Taehyung vive en una mansión donde el sonido de un violín lo despierta en las madrugadas. Durante siete noches se embarcará en una búsqueda por encontrar al extraño músico, descubriendo así la estrecha relación que podrían tener.
La melodía se coló en su mente incluso antes de estar despierto. En su cabeza se reproducían imágenes, un tanto difusas, como si las cubriera un velo.
Podía escuchar a un corazón palpitante a lo lejos, como si estuviera sumergido en un pozo de agua, latía tan rápido y temía que en cualquier momento pidiera detenerse.
Giró su vista por todo el lugar, notando una luz dorada que bañaba por completo las paredes de...¿Su habitación?
-¡Corre!
Un grito proveniente de una voz masculina retumbó en sus oídos erizando cada centímetro de su piel y logrando aumentar su respiración.
-¡No!
La voz ajena dejo de oírse, al igual que aquel vehemente corazón. Todo estaría en un sepulcral silencio, de no ser por el violín.
Tenía las manos cubiertas de un líquido carmesí, escurriendo sin cesar hasta sus muñecas, espeso y caliente que brillaba tal como un rubí.
Con los nervios a flor de piel se giró, tratando de escapar de aquel extraño lugar, sin embargo, sus ojos recayeron en un hombre que parecía retorcerse en el piso con una espada atravezandole el pecho.
Lo miró con los ojos abiertos a más no poder, sintiendo como el hombre le veía fijamente antes de susurrarle:
-Ellos ya vienen...
Con lentitud comenzó a mover sus párpados, pues le pesaban demasiado como si tuviera piedras en lugar de piel. Sus oídos estaban semi atentos a la melodía, pero su cuerpo a penas comenzaba a despertar.
Se talló los ojos con las manos antes de sentarse en la cama.
Su cuerpo estaba petrificado, sin mover un solo músculo, simplemente dejándose llevar por las emociones que aquella interpretación le daba sumado al extraño sueño que había tenido recién.
La cabeza le estaba empezando a doler sin saber exactamente la causa, pero el violín lograba aumentar su jaqueca, solo atinó a sobar su sien al tiempo que cerraba los ojos, tratando de calmar la molestia. Estuvo de la misma manera por un par minutos hasta que la melodía cesó, envolviendo la habitación en su silencio sepulcral, pero lejos de ser calmo.
Ellos te buscan
Sus orbes se abrieron como platos al sentir un susurro bastante cerca a su oído.
Sin esperar, saltó rápidamente de su cama para correr por el oscuro pasillo hasta llegar a la habitación que correspondía a su hermano.
-¿Tae? -lo recibió con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.
-¿Puedo dormir contigo? -preguntó sin esperar respuesta realmente, pues se coló a la habitación lo más rápido que pudo.
-¿Que pasó? -NamJoon dijo con voz ronca al tiempo que se acercaba a la cama.
-Yo... Yo ... -su vista calló en el mayor -Tuve una pesadilla.
Nam por su parte le dedicó una pequeña sonrisa a su hermano antes de acostarse en la cama.
-Si, yo... -bostezó -yo también he tenido "pesadillas".
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El sol, oculto tras una gruesa capa de nubes, se levantó anunciando un nuevo día.
NamJoon no le dijo nada cuando se despertó y de hecho no le había dirigido la palabra en todo lo que llevaba del día. Cuando se sentaron en la extensa mesa del comedor nadie habló, pero Tae podía sentir la profunda mirada de su hermano sobre él, analizandolo.
En el momento en que la tarde llegó, Nam corrió a encerrarse en su habitación dejando al castaño solo y confundido ¿Qué estaba pasando con él?
Sin más opción decidió salir de la mansión a recorrer sus alrededores. Caminó hasta llegar a la parte trasera donde se encontraba su jardín.
¡Ah! Su bello jardín. En realidad, solo quedaban flores silvestres adornandolo, las copas de los árboles estaban calvas, sin aquella melena verde brillante que los caracterizaba. Había mucha maleza gobernando gran parte del suelo, sin contar con la enredadera que cubría casi en su totalidad una pared de su mansión.
Suspiró al verlo, tan solo, tan descuidado. Como un pedazo de tierra inservible.
Deberíamos contratar a alguien para que lo arregle.
Pasó sus manos por las flores marchitas haciéndolas polvo. Su corazón dió un vuelco y sus ojos comenzaron a brillar, estaba mal, algo en él estaba mal.
Una lágrima rodó por su mejilla cuando se clavó una espina proveniente de una rosa seca. La sangre brotó de su mano, pero el dolor que padeció no fué a causa de la herida, sino de un profundo vacío que reinó su cuerpo. Sollozó mientras miraba su herida, luego corrió hacia la casa.
Y, por alguna razón,sintió un pequeño Dejá Vu al sentarse en su cama.