Capítulo III

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Izuku no reaccionaba. Su corazón se sentía como si lo hubieran estrujado hasta hacerlo una masa arrugada y asquerosa.

El silencio de su habitación lo obligaba a hundirse en un mar de pensamientos, pensamientos amargos y dolorosos. ¿Acaso era su culpa? El no pidió tener un hilo del destino.

Era cruel, muy cruel. Él no quería uno, él quería estar junto a Katsuki toda su vida.

Todos sueñan con tener a ese alguien hecho espacialmente para ellos, Izuku podía decir que el también esperaba tener a ese alguien especial. Y estaba seguro de que ese alguien era Katsuki pero no era así y ahora tendría que estar separado del amor de su vida solo porque...el destino es cruel. Muy cruel.

Lloró. Lloró hasta que no hubo más que llorar, hasta que estuvo deshecho en su cama, hasta que finalmente cayó dormido.

Era injusto. Y no planeaba quedarse callado al respecto.

Los siguientes 2 días fueron una tortura para ambos jóvenes. Izuku había decidido solucionar todo, explicarle a Katsuki lo mucho que le amaba y lo poco que le importaba ir contra lo que estaba escrito.

Al entrar al salón de clases Katsuki estaba en su lugar, tenía puestos sus audífonos y leía algo que no supo reconocer. Las ojeras debajo de sus ojos demostraban que él no la estaba pasando mejor que él.

—Kacchan ¿podemos hablar—preguntó mientras le sacaba uno de los audífonos. El cenizo le dio una mirada pesada que casi y lo hizo arrepentirse de haberle hablado—por favor..

—Basta. Solo aléjate de mí—pidió o más bien, exigió en un susurro volviendo a ponerse sus auriculares y tratando de regresar su atención al libro entre sus dedos agradeciendo internamente cuando el pecoso siguió su camino.

La clase fue larga y aburrida, Aizawa hablaba sin ánimos como siempre, de vez en cuando regañando a algún alumno distraído. En cambio Izuku solo podía concentrarse en su ex pareja. Su cabello cenizo, brillante y suave, con esos picos que parecían peligrosos pero en realidad era lo más tierno que había tocado en su vida. Sus hombros ligeramente encorvados y sus ojos carmín mirándole fijamente...espera.

—¡K-Kacchan! ¿Sucede algo?—un papel fue puesto en su pupitre dejándolo confundido, lo leyó lentamente suspirando temblorosamente y al ver que era una citación para un encuentro dejó que una sonrisa caiga a su rostro—Nos vemos entonces— respondió en un susurro y esperó pacientemente a que la hora de descanso empezara.

El timbre resonó por el lugar e Izuku fue hasta su punto de encuentro esperando al cenizo. Al cabo de un rato el chico entró a la azotea, el aire moviendo su cabello con elegancia y la suave luz solar, que se filtraba de las nubes, iluminaba su ser.

Era hermoso a los ojos de Izuku.

El cenizo caminó lentamente hacia él mirandolo fijamente.

—Habla— ordenó. Sus ojos rojos se veían cansados, su rostro estaba más pálido de lo que normalmente era.

Tomo aire antes de mirar a Katsuki con enojo.

—Kacchan...¡eres tan injusto!—vio la sorpresa en los ojos del blondo, boqueaba buscando que responder pero se rindió—¿Por qué me castigas por tener algo que yo no pedí? Yo no pedí tener un amor destinado. ¡No es justo que termines conmigo por algo que yo no provoque!

Lo vio guardar silencio con una expresión sorprendida, esa sorpresa pasó a dolor casi de inmediato lastimando un poco más el corazón ya roto del pecoso.

—¡Yo tampoco pedí esto! ¡¿por qué creerías que esto es más fácil para mí?!—gritó con la voz rompiéndose lentamente. No era justo para ninguno de los dos, ninguno pidió esto y ninguno lo merecía—¡Yo no te estoy castigando! Estoy viendo por mí, porque se que nunca estaré listo para verte partir, para ver que...me remplazas. No puedo hacerlo, Izuku. ¡No puedo!

