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Estaba intentando acelerar el paso, aún con todo ese alboroto del próximo evento Halloween, necesitaba la ayuda de Jack.

Tenía que buscarlo, puesto que si no apuraba seguramente se percatarian de que Sally no pertenece aquí y entonces me temeria lo peor...

Ella había caído en la enredadera y tontamente no pude ayudarla debido a mi invalidez. No me percate de esa maldita mala yerba y termino llevándosela.

Lo peor podía ser que no llegase a tiempo y...no, no debería volver a ocurrir; no como la última vez.

Mi silla de ruedas avanzo a la máxima potencia, aunque no era lo mejor al menos podía moverme. Con suerte llegaría en 15 min.
Y con suerte podría encontrar a Jack...

----Mientras tanto----

–¿Ya me dirás tu nombre preciosa?

Me llamo Sally...por favor, solo pido que me dejes ir...

Ya no tenía aliento, había gritado y pataleado por tanto tiempo a causa del daño que me estaba haciendo...esa cosa ni se inmutaba y parecía verme con lascivia mientras me retorcía en aquella mesa.

Y es que el supuesto juego al que me ví obligada a estar se trataba de tirar sus dados y dependiendo del número apostar, él haría una cortada en mi cuerpo.
Claro, le atrajo tanto verme tan marcada y aún seguir viva qué decidió regalarme más cicatrices.

Ojalá nunca hubiera cruzado esa puerta, ojalá hubiera muerto aquella vez, ojalá nunca hubiera nacido...

Aún con todos estos pensamientos explotando en mi cabeza mi cuerpo no cedía, se encontraba firme tratando de no derrumbarse.

Habían sido tantas cortadas las que me había hecho ese monstruo, incluyendo mi rostro. Yo solo me retorcía del dolor, mis mejillas y cerca de mis ojos goteaban de sangre.
Parecía divertirle toda esta situación y sobre todo por qué yo era humana, él se percató de mi verdadero ser; por eso yo estaba aquí a su merced.

Y es que para él los humanos son nada...escoria que solo sirve para satisfacerlos a ellos...que va, a él solamente.
Porqué no todos eran así ¿Verdad?, ¿O acaso Jack también tendría ese lado retorcido ante los humanos?

No podía ser eso...de ninguna manera quería aceptar esa idea, no con lo que viví esa noche a su lado.
Y es que él y la mayoría de monstruos en la ciudad de Halloween parecían disfrutar de la compañía de los suyos sin la idea de hacer daño a otros...me negaba a aceptar la idea que todos fueran iguales.

Por que en esta vida siempre habrá gente mala y gente buena. Así como habrán monstruos buenos y monstruos malos.
Podía sonar irónico pero era verdad. Por más inhumano o espantoso que pudiera sonar, no todos los seres eran iguales, no hay razón para generalizar.

Él sonido de su risa nuevamente me trajo a la realidad...

–Ya basta de juegos, esta vez voy enserio primor.
Verás, tuve una grandiosa suerte al toparme contigo, que va; te pude oler desde que llegaste, los humanos tienen ese algo que los diferencia de nosotros y es la "culpa". ¿Puedes creerlo? Será que en nosotros ya no existe esa culpa debido a nuestras fechorías? ¿A nuestra manera tan retorcida de morir? O a la sed de venganza que todos tenemos—dijo mientras se relamia los labios.
Dime cariño, ¿Cuál es la culpa con la que cargas?

No tengo porque darte explicaciones...lo que yo sienta y haga es cosa mía.

–Bien, espero que replantees tu respuesta pronto, porque de mientras vas a escuchar una pequeña historia.
Y al terminar, despídete—dijo mientras me daba un beso en la frente con tanto desprecio.

Este monstruo con forma de saco de papas estaba cantando una historia donde mencionaba el día que llegó al infierno. Sin embargo, terminaron desterrandolo cuando estaba a nada de llegar al trono.

¿Qué rayos eres...?—Le grite con firmeza. Estaba a nada de romper en llanto...

–Soy tu peor pesadilla. Aunque anteriormente en el infierno todos me veneraban y conocían como el el mejor demonio, incluso mi voz tan magnífica no podía ser comparada con ninguna otra.
Pero un día ese maldito de 7 bocas me desterró por ser el supuesto legítimo "rey de todos" el supuesto ser que podría aterrorizar a cualquiera y termino  desterrandome a este lugar tan patético, este lugar donde me tienen enjaulado como un perro.

En fin, ahora ya no importa ese mal nacido, puedo recuperar mi grandeza justo ahora, empezando por ti preciosa. Atrayendo la atención del queridísimo Jack...tal como le robe a su preciada Victoria hace siglos...

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Que fuerte que fuerte que fuerte que fuerte que fuerte dijera el conway

~Cookie

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