𝐂𝐚𝐩.𝟒: 𝙼𝚒 𝚊𝚖𝚒𝚐𝚘 𝚒𝚖𝚊𝚐𝚒𝚗𝚊𝚛𝚒𝚘.

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⚠️𝗔𝗱𝘃𝗲𝗿𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮: 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒐𝒔 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒓𝒆𝒔, 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔, 𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒔𝒖𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒔.
𝑳𝒆𝒆𝒓 𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒔𝒂𝒃𝒊𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅.
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Despertaste.
Al abrir los ojos te diste cuenta de que te quedaste dormida en ese callejón sin darte cuenta.
Miraste a tu alrededor, el hombre que estuvo a tu lado ya no estaba.
Era extraño, pero pensabas que quizás el poder dormir fuera gracias a esa persona que se sentó junto a ti, parecía que te intentaba animar en silencio y acompañar en tu dolor.
Eso te pareció raro porque no lo conocías de nada.

-Orien...- Pensaste.
-Oh, ese era su nombre.- Dijiste en voz alta.
Estabas confusa, no sabías si debías ir a tu casa o no.
Tampoco eras capaz de llamar a la policía.
Tus sentimientos por la familia eran mucho más fuertes que el dolor.
Estabas en pijama y en un callejón, algo tendrías que hacer para cambiarte de ropa aunque sea.

Al ponerte de pie tu espalda y piernas dolían, obviamente por la posición en la que te dormiste, apoyada en una pared sentada.

—𝘛𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘪𝘳 𝘢 𝘤𝘢𝘴𝘢 𝘴𝘪𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢𝘮𝘢́ 𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢— Pensaste.
De camino a tu casa las personas que pasaban por tu lado se quedaban mirándote.
Algunos tenían cara de preocupación, otros confusos y otros se burlaban.
No le diste importancia a ninguna expresión.

Llegaste a casa.
Te quedaste delante de la puerta quieta sin saber que hacer.
—𝘕𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘷𝘦𝘳𝘭𝘢— Pensabas.
—𝘗𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘮𝘦 𝘷𝘦, 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪́𝘤𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘺 𝘱𝘦𝘥𝘪𝘳𝘮𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘳𝘰𝘥𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴... 𝘠 𝘺𝘰 𝘴𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘶́𝘱𝘪𝘥𝘢 𝘢𝘩𝘪́— Te llamaste estúpida a ti misma, ya que sabías que al no tener lugar donde ir, no tener un techo donde poder dormir, caerias en sus brazos al segundo.
Eso contando con que es tu propia madre, tantas cosas en tu cabeza te tenían perdida, no sabías que pensar.

No tenías llaves para entrar, pero aún así fuiste directa a la puerta y agarraste el pomo.
No sabías porqué, pero la puerta estaba abierta, eso era extraño ya que tus padres siempre tenían la puerta cerrada con llave.
Abriste lentamente, muy poco a poco para que ninguno te viera... Para que ella no te pillase.
Tenías el pulso a mil, mantenías el aire.
No querías hacer ningún tipo de ruido.
Cerraste la puerta lentamente al estar ya dentro de la casa.

De repente te llegó un olor extraño.
Era un olor fuerte, putrefacto.
¿Qué podía ser?
Desde siempre eres una persona curiosa, por lo que seguiste ese olor.
Te llevó hasta el baño, el olor venía de una habitación.
Al abrir la puerta, no creías lo que estabas viendo, era una imagen impactante que jamás pensarías ver.
Era tu padre colgado de una cuerda, reliada en su cuello.
No sabías que hacer.
Te quedaste paralizada delante de esa escena.

—Has vuelto— Escuchaste su voz.
Era ella, la persona que te vendió a unos violadores, tu madre.
Tú no le respondiste, seguías fría mirando a tu padre.
—Vaya... Por lo que veo no pudo soportar que te fueras— Te dijo con descaro.
No entendías porque te dijo eso, si desde el día en que te vendió, no lo veías... Y solo desapareciste una noche.
No le veías el sentido a que tu padre narcisista, abusador, el hombre que os trataba con desprecio, se haya suicidado.

¿Mitad Humano Mitad Maldición?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora