𝔈𝔠𝔩𝔦𝔭𝔰𝔢 - ᴊ.ᴊᴋ

ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

— ¿Seguirás sin hablarme? — lo escuche detrás de mí, aún lado de la cama. Tres, tres benditos días habían pasado desde que el azabache no me dejaba salir, ya que, incluso mandaba a que me dieran comida en la cama mañana, tarde y noche. Yo odio estar encerrada, lo aborrecía y sentía que con cada segundo mi paciencia se perdía. Estaba escondida entre las sábanas, totalmente cubierta le daba la espalda observando la terraza notando el brillante sol por las cortinas levemente abiertas, podría haber escapado de ahí de no ser porque habían tres alfas vigilando aquella parte de la casa las 24 horas. — Oye.. vamos, responde. — no dije nada aferrándome a las sábanas y removiéndome un poco. — No puedes irte lo sabes lobita. — Vire los ojos, había estado usando aquel apodo desde anteayer por la noche al no saber mi nombre mientras por mi parte lo llamaba perro.

— No quiero seguir aquí.

— Podemos dar un paseo por la aldea, para que conozcas el territorio. — sentí su peso hundir la cama detrás de mi, apreté los labios.

— No quiero. — lo oí suspirar. Se levantó rodeando la cama hasta estar frente a mi, tuve que alzar la mirada para verle a los ojos y en aquel contacto mi loba le dio la espalda resentida con su lobo. Se puso de cuclillas en el borde de la cama, mi rostro era lo único que sobresalía de las sábanas.

— Bien.. saldremos. — me senté de golpe, mi loba lo miro de costado. — Pero iras conmigo y dos alfas más.— volví a esconderme esta vez con toda y cara, mi loba le dio la espalda definitiva. — Estaremos un par de horas, si quieres comemos afuera. — deje ver uno de mis ojos. — ¿Si?

¿Y se supone que él es líder? ¿Enserio?.. rogándole a una simple omega?

— Bien. — me deshice de las sábanas saliendo de la cama y caminando descalza por la alfombra hasta la puerta pero antes de abrir esta, son sus manos en mi cintura las que me detienen y sin mucho esfuerzo me levantó sentándome en el borde de la cama, lo observé con una interrogante y me mostró los botines negros antes de ponérmelos bajo mi atenta y plateada mirada.

 Fue ayer cuando llegó con un montón de bolsas llena de ropa increíblemente de mi talla, cuando le pregunté como lo supo simplemente sonrió altanero diciendo que lo sabía todo. Sus orbes dieron con los míos notando una vez más aquel destello en los suyos, mi loba giró observándole mientras ladeaba la cabeza y movía su cola de un lado a otro.

Trata de entendernos. La escuche decir, reprimí una risa de mis labios. Si realmente quisiera hacerlo nos hubiera soltado desde hace días.

Me puse de pie de un brinco cortando aquella conexión caminando hacia la puerta y escuchando sus pasos detrás en todo momento, cuando mis pies tocaron el exterior dejando atrás aquellas edificaciones sentía que volvía a mi otra vez. El pasto verde no era lo mismo al tener zapatos y no sentirlos con más claridad pero estaba afuera y me conformaba con ello. Escuchaba detrás de mi los pasos de los alfas pero traté de no prestarle atención concentrándome en tocar cada árbol que pasaba por mi lado, haríamos un picnic en medio del bosque.

— Lobita no te adelantes. — lo escuche decir, mi loba se echo panza arriba encantada por la preocupación mientras por mi parte lo ignoré por completo adentrándome más en la hierba verde.

— Como que no te hace mucho caso ¿no? — identifique la voz del moreno ahora conocido como Namjoon. No iba negarlo era un alfa atractivo pero no mi tipo, llevaba un jean negro junto a unas botas militar y su camiseta blanca adherida a su pecho dejando ver el gran trabajo de estos.

— ¿Aún no sabes su nombre? — esta vez fue el rubio, su piel era tan blanca que aveces le tenía envidia por verse tan suave, su carita era tierna pero su personalidad era todo lo contrario. Vestía de un simple buzo negro a juego con unas zapatillas blancas dejado ver la camiseta blanca debajo de aquella casaca.