Nuevamente no había más ruido que el suave soplido del viento y los jadeos temblorosos del rubio quien miraba al suelo con los puños apretados, al punto de que sus nudillos pasaron de rosaceos a blancos.

—Kacchan...— intentó acercarse pero fue apartado de un manazo fuerte

—Dejame. No lo hagas más difícil para ti...ni para mí— lo miró y como desearía nunca haber visto esos ojos tan rotos, esa mirada tan determinanda echa trizas por una hecho tan cruel—Izuku... aceptémoslo. No estamos destinados a estar juntos... así que no lo intentemos forzar. Porque ambos saldremos perdiendo..

Y sin dejarle responder empezó a bajar las escaleras rápidamente. Ignorando los llamados llenos de llanto y dolor que se escuchaban detrás suyo. La voz del pecoso gritando su nombre de esa forma tan dolorosa le arruinaba el corazón.

¿Pero que más podía hacer? ¿Luchar? ¿Por qué lucharía? No había nada con que pelear. No había que salvar, no había nada que seguir.

Ambos sabían eso, ambos sabían que si continuaban sería ridículamente doloroso, ambos terminarían perdiendo y probablemente el más afectado será Katsuki.

Porque aunque Izuku no allá encontrado el amor destinado en él, Katsuki estaba 100% seguro, de que él, sí encontró su destino en Izuku.

Maldito sea el destino.

La noticia de su ruptura voló como la pólvora por el lugar, sus amigos intentaban descubrir el porqué de tal desfortunio, pero ambos se veían reacios a hablar sobre eso.

Y al principio llegaron a la conclusión de que Katsuki ya no lo amaba, de que Izuku perdió el afecto que tanto luchó pero, esa teoría fue descartada con el pasar de los días, pues, era imposible ignorar el dolor en los ojos carmín, y el amor que un estaba intacto en su ser.

Ambos se amaban perdidamente pero, no estaban juntos.

Pensaron en entrometerse, pero al primer intento acabo con Katsuki no hablándoles casi 2 semanas y una fuerte regañada de Izuku. Prefirieron mantenerse al margen. Ellos arreglaran sus diferencias juntos.
O al menos, eso esperan ellos.

Nuevamente, una pelea se formaba en el salón de clases. Katsuki gritaba que se le dejara en paz e Izuku insistía en que las cosas no debían ser así. Se volvieron algo normal en las clases pero parece que está vez...alguien salió ganando.

—¡Tu sabes que no me importa! ¡Tu sabes que mataría y moriría por ti— gritó el pecoso mientras sostenía los brazos se Katsuki, buscando únicamente retenerlo a huir como siempre hacía. No quería seguir discutiendo, pero no quería perderlo

Lo vio intentar hablar, abrir la boca para resongar y defenderse de alguna forma. Pero lo evitó uniendo sus labios con los contrarios, un suave suspiró abandonó a Katsuki al sentir la calidez de su ex pareja después de tanto.

—Basta...Deja de buscar lastimarnos, Katsuki— al escuchar su nombre, una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo y sus mejillas se enrojecieron. Pero rápidamente se dio cuenta de la situación e intentó liberarse otra vez—¡Basta ya de huir y entiendelo, Katsuki Bakugou! El destino ¡No me importa!

Quería creerle, realmente que sí. Pero tenía miedo. No quería ser lastimado, no quería que todo acabara de la peor forma.

Esos ojos verdes, esa determinación que había abandonado hace tanto sus ojos, brillaron nuevamente. Su corazón se aceleró y su mente se quedó en blanco. No podía dar una respuesta verbal y solo dejó al peliverde continuar.

—Que se joda el destino. Por ti...estoy dispuesto a pelear contra él.

Maldito sea el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora