Capítulo 5

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HOLT

Los 3 estuvimos de acuerdo en mantener a papá en el sótano. Mamá no quería alejarse de él, Julen quiere que pague por todo lo que nos hizo sufrir y a mí, no voy a engañarte, a mi da igual, tanto como si quiere matarlo como si no. No me involucro mucho en ese tema, tengo otras cosas que tratar.

Salí en la madrugada como cada noche, cargando mi pasamontañas, uno de mis arneses y mi chaqueta de cuero y por supuesto mi preciado cuchillo. He tenido en la mira a un chico desde hace un tiempo, por lo que sé, dejo a su exnovia internada en el hospital, ella misma me lo ha dicho una de las tantas veces que me la folle.

Puede que no me interese mucho en las personas y que parezca que nunca escucho lo que me dicen porque permanezco callado, pero siempre estoy atento, no podre ayudarte a solucionar tus problemas, hombre yo también tengo los míos, pero al menos escucho.

Encontré al chico caminando cerca de un callejón por el centro, lo seguí todo el camino como una sombra, él no notó mi presencia en ningún momento. Lo acorralé contra una pared y le coloqué el cuchillo en la garganta, del lado que no tiene filo, haciendo presión sobre su vena.

—Como te vuelvas a acercar a Amelia te mataré. —le dije con voz sombría—. Y si llego a enterarme de que envías a alguien más al hospital... No hace falta que termine la oración, ¿verdad?

Saque mi cuchillo de su cuello y le hice un corte en la mejilla, uno que dejaría marca, uno que haría que nunca olvidara esta noche. Lo arrojé contra la pared y él cayo al suelo rendido, su mirada estaba cargada de miedo, por poco y no se mea encima.

Sali de allí y me acerqué al bar de siempre, Vincent, el bar tender, me recibió haciendo deslizar una cerveza hacia mí, hice la seña de salud y él solo me guiño el ojo. Es obvio que le gusto, nunca lo he visto hacer eso con nadie más, yo solo lo ignoro.

Me giro para quedar de espaldas a la barra y buscar alguna presa para llevar a una de las habitaciones VIP esta noche o alguna con quien entretenerme durante esta semana.

Mis ojos se enfocaron en una chica rubia con un buen par de curvas y una cintura bien marcada, llevaba un vestido rojo apretado que le hacia un culo espectacular. Ella se me queda viendo y se acerca hasta donde estoy y se apoya sobre la barra mirándome de reojo, nerviosa, ella cree que no lo noté, pero claro que lo hice.

—Un vodka con naranja, por favor —le pide a Vincent.

—Que sean dos —le pido antes de girarme hacia ella y enfocarme en su sonrisa— ¿Qué tal?

—Muy bien... ¿tu? —titubeo, ya la tengo comiendo de mí mano.

—Pues aquí, esperando ver que me trae la noche... y apareciste tú —puse un mechón de su cabello color oro detrás de su oreja.

Ella se sonrojo y nuestras bebidas llegaron, tomamos unos sorbos y charlamos por un rato, luego la lleve tomándola de la cintura y subiendo las escaleras hasta una de las habitaciones de la planta superior, ella estaba lucida aún. Si hay algo que no tolero es a esos hombre que necesitan drogar o emborrachar a las mujeres que quieren llevarse a la cama. Estuvimos encerrados follando por un buen rato, ella se durmió con su cabeza sobre mi pecho la separe de mí y Sali de la habitación para fumarme un cigarrillo.

Solté el humo hacia el aire en el balcón seguida de una risa socarrona al ver como la rubia salía de la habitación completamente despeinada y con el labial corrido, tengo el presentimiento de que mi polla ha terminado completamente roja por su pintalabios. Mi vista se enfoco en la calle en todo momento, viendo como la noche se convertía en la única amiga que necesito.

Luego de un rato volví a la barra para encontrarme que Vin ya no estaba, apareció un momento después detrás de mí vestido con una camiseta blanca y unos pantalones de chándal, mi vista subió hasta su piercing en la ceja y su cabello desarreglado, me acompañó hasta afuera y caminamos hasta un callejón que quedaba a unas cuadras, allí me lo follé, empotrándolo en una pared, hasta que quedamos exhaustos, estuvimos así un buen rato en la noche. Lo acompañe a su hogar luego de eso, riéndome mientras lo veía caminar con sus piernas temblando como si fuera una jirafa bebé. Vincent es un buen amigo y no es la primera vez que terminamos una noche así.

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