Capítulo 5

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Martes 24 de febrero de 2015

Me levanté temprano por la mañana, como siempre bajé a desayunar con mi familia, la cual solo incluye a mi madre y a mi. El desayuno pasó rápido, unos panqueques con un vaso de jugo de naranja un poco agrio pero la comida era lo menos importante, lo más importante era mi madre, una dulce platica con ella mejoraba cualquier momento.

Después del desayuno volví a mi cuarto. Tomé una toalla y un par de boxers y entre al baño dispuesto a darme una ducha. Mientras el agua tomaba temperatura me quité la ropa y me dediqué a ver mi rostro. Estaba pálido, acabado. Los círculos alrededor de mis ojos que demostraban las noches sin sueño eran demasiado visibles, mientras observaba mi rostro no podía dejar de pensar en Victoria. ¿Cuándo se daría cuenta que la solución es de otro modo? Suspiré. Aún recuerdo la primera vez que lo hizo.

Tan solo íbamos en sexto grado. Solo éramos ella y yo contra el curso, pero más importante. Contra el colegio. Recuerdo notar a Victoria distante, como si su cuerpo estuviera conmigo pero su mente estuviera en su propio mundo. Pero nadie, ni ella misma...Sabía de lo que sería capaz. Ella siempre había dicho que nunca intentaría quitarse la vida. Por que uno de sus mayores miedos era la muerte. Pero para ese momento...su peor miedo era seguir viva.

La tarde estaba nublada, Victoria estaba en mi casa haciendo un trabajo cuando su celular sonó. Ella dijo que era su padre y que tenía que volver a su casa. Pensando que llegaría a salvo me despreocupé.

Pero lo que nadie sabe...es lo que pasó cuando llego a su casa.

Victoria entro a su cuarto y sin pensarlo dos veces entró en su baño y cerró la puerta olvidando cerrar con seguro. Abrió uno de sus cajones, el segundo para ser exactos.

Tomó una de las muchas navajas que ahí escondía y tomo un respiro profundo.

Suavemente presionó el metal contra su piel mientras hacía una mueca de dolor ante la sensación.

Mientras deslizaba la navaja a lo largo de su muñeca ella miraba atónita las gotas de sangre que escurrían de su antebrazo hacia sus pantalones blancos.

Empezó siendo solo uno. Pero después fueros dos, tres y fueron aumentando hasta ser como mínimo 20 cortes.

20 cicatrices de guerra.

¿Saben ese sentimiento que surge cuando uno piensa que algo anda mal?

Ese mismo sentimiento no abandonaba mi pecho. En ese momento recibí una llamada, era la madre de Victoria. Ella lo había echo.

Había intentado quitarse la vida.

Después de recordar uno de los días más dolorosos de mi vida me metí a la ducha. Al instante de hacer contacto con el agua sentí una punzada inmensa de ardor que provenía de mi muñeca. Los cortes.

¿Como tolera hacerse esto? Ella dice que siente alivio pero lo único que trae es...dolor.

Lavé mi cuerpo y mi cabello para después salir de la ducha y vestirme.

Al llegar al colegio tenía la extraña sensación de que algo me faltaba.

Las primera clase era inglés con el profesor Mathews.

Como siempre, era aburrida. Justo antes de que la campana sonara el profesor se dedicó a tomar asistencia.

Una lista de apellidos fue dictada seguida por un "Presente" de cada estudiante.

¿Korns?- dictó el profesor con su usual voz nasal y la pereza que esta demostraba.

Presente profesor.- contesté yo con la misma pereza.

¿Victoria Anderson?

Victoria...Eso era lo que faltaba.

Corrí hacia su casillero desesperado. Lo abrí y sentí mi corazón subir a mi garganta.

Navajas...

Mierda.

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