Arrastrarse a la muerte

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Las reuniones familiares siempre terminaban con un sentimiento agridulce para él, al menos desde que tenía memoria. Hay primos y familiares que no soporta, algunos que le gustan y otros que solamente tolera.

Cuando hace memoria, se encuentra mezclando cosas que sucedieron en algunos encuentros con otros; la familia Greyjoy se reunía una gran parte del tiempo, aunque la finalidad no era otra más que intercambiar veneno.

Hay una reunión que recuerda muy bien, en la residencia que pertenecía a su abuelo Quellon; no tiene las memorias tan claras como quisiera, pero recuerda la esencia de lo que sucedió aquella noche.

Sus padres acababan de alabar a sus hermanos, dejándolo a él de lado una vez más. Rodrik, el mayor de los herederos Greyjoy, valiente, fuerte e intrépido, Maron, violento, aguerrido, estoico en su hablar, Asha, la única chica, con más valor que cualquier hombre y palabras directas, jamás se iba por las ramas, e inteligente, a diferencia de sus hermanos.

Y después estaba Theon, el pequeño Theon, el menor de la camada, el chico con ojos grandes que lloraba con facilidad casi dramática, tímido para hablar, pero agresivo cuando se sentía intimidado, aunque el valor raramente le duraba mucho, una bofetada bastaba para hacerlo retorcerse y retroceder. Nunca fue persistente con su ira, a pesar de que era explosiva. El niño impulsivo que todos tenían que cuidar para que no se cayera y terminara llorando por creerse valeroso.

El chiquillo que mordía cuando se sentía atacado, el que corría y se cansaba fácilmente, quien era el objetivo de burlas, el escurridizo que ponía excusas y necesitaba protección de sus hermanos o su madre.

Frente a todo el mundo, él sabe que sus hermanos siempre fueron, y siempre serán los fuertes, los que tienen triunfos, un futuro brillante en términos de su cultura. Después de todo, siempre fue sabido que ellos serían los herederos de las riquezas y los negocios Greyjoy. Aunque, si entendía bien las cosas, sería Asha la que llevaría las riendas del asunto, o tal vez se repartirían las cosas entre los tres.

Él claramente no estaba incluido, a pesar de siempre presumir y decir frente a todo el mundo que algún día se rodearía de una fortuna y cosas increíbles, no hay nadie que dude eso más que él mismo.

De todas formas, si alguna vez supo que él iba a estar más que apartado de su familia, fue en esa reunión que recuerda a medias.

Theon estaba escondido en un pasillo oscuro, donde nadie lo podía ver. Los pasillos de la casa donde hasta el presente se reúne la familia es grande, hay cuartos a cada lado, pero en aquel entonces, en aquellas recámaras no había ni un alma adentro.

Solo él y la oscuridad.

Todo el mundo estaba en la sala, hablando unos entre otros, teniendo las típicas conversaciones adultas, nada más que rumores y púas mal escondidas, indirectas que él era muy joven para comprender en ese momento, y que, si hubiera tenido la opción, habría escogido no entender jamás. Su curiosidad siempre le costó grandes precios.

Sus hermanos también estaban pasándola bien, incluso si él no estaba ahí, era un poco triste.

Fue un momento de inseguridad y de celos lo que lo llevó a ese rincón en negrura del frío pasillo. Desde que tiene memoria recuerda ese pasillo, esa casa, pero extrañamente, nunca se sintió como si fuera un lugar al que estaba conectado.

Entonces se acurrucó, paciente y con las manos temblando.

Estaba sentado en el suelo, esperando, solo esperando, todo en el mundo parecía desenvolverse con normalidad. Cómo si aquella longitud sin iluminación hubiera sido ajena al universo normal.

Y se dio cuenta de que, para todos en la familia, no importaba si él estaba ahí o no. No cambiaría nada, todos estaban en su propia burbuja, y Theon nunca perteneció a ella.

BRUTAL (Thramsay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora