9: The Merge

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—¿Qué...? ¿por qué? —la joven empezó a ponerse nerviosa.

—No lo entiendes... He estado a punto de hacerle daño a gente que quiero, Winter. No soy como tú.

—¿Qué quieres decir con eso?

Karina acabó con su rostro cabizbajo. Winter podía sentir como su corazón iba a cien, como las gotas de agua se deslizaban por su cuerpo expresando las emociones que hacia tanto que no soltaba.

—Hace un año ocurrió un accidente mientras dormía. Un accidente que provoqué yo, Win, porque tuve una pesadilla y me desperté con ansiedad. Para ti aquello te habría costado unas sabanas nuevas y una secadora, para mi no. Yo quemé mi casa, y mi familia estaba dentro.

—Tu familia... —la morena interrumpió.

—No, no les pasó nada gracias a Dios. Pero yo cause aquello tan solo durmiendo, sin darme cuenta. ¿Sabes lo que es eso, Winter? —Karina miró a la rubia a los ojos mientras una lagrima rodaba por su rostro. La joven se moría por abrazarla, por quitar aquella lagrima con su pulgar—. Hago daño a las personas, soy fuego joder. Soy nociva, soy peligrosa.

—Todo aquello que sucedió no fue culpa tuya, ¡nada de esto es culpa tuya! —alzó la voz—. Que tu cuerpo reaccione así es cosa del universo que decidió darnos esta mierda, pero tu no eres... —tragó saliva—. No vuelvas a decir que eres nociva. Aunque seas fuego, sigues siendo paz. Para mí lo eres.

Karina miraba a Winter con aquellos ojos de enamorada, aquellos ojos que juró no tener hacia nadie, porque estar enamorándose de una persona presentaba emociones y era algo que no podía hacer desaparecer simplemente con frotarse las manos.

Winter la observaba de arriba abajo, aquellas manos delicadas que moría por sujetar. Ese mechon de pelo que desearía poner tras su oreja. Aquellos labios que querría besar.

—Me muero por tocar tu rostro, por darte la mano... Tan solo sentirte al tacto.

—No me digas eso, Winter... —una lágrima cayó.

—No... No llores por favor —la rubia habló.

—¿Sabes? Es paradójico —comentó Karina secandosé las lagrimas— La persona que más feliz puede hacerme, es a la que mas daño le puedo hacer.

—Tu nunca me harías daño.

—Winter... Sabes de lo que hablo.

Karina giró el rostro, pero cuando Winter pronunció las siguientes palabras su corazón de fuego se congeló.

—Si besarte me va a hacer daño, entonces elijo morir.

Winter acercó su mano muy despacio hacia Karina. La morena estaba quieta, sin decir nada. Otra lagrima cayó de ella y aunque no dijera nada, su mirada podia mostrar lo rota que se estaba sintiendo. Lo doloroso que era sentir emociones tan fuertes en su cuerpo... El amor imposible.

Pero antes de que Winter pudiera tocarla, Karina volvió a apartarse de golpe y negó con la cabeza.

—No Winter. Escuchame bien lo que te voy a decir —Karina cogió aire y miró hacia el cielo, para después mirarla a ella y continuar—. Estoy sintiendo emociones por ti que no he sentido por nadie nunca, y jamás, jamás —resaltó— podría hacerte daño, aunque sea de manera inconsciente. No me lo perdonaría. Sabes lo que ocurrirá si nos tocamos, sabes lo que pasará si entramos en contacto y por mucho que me muera por abrazarte —lloró aun mas fuerte, y Winter la acompañaba en ello—, por estar contigo... No podría hacerte eso ni a ti ni a tu familia... Preferiría desaparecer si eso significara dejar de hacerte daño.

—No, ni se te ocurra, Karina.

—Qué pasa, ¡¿tu puedes mencionarlo y yo no?! —le dijo.

—No bromeaba, Karina.

La Ley de la Naturaleza - winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora