Efectos Secundarios | Madeleine x Espresso

UN PRÓLOGO O ALGO ASÍ.

-Oh, es enorme -Espresso mordió su labio inseguro -¿Seguro que entrará? -Ajustó sus anteojos -Y es tan gruesa...

-Sólo hazlo, tómala y métela -Madeleine acarició su cabello -Hemos metido cosas peores por ahí. -Le sonrió Madeleine.

Sí, ambos observaban una gigantesca rata retorcerse, el ex-profesor la sostenía por la cola amenazando con introducirla a un tubo que los conectaba con el almacen restaurante del restaurante vecino.

-Tienes un punto, tengo el presentimiento de que se atascará y estaremos en serios problemas con salubridad... Otra vez-Formó un puchero. -Pero ¿Tenemos otra opción?

-Piénsalo, el restaurante de Sandwich Cookie cuenta con gran variedad de ingredientes, sobre todo vegetales, tendrá una mejor vida, nosotros sólo podemos ofrecerle salchichas y papas congeladas porque lo único que somos capaces de preparar son hot dogs -Argumentó el rubio pensativo -Si hablamos de otras opciones... Una vez leí en internet una historia sobre un vagabundo y una rata bañada en thi...

-Me abstendré de escuchar -Interrumpió Espresso arrugando la nariz -Sueles tener las peores ideas en estas situaciones, como casarnos de nuevo cuando se inauguro esta cosa.

-¿Fue mala idea casarnos?

-Casarnos no, hacerlo en la inauguración del peor establecimiento de hot dogs en todo el mundo sí. -Cerró los ojos -Lo siento, amiguito... -Acercó la cabeza del animal al tubo -Sé valiente y elimina a la competencia. - La soltó, el siguiente sonido fueron las patas del rodeor sobre el acero correteando hasta alejarse -Por cierto, feliz aniversario. -Dijo levantándose, recorrio la cocina ajustándose un mandil rojo de plástico -Tres años...

-Feliz aniversario, cariño -Madeleine también se colocaba su uniforme, una botarga de hot dog mal lavada -Tenemos que abrir.

Así transcurrían las horas, los dias y hasta los meses para la pareja, entre clientes malhumorados, niños malcriados y chicles pegados bajo las únicas tres mesas que les quedaban.

Al final se alegraban de tener un amigo que comprendía al otro, discutir empeoraría el asunto así que Espresso con diez kilos más prefería reírse de ver a su esposo todos los días dentro de una botarga repartiendo volantes.

Consecuencias.

-Madeleine -Una voz dulce canturreó, Espresso la reconoció desde el interior de la cocina así que discretamente se acercó a la entrada del local, ese niño andaba acechando una vez más -Hace mucho que no te veía -Lo rodeó ocultando las manos detrás con inocencia -¿Qué haces vestido así?

-Es mi trabajo ¿Quieres un hot dog? -Soltó una risa para mostrarse más amable, la incomodidad era evidente -Hoy es el aniversario.

-Claro... Llevaré uno -Encogió los hombros desinteresado, entró al establecimiento presumiendo su juventud, moviendo las caderas de un lado a otro -Ah... Espresso -La sonrisa falsa se intensificó -¿Tú preparas la comida?

-En efecto, pequeño azucarado. -Cruzó los brazos orgulloso -Bienvenido al lindo restaurante que dirijo con mi amado esposo -Recalcó lo último con el ruido de una salchicha asándose de fondo -Gracias por su preferencia, especialmente en el aniversario -Con unas pinzas colocó la salchicha dentro del pan, agregó ketchup y mostaza -Casi lo olvido -Espresso caminó elegante hacia el rincón de la cocina -Estamos obsequiando pastelillos de cereza. -Entregó los alimentos al regresar

-Yo odio las cerezas -El albino torció la boca

-Ah... Que mal... -Pestañeó acomodando sus gafas redondas -¿Puedo ofrecerte otra cosa? Tenemos cerveza de regaliz.

-También odio el regaliz... -Gruñó furioso, cogió la comida para retirarse no sin antes lanzarles el dinero -Fracasados, idiotas, métanse sus malditas salchichas por el...

Boca venenosa.

Cuando regresaban al departamento se echaban sobre el sillón para mirar televisión, Espresso se recostaba agotado sobre el regazo de Madeleine comiendo frijoles medio congelados.

-¡ESPRESSO! ¡MADELEINE! -El casero pateaba la puerta como cada tarde -PAGUEN LA MALDITA RENTA -La pareja suspiró al unísono -RATAS INMUNDAS...

-¿Escuchaste algo? -Comentó Madeleine

-Definitivamente no.-Replicó Espresso acurrucándose en el pecho de su marido.

Y vivieron quebrados para siempre.