Capítulo 5

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Hacía tiempo que no tenía algo como esto. No solo una pareja o un simple follamigo, sino un compañero.

Era surrealista pensar cómo hacía no mucho más de un mes desde que se conocieron, siendo Eli una inteligencia artificial más, con dificultades para entender y encajar entre las personas a ahora, un hombre apuesto que, a pesar de ser demasiado inocente, podía servir de algo más que de una simple compañía o consolación social. Y vaya si lo era.

Todas sus inseguridades sobre si estaba bien ver de esta forma a una máquina se habían marchitado tan pronto como compartieron aquel primer beso consentido. Después de aquel vinieron muchos más, pero en la cama, cariñosos y necesiados del otro. Claro que por muy ferviente se pusiera no podía bajar la mano porque no había nada que palpar, pero eso no le detenía de aprovechar abusando de su otra parte del cuerpo favorita, de acariciar todos los lugares que había tenido restringidos moralmente hasta ahora y de sentirlo, sentirlo todo de él.

—Buenos días— le sorprendió acercándosele desde atrás y abrazando su cuerpo, dejando descansar su nariz en el hueco de su cuello y propinando un besito lleno de afecto allí.

Sus ojos azules brillaron alegres por el nuevo comportamiento del nepalí. Si había duda hasta ahora sobre si un robot podía sentir, creo que ya está todo resuelto.

Eli dejó de lado el desayuno que le estaba preparando y se giró a devolverle el favor con un beso casto en su mejilla.

—Buenos días.

Naib no perdió el tiempo para volver a la parte más sensible del androide para conectarse, y ha de decir que se había vuelto muy bueno tras una sola noche de arrumacos. Toda la técnica la había aprendido del más bajo, luego sus besos eran de ensueño, adaptados a él perfectamente. Naib no podía hacer más que agradecer porque fuera un androide, porque estaba seguro de que no podría sentirse de la misma forma con otra persona.

—¿Te quedarás en casa hoy?— preguntó Eli mientras emplataba los gofres para su compañero y los dejaba en la mesa.

—Hoy tengo un par de entrevistas, así que me temo que no.

Se sentó en su sitio para probar la comida, aunque se notaba que estaba ligeramente desilusionado por la idea de tener que irse y dejar a Eli aquí solo. Hoy más que nunca quería quedarse con él.

—Oh, ya veo, no pasa nada— le dió otro beso en la mejilla antes de sentarse delante suya.

Notaba que, aunque el hombre artificial fuera capaz de seguirle el juego con sus apasionados besos, él no solía empezarlos. La única vez que tomó la iniciativa fue el día anterior, cuando a pesar de la torpeza reunió el coraje para corresponderle.

—He estado buscando algunas cosas en internet esta mañana.

—¿Qué tipo de cosas?

Eli sonrió tímido.

—Quiero probarlas contigo.

Oh, cuánto quería dejar los gofres de lado y hacer que Eli fuera su desayuno.

De no ser porque su cuenta estaba casi en números rojos se habría quedado, pero uno no puede vivir del paro eternamente. De todos modos valió la pena viéndole con una prenda nueva puesta. Se sentía como si fuera un tamagotchi al que tenía que atender con aquellos caprichos dado que no podía ir más lejos de su casa por su cuenta. Quería hacer feliz a Eli como fuera.

Más animado y determinado que nunca tras el beso de despedida que se prolongó hasta cinco minutos, salió con la idea de encontrar un trabajo sí o sí. Era una persona distinta, una persona lista para convertirse en el currante que mantiene a su esposa.

3li - NaibEli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora