ᴜɴᴏ

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«Ya no podemos hacer más, siempre es lo mismo. »

« No puedo dejarla, no lo haré.»

«Es lo mejor, moriremos de hambre si nos quedamos con ella. Mi amor por favor..»

«No puedo hacerle esto, es tan solo una niña, un bebé, nuestro bebé.»

« No podemos hacer más cariño. »

El sol brillaba en su resplandor en lo profundo del bosque, dentro de una cueva; una loba blanca despertaba con un gruñido de por medio, sus ojos púrpura con pequeños destellos dorados se acostumbraban a luz que ingresaba en el lugar, despertaba de mal humor al recordar aquel sueño. Resopló sobre sus patas acostada panza abajo, abrió su hocico y bostezo estirando su cuerpo escuchando algunos huesos crujir por la tensión, dio el primer paso saliendo de aquella cueva donde vivía desde que tenia memoria, y emprendio.

 Podría haberse acogido en una manada pero decidió no hacerlo.

 Sus grandes patas dejaban huellas en la húmeda tierra por la lluvia de anoche y parte de la mañana, cualquier animal más pequeño que la veía salía corriendo refugiándose al ser demasiado grande llegando a los dos metros con un cuerpo voluptuoso. Su caminata terminó cuando llegó al estanque -cerca a su hogar- bebiendo del agua que le ofrecía la naturaleza, sus orejas se movieron de un lado a otro escuchando a su alrededor y alzó la cabeza cuando a pocos metros de distancia escuchaba varias pisadas en su dirección. 

Pasó su lengua por su hocico mirando hacia la izquierda por donde dentro de poco aparecerían varios lobos, así que sin más, saco sus garras trepando de un árbol lo antes posible y acostándose sobre una rama lo suficientemente estable para su peso y tal como lo predijo; tres lobos aparecieron corriendo.

Acorralaban al más pequeño en el lago, supuso que se trataba de un gama por su color gris además de aquel dulzón aroma mientras los otros dos eran alfas por sus cuerpos grandes de colores oscuros, uno olía almendras y el otro a nueces. El pequeño lobo gris tembló ante los gruñidos de los más grandes, la loba observaba con atención cada movimiento, los alfas cambiaron de forma dejando a ver a dos chicos de cabello negro con ropa de seguridad obligando al gama hacer lo mismo dejando al descubierto a un joven moreno, su cabello castaño caía como cortina sobre su frente teniendo una nariz perfilada y bastante hermosa a decir verdad.

— ¿Creíste que te saldrías con la tuya Gamma de quinta? — almendra, los apodo por sus olores para identificarlos. La loba alzó una ceja internamente por cómo llamó al caramelo gris.

— Lo siento, yo..juro que no lo volveré hacer. —tembló al igual que su voz, ambos alfas se miraron entre sí.

— Tienes agallas por haberle faltado el respeto a nuestro líder. — nueces se cruzó de brazos acercándose al chico tirando de su cabello sacándole un jadeo al contrario. — Será mejor que te portes bien esta vez si quieres seguir con vida, agradece que el líder está interesado en ti. — Lo zarandeó, la loba sin querer ver más bufó llamando la atención de los alfas quienes buscaron de un lado a otro el inicio de aquel sonido, la albina se levantó de la rama haciendo que los presentes notaran su ubicación alzando la mirada, de un brinco bajo de la rama. El gamma tembló cuando sus ojos se toparon con aquellos púrpura tan intenso, a su vista para él se traba de un alfa y al no detectar su aroma no sabía si era un ella o el. — ¿Que haces aquí? ¿Quieres pelear?

Suéltenlo.

Los tres quedaron sorprendidos cuando escucharon la voz de una chica en sus mentes.

𝔈𝔠𝔩𝔦𝔭𝔰𝔢 - ᴊ.ᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora