𝐂𝐚𝐩.𝟔: 𝙻𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚖𝚎𝚜𝚊.

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⚠️𝗔𝗱𝘃𝗲𝗿𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮: 𝑬𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒂𝒃𝒖𝒔𝒐𝒔 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒓𝒆𝒔, 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔, 𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒔𝒖𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒔.
𝑳𝒆𝒆𝒓 𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒐𝒑𝒊𝒂 𝒓𝒆𝒔𝒑𝒐𝒏𝒔𝒂𝒃𝒊𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅.
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Pasaron días.
Si, pasaron días desde que te fuiste de tu casa, no te arrepentías de nada.
Sin dudarlo seguiste a ese hombre, Orien, el único que te ayudó, él único que no te insiste en que le cuentes tus dramas, te da tiempo y seguridad.

Tampoco sentías la necesidad de autolesionarte, ni de tomar pastillas.
Curiosamente por una vez en tu vida te alegraba no tocar cielo y si tocar suelo.
Estabas presente, no estabas perdida, ibas de frente.
Y estar junto a él era reconfortante, te sentías llena y no sabías porqué.
Quizás porque su presencia te daba paz, quizás porque te transmitía confianza, quizás porque es el único estando ahí y no te hacía falta nadie más.

Ahora al mirarte al espejo antes de meterte en la bañera, como hacías siempre, te veías bien.
Seguías estando delgada, pero... ¿Qué problema es ese? Lo importante es que estabas sana.
Tus moretones y marcas curaron, no existían en tu piel.
¿Cuánto hacía que no te veías así de bien?
Bueno, eso sin contar la cicatriz tan profunda que se te quedó marcado en el muslo, que he hecho fue Choso quien te ayudó a curar la herida.

—Oye, el almuerzo está listo— Te dijo.
Tú lo miraste sonriendo.
—¡Voy!— Exclamaste.

Al sentarte en la mesa junto a él, lo observaste.
Orien te caía bien, era una persona tranquila y sencilla, pero no sabías nada de él.
Tenías curiosidad, ya que te parecía interesante y extraño a la vez
—Oye, cuéntame algo sobre ti, no me cuentas nunca nada— Le dijiste.
Éste simplemente te miró y siguió con su desayuno.
—¿No vas a hablar de verdad?— Le preguntaste molesta por esa reacción.
—Tú igual sigues sin contarme nada, estamos a mano— Te respondió.
Tú ya no insistías.
—Vaya, con que esas tenemos...— Dijiste.
—¡Vale! ¡Muy bien!— Exclamaste.
Lo miraste.
—Como quieras...— Seguías hablando.
Obviamente le estabas insistiendo, eres así de cabezona.

Orien sabía que querías que hablara así que simplemente te hizo caso.
—Soy mitad humano y mitad maldición— Te dijo tan natural.
Tú le miraste confusa.
—Es una coña verdad— Le dijiste.
Éste solo estaba en silencio.
—... ¿Verdad?— Le preguntaste.
—Quizás si, quizás no, quien sabe— Te respondió burlándose.
—Venga ya— Te quejaste y le diste un golpe en el brazo.
—Maldad pura eres— Le dijiste riendo.
Él se reía contigo.

—Oye Orien... ¿Y si salimos un rato?— Le preguntaste.
Éste asintió con la cabeza.
Decidisteis dar un paseo por el centro, ibais dando un paseo lento.
Disfrutabas la brisa cuando pegaba en tu cara, se sentía bien.
Veías de reojo como Orien te observaba sonriendo, parecía que él disfrutaba verte así de bien y tranquila.
Transmitías paz.

Entrasteis a un centro comercial, tenías ganas de ver ropa y distraerte, al fin y al cabo eso te encantaba.
—Hacer esto me recuerda a cuando salía con mam..— Te callaste de golpe.
El chico te observó confuso.
—¿Qué pasa?— Te preguntó.
—No.. Nada... ¡Venga pasemoslo bien!—Le dijiste forzando una pequeña sonrisa.
Orien simplemente no te preguntó más y te asintió con la cabeza.
Estaba preocupado y lo notaste.

No parabais de mirar tienda por tienda.
Te lo pasabas bien.
Te sentías bien.
Estabas emocionada.
¿Cuánto hacía que no te sentías así?
Parecía irreal.
Te sentías 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗲.
𝗟𝗶𝗯𝗲𝗿𝘁𝗮𝗱. Una palabra que hace días no te describía para nada y que ahora está marcada como tu segundo nombre.
Y que sabías perfectamente que fue Orien quien te la regaló.

¿Mitad Humano Mitad Maldición?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora