Capitulo 3: Matandome

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Al día siguiente, llegué muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado mi amiga eso que siempre es la primera. Encendi el
ordenador y revisé mi correo habia uno
marcado como importante, en el que me
recordaban que a las 4 debía entregar las
fotos para el folleto de un nuevo perfume de.

Genial! - exclamé en voz alta, yo con las
hormonas hasta el cielo y encima tenía que
pasar al menos dos horas eligiendo fotos
sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les diprioridad. A la una salí a almorzar con Henrietta que me estuvo platicando, emocionada, que estaba preparando la fiesta del cumpleaños número tres de su pequeña, justo una conversación como esa era la que necesitaba. algo completamente inocente que mitigar a mis bajas pasiones que seguro aumentarían a la hora de estar escogiendo las fotos para el dichoso folleto.

Al regresar, me encerré en mi oficina y me
dispuse a hacer el trabajo que había estado
postergando toda la mañana, después de
revisar miles de fotos para elegir las diez
que aparecerían se me ocurrió una brillante
idea.

Como el lugar donde las llevaría estaba
un poco alejado, le diría a mi jefe que ya no
regresaría y llamaría a aquel extraño para
volver a encontrarnos, no podia demorario un día más, me urgia volver a sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos en mi boca y su olor embriagándome.

Eran las 5:15 cuando salí del edificio donde
llevé las fotos, no entendi como es que me

citaron a las 4 y me hicieron esperar 45
minutos para recibirlas. En cuanto estuve en la calle saqué el móvil y a toda prisa busqué su número y lo marqué, escuché el primer repique y mi corazón se aceleró al 100%

-Hola-escuché decir a esa voz aterciopelada que me alteraba.

-¿Estás libre esta noche?-dije, pero, esta vez
con un tono sensual, tentándolo.

-Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿te
parece?

¿No podría ser más temprano?, ¿a las 6:307
estaba necesitado y se lo hice saber.

-Lo siento, me es imposible a esa hora.

-Vale, entonces a las ocho-no me quedó más
remedio que aceptar.

-A las ocho, en el lobby, cerca de los elevadores.

Y volvió a colgar primero, sin darme tiempo
a decir algo más, en ese minuto me arrepentí de haber mostrado mi urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos, yo tendría tiempo suficiente para ir mejor esta vez. Le hice la parada a un taxi y le indique el domicilio de mi departamento.

Al llegar, me dirigí al armario y saqué un traje negro y su camisa negra, para esta ocasión era perfecto. Abri el cajón de la ropa interior y por más que revolvi, no encontré prendas lo suficientemente sensuales, miré el reloj y faltaban quince minutos para las seis, así que tenia tiempo de sobra y me dirigi hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de mi departamento.

Mientras caminaba pensaba que estaba
completamente loco, cómo era posible que
estuviera yendo a comprarme ropa, sólo
para tratar de impresionar a un completo
desconocido que seguramente conocía miles
de modelitos de todos colores y formas.

Suspiré un tanto desilusionado, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conocí y para él yo era uno más en su lista.

Entré a la tienda sacudiendo mi cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Me miré al espejo y casi no me reconoci, me
habia peinado el cabello y me había vestido
mejor que de costumbre, con un traje elegante que llevaba un par de años guardado en el armario.

Dulce tentación  ×Creek× [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora