Prólogo.

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Era una noche fría y oscura, nieve adornaba todo el lugar, se podía ver a simple vista a un hombre que caminaba por un oscuro bosque. Era alto, su cabello era rizado y oscuro como la misma noche, vestía una camisa negra, un saco del mismo color, con detalles dorados y una corbata gris, un pantalón de vestir que hacía un conjunto con todos estos, y llevaba una capa que impedía ensuciar su traje de aquella nieve, pero sin duda alguna, lo que más destacaba de aquel hombre, eras sus ojos rojos, brillantes como el mismísimo infierno con una mirada fría que no mostraban ninguna emoción o sentimiento en ellos.

Caminaba por aquel bosque, no tenía ningún objetivo en mente, solo había salido para salir a disfrutar aquella oscura velada, camino por unas horas hasta que noto algo que llamo su atención, una cabaña en medio de ese bosque, no era la gran cosa, era algo simple sin nada en especial.

"Estaría bien divertirme un rato" pensó aquel hombre.

Sin prisa alguna se dirigió hacia aquella cabaña, abrió la puerta, pero estaba todo oscuro, prendió una de las velas que estaban por ahí para tener una mejor visión pero no había ni una sola alma en aquella casa, parecía que si había gente que habitaba en aquel lugar, puesto que no había ni un signo de suciedad, investigo un poco más hasta que llego exactamente a una habitación, solo había un futon en el suelo y una pequeña canasta al lado de este, esto sin duda le decepcionó, hasta que presto más atención y se dio cuenta de algo.

Un par de aretes de cartas de Hanafuda se encontraban encima de el futon, rápidamente reacciono, sabía donde estaba, era la casa de un usuario del aliento solar, varios recuerdos le llegaron a la mente al ver ese par de aretes, el coraje lo domino y estaba dispuesto a salir de aquella casa, no quería verlo, no quería esperarlo.

Estaba enojado pero un ruido lo tranquilizó, para ser más exactos el llanto de un pequeño bebé, se dio cuenta que el llanto provenía de aquella canasta y se dirigió a ella.

Era una pequeña bebé, parecía tener un año, exactamente, la bebé no parecía asustada ante la presencia de Muzan, todo lo contrario, parecía agradarle, puesto que extendía sus brazos pidiendo que la cargara, acto que Muzan no se negó, la mantuvo en sus brazos y la observó mejor, su cabello era un de un color café rojizo, sus ojos rojos mostraban la inocencia de aquella pequeña e inofensiva bebé.

Muzan sonrió con malicia "¿Qué mejor que matar a una pequeña bebé hija de un usuario del aliento solar?" Pensó, alzó su mano dispuesto a arrancarle la cabeza a aquella bebé que a pesar de tener intención de asesinarla esta solo sonreía, estuvo apuntó de arrancarle la cabeza hasta que pensó algo mucho mejor, sería todo un desperdicio matar a una niña con ese potencial, podría servirle devotamente a el, entrenarla y hacer que su aliento ahora sirva solo a el, era un gran plan. Se llevaría a la pequeña niña y así hacer que la pequeña familia sufra, pensando que la pequeña bebé murió, su plan era perfecto en todos los sentidos, de alguna u otra forma saldría ganando.

Pero ¿Qué demonios sabía el de cuidar a una bebé humana? Muy apenas sabía como cuidar de el, no sabía como cuidarla ni alimentarla, pero eso daba igual, todo con tal de ver sufrir a aquel usuario estaría satisfecho.

Sintió que algo tocaba su mejilla, volteo a buscar la causa de esta sensación y era aquella bebé, lo miraba fijamente a los ojos, parecía como si en realidad estuviera enterada de la situación, pero era algo imposible por motivos obvios.

-¿Cuál sera tu nombre pequeña?-Hablo con voz alta, tal y como si la pequeña pudiera responder.

Esta al no entender sus palabras solo lo miraba con curiosidad, Muzan solo suspiro, cansado, se encargo de abrigar bien a la bebé, puesto que si salía sin ponerle nada esta moriría de una pulmonía y eso no estaban en sus planes, odiaba lo efímera que podía llegar a ser la vida humana, los humanos solo eran seres imperfectos, no podía llegar a ser seres tan casi perfectos como el, oh, sí solo pudiera caminar sobre la luz del día alcanzaría la perfección que desea, y algún día no tan lejano lo alcanzará.

𝑇ú 𝐸𝑟𝑒𝑠 𝑀𝑖 𝑃𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑐𝑖ó𝑛. | 𝑀𝑢𝑧𝑎𝑛 𝐾𝑖𝑏𝑢𝑡𝑠𝑢𝑗𝑖 𝑌 𝑇ú.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora