BRUTAL (Thramsay)

¿Sal o cerillos?

Cuando Theon era apenas un niño sin conocimiento del verdadero peligro, riéndose inocente sin pensar dos veces antes en su propia vida, solía jugar con los cerillos que encontraba cerca de las cajetillas de cigarros que sus padres fumaban en cada oportunidad, le gustaba prenderlos en fuego y gastarlos hasta el máximo punto.

Asha, como una buena hermana mayor que se preocupaba por el bebé de la manada, siempre se lo prohibía o lo sermoneaba acerca del daño que podría significar para él, pero no la escuchó.

En cada oportunidad que encontraba, lograba arrebatar unos pocos cerillos y ver la llama arder en la madera delgada; seguramente si hubiera sabido como prender los encendedores eléctricos, lo habría hecho, pero él solo sabía como crear fuego con la fricción de los cerillos y una de las esquinas de la caja. Realmente lo divertía, aunque jamás logró entender porque había tanto atractivo en ello.

¿Era por que su hermana se lo había prohibido? ¿Le gustaba el fuego? ¿Solo encontraba entretenido el proceso de encender? No encontró respuestas, no las necesitaba, todo lo que le importó en aquel momento era divertirse. Era un niño, y los niños solo piensan en mantenerse ocupados sin malicia, nunca teniendo en cuenta las consecuencias que los adultos sopesan en sus pechos con temor durante las noches de insomnio.

Al menos hasta que una ocasión, tal vez con cuatro años o poco más, no está del todo seguro, sujetó mucho tiempo el cerillo y terminó quemándose la punta de los delgados dedos, creando así un temor que logró durar varios años.

Recuerda el momento casi a la perfección, o al menos cree recordarlo bien, con tantos años de diferencia, es normal que encuentre ciertas discordancias, después de todo, no tiene la mejor memoria de su familia. Estaba presumiéndole a Harras Pyke que podía hacer fuego, quería ver la expresión de sorpresa en su rostro, tal vez ver el asombro, era muy joven para entender que si lo hacía seguramente Harras hubiera actuado sorprendido para después reírse de ello a sus espaldas con algún otro familiar.

El pequeño Theon sintiéndose especial por saber encender unos cerillos. Una gran broma.

Fue el mismo proceso de siempre, lo había hecho muchas veces antes, pero esa ocasión, en búsqueda de pasar sus límites y llegar a crear más impresión en su familiar quiso sostenerlo durante unos segundos más, de forma que el extremo de sus pequeños dedos resintió el calor y -como cualquier persona- tiró al suelo la causa del ardor con un gemido tal vez más alto de lo que debió ser.

No tuvo vergüenza por ello, todo lo que pensó fue en como había creído que jamás se quemaría, pero de todas maneras lo hizo. Su mente no había llegado al acuerdo de tener la posibilidad de lastimarse de tal forma, puede que en esa época no conociera verdaderamente lo que era el ardor, tan inocente, sin imaginar que, en un futuro, el ardor y la quemazón sería lo único que sentiría la mayor parte del tiempo, puede que hasta el punto de volverse adictos a tal sensación que tanto lo asustó en aquel momento.

Después de ese pequeño incidente con el fuego, desarrolló cierto temor hacia las llamas y todo lo que tuviera que ver con ellas, no algo excesivo, pero dejó de usar cerillos y encendedores, de todas formas los últimos eran demasiado difíciles de manejar, jamás dominó el uso de ellos.

No lo dijo en voz alta, pero en sus adentros juró que jamás volvería a usar las flamas o a siquiera acercarse a ese calor que tanto lo había atraído durante suficiente tiempo como para engañarlo y lastimarlo con la guardia baja, durante mucho tiempo se negó a prender las estufas o volver a jugar con ese tipo de cosas peligrosas.