Quinta Noche

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La oscuridad siempre reinaba las mayor parte de su habitación cuando la noche llegaba; sin embargo, en aquel momento se había tomado la molestia de buscar velas en la cocina para llevarlas consigo, de manera que al caer la noche, encendió todas.

Estaba solo, totalmente solo y acostado en su cama podía percibir que todo estaba increíblemente quieto, más de lo que podía soportar.

Sus ojos merodeaban sin parar por toda su estancia, buscando algo que pudiera estar oculto en la oscuridad, aunque nunca llegaba a encontrarlo.

Fueron horas llenas de incertidumbre hasta que por primera vez escuchó el momento exacto en que el violín comenzaba a sonar.
Su reloj marcaba las dos con cincuenta minutos.

Quizá la melodía debió aumentar el temblor de su cuerpo, pero en su lugar logró apaciguarlo.

¿Qué será?

Los minutos pasaron y a las 3 en punto de la mañana el violín cesó.

¿Quién?

El sonido de algo estampandose contra el suelo se hizo presente momentos después, cmo siempre.
Con parsimonia, Taehyung se levantó de la cama para caminar hacia su ventana temiendo encontrar algo que no quería ver.

Nada

Regresó sobre sus pasos, con la mirada perdida y divagando en su mente.

Nunca es nada.

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El cielo lloraba, al menos así lo sentía. Las gotas de agua caían con fuerza, azotando contra las ventanas de su casa, causándole una nostalgia palpable en el cuerpo.
Tenía ganas de salir y comenzar a arreglar su jardín por si solo, pero la lluvia había impedido sus planes. Sin más remedio que quedarse dentro, comenzó a buscar algo con qué entretenerse y no morir de aburrimiento.

La casa que habitaba era en realidad enorme, habían numerosos pasillos e interminable filas de puertas que lo llevaban a infinitos cuartos. Supuso que era una actividad para matar el tiempo, así que sin dudar mucho abrió la primera puerta del segundo piso, aquella que estaba antes que la de su hermano.

Miró a su alrededor, notando las cortinas bajadas, impidiendo a la poca luz del exterior llenar sus paredes. También se encontraba a una gran cama y un mueble de casi el mismo tamaño, a su lado.

Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un cuadro colgado en la pared. Se acercó para mirarlo con más atención y así notar a una pareja retratada.

Su cuerpo entero se estremeció cuando logró reconocer al hombre pintado: era el mismo de sus sueños.

La respiración se le atoró y sus manos comenzaron a sudar. El fondo de la pintura no era nada más y nada menos que su jardín.

¿Qué es esto?

Con total desconcierto abandono aquella recámara, cerrando con vehemencia la puerta, esperando que así esa sensación se quedara encerrada ahí también.

Aún después de lo sucedido, la curiosidad no lo abandonó y continúo explorando las demás habitaciones.
En algunas encontró muebles viejos; en otras, recamaras normales y un par más solo estaban vacías.

Fue en la décimo octava pieza que encontró algo... Inusual.

El cuarto también tenía poca iluminación a causa de las cortinas. Había una cama mal acomodada al fondo, una mesa con bastantes hojas de papel esparcidas en ella, un par de sillas, algunas maletas empolvadas y lo que le llamó más la atención, obligándolo a entrar, fue un objeto que yacía tirado una esquina. Sus zapatos resonaron por la madera del suelo cuando se precipitó por él. Lo tomó entre sus manos y comprobó de lo que se trataba: la funda de un violín.

¿Qué?

A pesar de estar un poco empolvada, revisó su interior para ver si encontraba algo mas.

Vacío

Una mueca decoró sus facciones antes de dejar la funda a un lado y centrarse en las maletas.
Claramente la ropa que encontró dentro no pertenecía a él o a NamJoon y sus sospechas se confirmaron al ver que estás poseían unas iniciales, bordadas con hilo dorado.

J.Jk

Todo a su alrededor se detuvo, incluyendo su respiración.
Soltó la ropa y volteo hacia la mesa.

Tomó entre sus manos una pequeña nota que encontró encima de todo aquel revoltijo de folios.

1/3/1883
El castillo del rey es muy hermoso, pero no tanto como el ser que habita en él. Su alteza, la belleza que posee no puede compararse ni siquiera con las piedras que adornan su corona

Su corazón galopaba fuertemente en su pecho y un sudor frío le recorría la espalda.

24/3/1883
Su alteza, si me lo permite, quisiera dedicarle una canción en la cena.

Arrojó el papel al suelo solo para tomar otro y seguir leyendo.

16/4/1883
Tal vez sea muy atrevido de mi parte decirte esto, pero te espero en mi habitación esta noche.

Una lágrima escapó de sus ojos, pero aún así continúo leyendo.

17/4/1883
Espero te haya gustado el regalo que te dí, disculpa si llegué a ofenderte, no era mi intención.

18/4/1883
Se que puedo estar interpretando mal las cosas, pero la sonrisa en su rostro no miente, alteza.

Con lágrimas en los ojos y un sudor bañando su frente corrió a tomar otro puño de papel, pero ya no encontró más notas , en su lugar se encontraban miles de partituras.

¿Qué es todo esto?

Pero... ¿Qué hacía todo eso en su casa?
¿Quien había habitado tal cuarto?
¿Cuando? ¿Cómo?

La cantidad de preguntas que abarrotaron su mente logró regresar ese molesto dolor en su sien, obligándolo a soltar las partituras para tomar su cabeza entre las manos.

¿Qué es todo esto?

Empezaba a oír voces susurrando que parecían venir de las paredes, quizá solo era su imaginación, pero dentro de aquel cuarto había algo extraño.

Con la mirada borrosa, sintiéndose cada vez más débil, se arrastró cómo pudo hacia la salida y antes de cerrar la puerta pudo escuchar claramente una voz familiar.

Ellos te matarán

Ellos... Pero ¿Quiénes eran ellos?

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