ME, MYSELF AND I Jensoo I •Adaptación•

Capítulo 4

Es una idiota, pensé molesta, ahora sí que lo estaba.

Flashback

-¿Estás saliendo con ella y con Rosé al mismo tiempo? -le pregunté con tono molesto a la chica aunque la respuesta era obvia, porque afuera del centro comercial ella intercambiaba saliva con alguien que no era precisamente Rosé.

-Yo... no es la que parece, Jennie -me respondió totalmente nerviosa.

-¡Eres una basura! -le dije con asco-. Rosé te quiere como no te imaginas y tú te atreves a hacerle esto.

-¡Cállate!, eres la menos indicada para hablar de esto -se armó de valor -. Se dicen muchas cosas sobre ti -me acerqué peligrosamente a ella, lista para arrancarle el cabello-, muchos dicen haberte visto pasar por su cama -ella sabía perfectamente que eso es falso.

-Mira, escucha y habla lo que quieras -la señalé con mi dedo índice y con una sonrisa burlona es mi labios-. Pero si te acercas a Rosé de nuevo, será sólo para decirle lo que sucedió con esta tipa -moví mi cabeza para referirme a la tipa que intimidé y con la mirada gacha esperaba junto a la hora ex novia de Rosé -. Si no, yo misma me encargo de ti- la miré fijamente-. Sabes de lo que soy capaz y que no estoy jugando.

Fin del Flashback

-Yo no soy la que está tirando quince años de amistad a la basura -dije molesta mientras caminaba de regreso al baño.

Me deshice de mi ropa para poder entrar a la ducha, dejé que el agua tibia recorriera mi cuerpo y relajará mis músculos, eliminando el estrés y el enojo de mi cuerpo, estuve dentro por varios minutos hasta que creí que ya era hora de salir del agua. Envolví mi cuerpo en una suave toalla blanca, después coloqué otra en mi húmedo cabello para que secara más rápido.

Abrí mi closet para elegir algo de ropa, dirigí la vista hacia el reloj de mi habitación, 07:10 pm, aun tenía veinte minutos para llegar al partido.

No necesito a Rosé, no necesito a nadie, pensé orgullosa, volví la mirada al closet y tomé la camiseta del equipo, era de color verde militar con unas franjas amarillas, la giré y pude ver el gran número 91 con el nombre "Bae Joo-hyun".

-Creo que ya no podré usarla más-musité en voz baja para dejar caer la camiseta.

Me puse algo cómodo pero al mismo tiempo conservando mi estilo, unos jeans entubados, una blusa un poco suelta pero con un buen escote y al mismo tiempo dejando ver mis increíbles curvas. Acomodé mi cabello, lo dejé suelto dejando ver las ondas naturales de este, el maquillaje como siempre, ligero, pero esta vez coloqué un poco más de delineador negro, ricé mis pestañas y brillo labial sabor fresa, miré el reloj nuevamente, 07:25 pm, increíble, tiempo récord, pensé. Tomé mi bolso y bajé las escaleras dando pequeños brincos, llegué a la cocina para avisarle al personal de limpieza que saldría, igualmente le dejaré un recado a mi madre, como siempre, para avisarle que salí.

Tomé las llaves de mi auto y me dirigí a la salida, al salir, vi a Rosé recargada en su auto, miraba hacia el piso.

La ignoré y caminé hacia mí auto que se encontraba al lado contrario del de mi amiga.

-Lo siento -escuché que dijo detrás de mí mientras abría la puerta de mi auto-, no quise decir eso -se me estrujó el corazón al escuchar decir eso.

Ella era la persona que más apreciaba en el mundo, la que me hacía sentir querida, apreciada, la única persona, y que ella me haya dicho eso en el tono que lo hizo, realmente me había herido enormemente.

-Pero lo hiciste -volteé a mirarla-. Sabes lo importante y especial que eres para mí, no te imaginas lo mucho que me duele que TÚ me digas algo así -no iba a ponerme a llorar ahora.

-Es serio Jenn, discúlpame, es que ella en serio me importa -su mirada me lo confirmaba.

-Y yo ya te lo dije, despreocúpate por eso, no me entrometeré nunca más en tu vida -volví a girar hacia mi auto, conteniendo las lágrimas cerré la puerta y me fui.

Nunca me había molestado de esta forma con ella, como todas las "amigas" habíamos tenido discusiones, pero jamás al grado de hacerme llorar.

Llegué al estacionamiento del campo donde se llevaría a cabo el partido, acomodé el espejo retrovisor para mirarme, saqué los cosméticos de mi pequeño bolso para eliminar cualquier rastro de lágrimas en mi rostro, volví a delinear mis ojos para reparar lo que esta a corrido, ya lista, solté un suspiro profundo y salí del auto.

Caminé hacia la entrada, el fuerte sonido de la banda escolar tocando y mezclándose con todos los gritos, me indicaba que el partido esta a por comenzar, entre y estaba todo lleno.

Miré hacia las gradas para lograr encontrar algún lugar hasta que vi que una chicas y un chico me hacían señas y me llamaban, eran los amigos de Rosé.

Sonreí y subí más escaleras para llegar hacia donde estaban ellos.

-Jennie, ¿Y Rosé? -me preguntó Sana mientras se movía para hacerme lugar en la banca.

-No lo sé -contesté como sí nada.

-Iba a salir con la chica nueva ¿no?- dijo Tae, un simpático chico con cabello azul.

-Oh, cierto -recordó Sana.

-¡Hey!, ¿y tu camiseta? -me preguntó Jihyo tirando levemente del hombro de mi linda blusa.

-Jihyo, no la fastidies -me defendió Nayeon, yo sólo reí.

-Ya no la quiero -respondí con una sonrisa-, tal vez se la regale a Seulgi -todos soltaron una carcajada.

El partido estaba por comenzar. Las perritas lideradas por Seulgi iniciaron con sus cantos de apoyo y en cuestión de minutos salió todo el equipo femenino de fútbol.

-¿Hay un nuevo número? -pregunté sorprendida-, ¿Quién es la 95?

Desde hace meses no me había perdido ni un solo partido y no recuerdo un número 95.

-Es Jisoo, recién entró al equipo -me respondió Sana mirando hacia la cancha.

-¿Jisoo? -pregunté de nuevo.

-Sí, Kim Jisoo -confirmó-. La tipa ruda esa -soltó una pequeña risita.

-Ah -fue lo único que atiné a decir.

-Dicen que es una excelente jugadora, que puede desbancar a... Irene -dijo algo insegura de pronunciar el nombre de mi ex novia, sólo le sonreí.

-Ojalá y lo logre -giré mi vista hacia el campo donde estaban todas tomando sus posiciones.

Todos permanecían en silencio, esperábamos por el inicio del partido cuando se escuchó un molesto grito "¡Vamos Irene!" Solté una carcajada y coloqué mis manos sobre mi boca para formar un altavoz y gritar aún más fuerte, "Ya sáquenla".

Las fuertes carcajadas no se hicieron esperar, yo sólo me volteé fingiendo que hablaba con Sana, ya que todos habían volteado hacia mí, mientras nosotros cinco intentábamos contener la risa.