frente, le dolía mucho en esa zona.

—Te desmayaste —le explico la mujer, procediendo a tomarle el pulso —. No te preocupes, no es grave —le aclaro al ver que parecía preocupada.

—¿Q-qué tengo? —por algún motivo su voz tembló.

—Felicidades... —y luego de aquella palabra, Rin no pudo escuchar nada más.

Su cabeza palpitó nuevamente, convirtiéndose en un dolor punzante. Su vista se desenfocó, perdiéndose entre las paredes blancas, las cuales parecieron nublarse o... ¿Aquello lo provocaban sus lágrimas?

La enfermera se quedó observando con compasión a la futura madre... Aquella noticia no pareció alegrarle, por el contrario, se veía triste y desolada.

Hoshida la espero fuera del consultorio. El hombre mantuvo una expresión consternada, pero no dijo nada respecto a su embarazo. Rin le agradeció el gesto y también el hecho de que la acompañara a su casa.

—Gracias —su voz fue apenas un murmullo, se sentía débil.

Su colega le respondió que no tenía nada que agradecerle y luego se marchó, dejándola en la entrada de su edificio.

Aquel día, los escalones que llevaban a su piso, parecieron ser eternos. La mujer se detenía cada cierto tiempo, preguntándose si había sido buena idea alquilar en aquel lugar. Antes no le importaba la ausencia de ascensor, pero ahora...

Rin se detuvo por completo, ¿de verdad estaba considerando la posibilidad de tener a ese bebé?

Ella negó, sabiendo que no había manera de que pudiera tenerlo... Al entrar en su humilde morada, rápidamente se dispuso a sacar cuentas, percatándose de que realmente se había olvidado de tomarse un par de pastillas.

No pudo evitar reprocharse a sí misma su descuido. ¿Qué iba a pensar él? Que lo había hecho a propósito, seguramente, que había querido amarrarlo por ser tan irresistible, por ser tan... ¡Maldito!

Y ni hablar de la posible solución que le daría... Es que ella no quería escucharlo, porque si se atrevía a sugerir que abortara, iba a mandarlo al diablo. Y no, no iba a tenerlo, pero tampoco necesitaba de su cinismo.

Rin se derrumbó sobre la cama, llorando... Se sentía triste, su mundo parecía venirse abajo y ella no tenía fuerzas para afrontarlo...

***

Kirinmaru no se presentó en aquella junta. Sesshomaru no tenía idea de cuál era la razón de semejante falta respeto, pero no pudo evitar reclamarle al verlo.

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora