20. Acciones extrañas

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Derrick

Voy a toda velocidad con la camioneta del anciano, esquivando coches a diestra y siniestra. Se oyen las bocinas junto a las quejas de los otros vehículos. Freno de sopetón apenas llegamos al hospital, entonces vienen los médicos cuando Sandy grita por auxilio. Rápido se llevan a su padre a urgencias y nosotros terminamos en la sala de espera.

La adorable inocente lloriquea desconsolada en una de las sillas y yo le doy palmaditas en su espalda. Luego la dejo sola un momento, para ocuparme de otros asuntos. La ciudad será enorme, pero eso no evita que mi enemigo pueda encontrarme. Regreso con Sandy y la veo rompiendo un papel de una cartelera, lo ha destruido en miles de pedacitos. Cuando me ve se sorprende e intenta disimular su acción.

Miro el tacho, luego a ella.

—¿Ocurrió algo? —consulto.

Más paso el tiempo con Sandy, me doy cuenta que tiene acciones bastante extrañas, pero la verdad no me molestan. Ella me intriga, me intriga demasiado.

—Mi padre tuvo un infarto —me recuerda, enojada.

Cambió el tema a propósito.

—Lo lamento. —La agarro de los hombros y la guío hasta la silla, ella se sienta—. Todo va a mejorar. —Paso mi dedo por su mejilla en donde están sus lágrimas—. Hay que tener esperanzas.

—Sí —susurra.

—Iré a conseguirte un té. —Me inclino para alejarme—. Ahora regreso.

Cruzo un pasillo, entonces me acerco al conserje y le doy un poco de dinero para que me recoja los pedazos rotos del tacho, luego me escondo cuando veo gente sospechosa, acto seguido marco un número en mi teléfono.

Debería aprovechar para visitar a Lorenz, después de todo elegí este hospital adrede. Ya mandé a mi nuevo socio para que se asegurara que no me delatara, pero mejor hacer las cosas por uno mismo.

Camino por el pasillo y me dirijo a la habitación del hombre al que le tiré un café caliente por insultar a Sandy ¿Exageré? Quizás, pero yo decido cómo hay que tratar a los ingenuos y engañados por mí.

—¿Todavía hacemos negocios? —Pongo un cigarrillo en mi boca mientras entro al cuarto—. Esa cara de odio no te sienta bien. Bueno, ahora nada en tu rostro queda bien —opino mirando el enojo en su gesto.

Lorenz mantiene su enfado, aunque luego se acomoda en la camilla y sonríe con tranquilidad.

—Tu matón no me convence y vienes tú, qué divertido —se burla—. Eso fue muy precipitado de tu parte, pero tienes suerte, no diré nada.

—Te ves tranquilo. —Enciendo el cigarro y guardo el encendedor—. ¿Y por qué no lo harías? Estás en el lugar perfecto para destruirme.

—¿Delatar a un Lamarck? Eso es de locos. Solo puedes hacer negocios con ellos, no los traicionas ni aunque te corten un dedo.

Me río.

—Te ganaste uno. —Soplo el humo de mi boca y le entrego mi cigarrillo—. De todas formas el olor a tabaco no atrae a las chicas.

—Pero es tan bueno. —Fuma—. El hospital es una mierda.

—Como sea, tendrás noticias de mí pronto —le informo.

—Yo que tú no salgo por esa puerta. —Mueve su mano bajo el colchón y saca un arma, me la lanza, entonces la atajo—. Hay gente que quiere matarte.

—Lo noté, gracias. —Guardo el revólver en mi pantalón.

Salgo por la otra puerta, camino con cautela, me escondo y cuando oigo algo detrás, dejo de estar alerta. Si hubiera sido otra persona se habría asustado y quizás disparado, pero yo mantengo la calma.

—Sandy —expreso al verla.

—¿Qué estás haciendo? —Me mira extrañada—. ¿De quién te ocultas? —Ladea la cabeza, confundida.

—De mi corazón —meto una excusa cursi, lo que logra distraerla de mi accionar sospechoso.

Sus mejillas se sonrojan.

—¿Tu corazón?

Sí, ese que está bien podrido.

—Me preocupa tu padre, vamos. —La hago caminar y nos alejo de los matones que deambulan cerca.

Luego de que nos informan de que el señor Miller estará bien y que solo debe hacer reposo, el conserje de manera disimulada me entrega los papeles que rompió Sandy.

Tendré que pegar uno por uno.

Tendré que pegar uno por uno

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Caballero Malvado (R#14)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora