Capítulo 26

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El sol brillaba con fuerza en el cielo de la ciudad. Era un día perfecto para pasear al pequeño Ren. Sesshomaru y Rin salieron de su apartamento tomado de las manos, con el bebé en brazos.

Rin sonreía radiantemente. Estaba feliz de estar de nuevo con Sesshomaru, y de poder compartir su vida con él y su hijo. Sesshomaru la miraba con amor, y le acariciaba la mejilla de vez en cuando.

Llegaron a un parque cercano, y se sentaron en un banco. Ren empezó a balbucear y a estirar las manos hacia los pájaros que volaban por el cielo.

—¿Quieres tocarlos?—le preguntó Rin a su hijo con una voz tierna. 

Ren asintió, con el deseo de poder acariciar a aquellos pajaritos. 

—Hay que comprarle uno—le susurró a Sesshomaru al oído. 

Compraron una jaula con un pequeño pajarito, aquel pájaro no era real, era un pequeño artefacto que emitía sonidos similares a las aves, cautivando por completo la atención del pequeño Ren, quien no dejaba de apretar el artefacto para así poder escucharlo cantar. 

Luego, Rin le explicó que las aves, de verdad, tenían que ser libres y que era egoísta de parte del hombre intentar capturarlas. El pequeño, de solo un año, asintió comprendiendo un poco lo que su madre le decía. 

Sesshomaru no despegó la mirada de Rin, mientras le daba esa lección a su pequeño hijo. Sin duda era una mujer maravillosa que lo enamoraba cada día. 

Se quedaron en silencio un rato, disfrutando de la compañía del otro y de su hijo. Ren se cansó de jugar con el pajarito de juguete y se quedó dormido en los brazos de Rin, quien lo abrazaba con ternura.

—¿Has pensado en cómo vamos a criar a Ren?—le preguntó Sesshomaru de repente.

—Sí—respondió Rin—. Quiero que tenga una infancia feliz, llena de amor y de aprendizaje.

Y aunque hasta ahora habían hecho un buen trabajo, sabía que de ahora en adelante sería diferente. Ya papá no vendría de vez en cuando, sino que serían una familia propiamente dicha y eso era lo que más le gustaba a Rin. 

Ren fue creciendo cada día con la imagen de mamá y papá juntos. Eso lo hacía muy feliz, era un niño consentido por ambos padres. 

Se habían mudado a una nueva casa, mucho más cercana a la ciudad, para que Sesshomaru pudiese asistir a su trabajo, mientras que Rin era reincorporada a su antigua oficina.

La vida laboral, en conjunto con la responsabilidad de ser madre, era agotador a veces para Rin, pero esto no impedía que llegara a casa siempre con una gran sonrisa. 

Sesshomaru era muy considerado con ella y siempre la pasaba recogiendo al trabajo, justo como en ese momento:

La oficina de Rin estaba silenciosa. Las luces estaban apagadas y solo se escuchaba el sonido de la respiración de Rin, que estaba sentada en su escritorio, con la cabeza apoyada en sus manos. Había tenido un día duro de trabajo y estaba agotada.

De repente, escuchó un ruido en la puerta y levantó la cabeza. Era Sesshomaru.

—Hola, Rin—le dijo el hombre, desde el umbral de la oficina.

—Hola—respondió Rin con picardía y un sonrojo asomando en sus mejillas. Siempre la ponía nerviosa. 

Sesshomaru se acercó y la abrazó, tratando de reconfortarla por el día pesado que seguramente había tenido. 

—¿Cómo ha ido el día?—preguntó, queriendo confirmar sus sospechas.

—Bien—Rin se sintió mejor luego de que sus brazos la envolvieron—. He terminado un proyecto importante.

—Eso es genial. Estoy muy orgulloso de ti.

Rin sonrió ampliamente. Le gustaba este nuevo Sesshomaru, una versión de él, que era únicamente para ella. 

—Gracias. 

Sesshomaru la miró a los ojos.

—¿Vamos a casa?

—Sí, por favor—le contesto queriendo ver de inmediato a su pequeño hijo. 

Cuando salieron de la oficina, Rin sintió la brisa fresca de la noche. Era un alivio, luego de un largo día, finalmente respirar el aire fresco.

Durante el trayecto, Rin se quedó mirando por la ventana. Estaba cansada, pero también feliz. Estaba deseando llegar a casa y ver a su hijo, Ren.

Cuando llegaron a casa, Ren estaba con la niñera, esperándolos en la entrada.

—¡Mamá!—gritó el niño, queriendo lanzarse a sus brazos. 

Rin no necesitó otra petición y tomo en brazos a su pequeño. 

—Hola, cariño, ¿me extrañaste?

El niño asintió y esto conmovió el corazón de la joven madre. Luego de agradecer a la niñera por sus servicios, se enfocó en atender a su hijo personalmente. 

Cenaron juntos y luego, Rin y Ren jugaron en el jardín. Sesshomaru los observaba desde la ventana, sonriendo. Estaba contento de verlos tan felices. Estaba orgulloso de Rin por su trabajo y por ser una buena madre.

Sabía que todavía tenía que trabajar mucho para recuperar la confianza de la mujer, pero estaba decidido a hacerlo. La amaba y quería estar con ella.

Cuando llegó la hora de dormir, ambos acostaron al niño en su habitación y Rin le contó un cuento que lo puso a dormir de inmediato. Esa era una de las costumbres que habían adquirido antes de irse a la cama. A veces era el turno de Sesshomaru de llevar la historia de esa noche, o, por el contrario, le tocaba a Rin, pero siempre trataban de que fuese diferente, y de que la hora de dormir para el niño, fuese lo más divertida posible. 

Una vez su hijo estuvo dormido se sentaron en el sofá y hablaron un rato.

—He estado pensando—dijo Rin—. Creo que deberíamos ir de vacaciones este verano.

—Me parece bien. ¿A dónde te gustaría ir?

—No sé. Podríamos ir a la playa o a la montaña.

Luego de planear esas vacaciones improvisadas, se acostaron juntos a dormir. Rin estaba cansada, pero también feliz. Estaba contenta de tener una familia tan maravillosa.

Se quedó dormida pensando en Sesshomaru y en Ren. Sabía que tenía la mejor vida que podía desear. Aunque esta vida podía mejorar, y dentro de poco, Sesshomaru le demostraría con una sorpresa que lo mejor estaba por venir…

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora