Treinta y seis: Especial II

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Inocencia Pasional: 36


Le bastó un segundo en el que sus ojos se encontraran para que todo estallase dentro de sí.

No podía ser, no podía ser y sin embargo, lo era.

La sangre se disparó a través de sus venas, sus músculos se contrajeron, sus pulmones se aprisionaron y el aire de su cuerpo desapareció en una atronadora corriente de electricidad, ahorcando sus huesos, mientras su rostro se entiesaba y sus dedos convulsionaban sin control sobre la congelada textura de los envases de cerveza, aprisionándolos tanto que sintió que se llevaban parte de la carne de sus dedos y los dejaban al rojo vivo.

Y entonces las latas cayeron al suelo de golpe, aplastadas.

— Tú.

La realidad reventó contra su pecho y todos los sentimientos que habían empezado a ocultarse afloraron con siniestra intensidad, llenándole el pecho y sacudiéndole los músculos. La observó mover sus labios al escucharlo y abrir más los ojos, alerta.

— ¿Qué pasa? – escuchó la voz de Taeyong, pero ahora le resultaba más lejana que nunca.

Los demás susurros y risas se detuvieron y estuvo al borde de precipitarse hacia adelante cuando notó que ella se ajustaba el abrigo negro y salía corriendo del local; sus tacones resonando contra el suelo y desapareciendo en la oscuridad. Sin pensárselo un segundo más, se impulsó y salió corriendo hacia la puerta con brusquedad, siguiéndola hacia la salida y temblando de impotencia al verla entrar en un vehículo y ponerlo en marcha al instante. Sus manos revolvieron los bolsillos de sus jeans y su corazón se aceleró como loco.

— ¿Qué es lo que sucede? Yu, ¿qué pasa?

Taeyong salió embalado a tropezones detrás de él, sintiendo la presión de su corazón saliéndose del pecho. Había estado sintiendo la calidez de sus labios contra su boca y cuando abrió los ojos y sus pulmones se acostumbraron al aire, todo había cambiado a una situación que no entendía. Se desesperó al ver que Yukhei se subía a su auto con prisa y no pensó en más que subirse también y cerrar la puerta antes que el carro saliese impulsado de la arena de la playa a la autopista. ¿Qué sucedía? Su mano se extendió hacia su hombro para tocarlo y quiso hablar, pero la voz se le cortó de la garganta cuando el automóvil se abalanzó hacia la derecha y su cuerpo salió proyectado hacia adelante, apenas sosteniéndose en el asiento.

— ¡¿Qué pasa?! ¡Yukhei, ¿qué pasa?! – recalcó, aunque solo obtuvo como respuesta el sonido del motor acelerándose y otro brusco movimiento — ¡¿Qué sucede?!

— ¡Vuelve, hija de puta! ¡¿A dónde crees que vas?! ¡¿A dónde mierda crees que vas?! ¡No te dejaré ir, pedazo de zorra, no te dejaré ir esta vez! ¡¿Por qué huyes?!

Yukhei golpeó el acelerador tres veces y movió el mando hacia la izquierda, siguiendo al vehículo rojo que estaba casi frente a él. La detendría esta vez, la detendría y le enseñaría el monstruo en el que lo había convertido. Sus ojos se encendieron y se apresuró hacia la avenida, temblando cuando vio que el semáforo cambiaba su luz y una enorme cantidad de autos se colocaban justo en su delante, impidiéndole el paso. Tocó el claxon cientos de veces, retorciéndose al ver cómo el auto rojo desaparecía entre los demás y aunque sabía que no lo volvería a alcanzar, siguió apresurándose por todos los caminos posibles, gritando lo mismo con los pulmones reventándosele, mientras el agua salada se deslizaba por su rostro.

— ¡¿Qué te pasa, Yukhei?! ¡¿Quién es ella, la conoces?! – volvió a escuchar la voz de Taeyong algo quebrada a su costado — Dime qué sucede.

Siguió manejando sin despegar los labios y apenas llegó a su casa, estacionó el vehículo y se acercó todavía temblando a la estantería de tragos, sacando dos botellas de whiskey para luego meterse en la biblioteca y escuchar los pasos de Taeyong siguiéndole y la puerta cerrándose con ambos dentro. Destapó una botella y bebió un largo trago de un porrazo.

Inocencia Pasional: LuTae; LuYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora