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Se acomodó la ropa en el asiento trasero, su corazón latía descompuesto, tenía sensaciones extrañas en su cuerpo. Nunca pensó en serle infiel a Manjiro y menos en un momento como aquel pero... casi moría, casi moría y a su esposo le importaba una mierda, ella quería estar viva, no quería volver a sufrir algo semejante... se daba cuenta que la única persona de su lado era el abuelo. El abuelo tenía razón, ella no podía seguir lamentándose de esa manera, debía ser más egoísta con sus deseos y no había deseo más grande en su corazón que el dejar de amar a Manjiro Sano.
—Señora ¿Lista?— el peli plata abrió la puerta del auto subiendo nuevamente luego de hacer una llamada. Se asomó hacia atrás entre ambos asientos tomándola de la mano y jalándola hasta él para besarla —¿Se arrepiente?— aunque no hubieran consumado el acto por la salud de la señora se sentía contrariado de aquello.
Ella sonrió un poco avergonzada —No, claro que no Takashi-kun. ¿Tú te arrepientes?
—No, para ser honesto usted me gusta bastante— volvió a besarla lentamente para luego centrarse en arrancar el auto. Lo estaba pensando durante el camino, a él le gustaba la idea de ser su amante pero suponía también que debían irse con cuidado así que la discreción quizá era algo con lo que podría jugar.
Al arribar a la residencia Isobel soltó un suspiro, el corazón se le encogió con el recuerdo pero no había nada que pudiera hacer por ello, solo podía ver hacia adelante ya que si veía hacia atrás le costaría muy caro.
—Señora— un apuesto rubio le abrió la puerta del auto extendiéndole la mano para ayudarla a bajar.
Izzie no lo conocía pero supo de inmediato que eran los subordinados de su esposo. Le tomó la mano para después apoyarse en el brazo del hombre e iniciar el recorrido adentro de la casa.
Había pensado que regresar sería duro para ella pero no esperaba que al volver la casa no fuera como la recordaba; silenciosa, vacía, fría...
—Señora ¿Cómo se encuentra? ¿Necesita que le ayudemos en algo?— un hombre de cabello azabache se le puso por enfrente cortándole el camino.
—Eres...— Intentó hacer memoria, ella cuando menos si recordaba el nombre de los miembros fundadores de esa mafia —¿Keisuke-kun? O ¿Kazutora-kun?
—Keisuke Baji.
—Yo soy Kazutora, Señora bonita— les interrumpió otro hombre de cabello azabache y ojos ámbar.
—Lo siento, es solo que hace tanto tiempo que no tenía oportunidad de saludarlos...
—No se preocupe— Baji lanzó su mirada al pasillo, el doctor había dicho que lo mejor era que guardara reposo y que no se esforzara demasiado por lo que Mikey les ordenó mover sus cosas a una de las recámaras de visita en la planta baja —Se mando acondicionar una de las recámaras de visitas, se amplio y movimos sus cosas para que este cómoda.