Capítulo IV

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Es una tontería, o al menos así lo siente Katsuki, pero al ver esos ojos suplicantes, no pudo decir que no.

No pudo negar que su ser saltó de alegría al escuchar las últimas declaraciones del peliverde, de la promesa que esta conllevaba. No pudo negarse y el arrepentimiento era algo muy probable pero por ahora, se dedicaría a disfrutar como era feliz nuevamente.

La relación después de esa prueba tan grande solo fue subiendo, o al menos así lo veían los externos. La realidad es que, no mejoraba mucho.

Los celos fue lo más notorio. Antes a Katsuki no le importaba pero ahora, se exaltaba fácilmente. Sentía desfallecer cuando Izuku le sonreía a una chica o chico de forma amable, sentía un terror helado recorrerle la columna y un sudor frío deslizarse por su piel.

Los reclamos no faltaban, las discusiones eran cada vez más acaloradas y las palabras un poco más hirientes.

Pero, ambos se negaban a soltarse. Se amaban demasiado como para soltarse después de tanto sufrimiento.

Todo mejoró, sí. Pero no fue hasta como 1 año después que las cosas bajaron gradualmente y la relación finalmente empezó a subir íntimamente.

—Kacchan, debes comer un poco. Has estado estudiando todo el día— regañaba un molesto pecoso a su pareja la cual, como se menciona, no se había movido de su habitación por estudiar para los finales de 2A—Bien. Me cansé, te levantas ahorita y vamos a comer

Sin más le cerró el cuaderno y antes de que se pudiera quejar fue alzado como costal de papas, deleitandose con la melodiosa carcajada que soltó su amor. Así fueron hasta la cocina, lo sentó en el mesón antes de buscar algo con que alimentarlo. Algo que no implique prender la cocina..

—Maldito. ¡Sabes que estos exámenes son importantes! Tengo que estudiar..— reclamó pero aún así abrió la boca cuando se le estiró una cucharada de yogurt de mora

—Me prometiste que hoy sería NUESTRO día, Bebé. Cumple tu promesa...—al ver como fruncia el ceño y abría su boca para contradecir algo dicho, aprovechó la abertura y le metió otra cucharada riendo ante el quejido que soltó.

—¡Ugh! Bien. Te daré la atención que quieres...— una sonrisa algo coqueta se posó en los labios del blondo. Su pie desnudo se estiró acariciando el pecho y abdomen cubierto de su novio de forma lenta, sintiendo los relieves que se marcaban ante el movimiento de la tela de algodón—¿Qué tipo de atención quieres, Deku?— su tono hizo que los colores fueran directamente al rostro del mencionado.

El Yogurt a medio terminar quedó ahí, mientras Izuku volvía a cargar a su pareja y con risas divertidas fueron a la habitación de este.

Entre palabras de amor, sudor y algunos gemidos, ambos unieron sus cuerpos toda la noche. La cama resonó por la habitacion al igual que los choques de pieles y uñas cuantas risas o susurros llenos de alegría y amor.

Porque eso es lo que está pareja merece después de todo. Es el final que ellos merecen.

Pero, Maldito sea el Destino.

La boda fue encantadora, las palomas liberadas que volaron por los aires, la música clásica y las felicitaciones de todos los invitados.

Pero más importante, la felicidad de los novios. Katsuki Bakugou ahora era Katsuki Midoriya, Pro hero Dynamigth casado con el Pro Hero Deku.

Las noticias volaron, la gente se volvió loca al ver como Katsuki, un héroe de apariencia tenaz, entraba con un rostro tan dulce a la iglesia. Sus mejillas rojas y su cuerpo forrado en un traje blanco que resaltaba sus atributos. Lo que no fue sorpresa de nadie, es el hecho de que Izuku se puso a llorar apenas lo vio.

Maldito sea el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora