El vuelo de Wei Wuxian se veía interrumpido parcialmente gracias a la rajada que la espada le había causado y la fuerte ventisca que se aproximaba. Por lo menos, ningún guardia Jin lo había visto y no debía preocuparse por Lan Xichen o Jin Guangyao pisándole los talones.
"El incienso, ¿cuánto falta?" Se preguntó Wei Wuxian un tanto ansioso, le faltaban pocos metros para llegar al pabellón junto a Lan Wangji, pero había perdido la noción del tiempo en ese lugar.
Al doblar la esquina intentó acelerar el paso al ver las puertas del pabellón justo al final; ¡iba a lograrlo! Y esperaba llegar justo a tiempo.
Wei Wuxian tenía la intención de pasar por en medio de las ranuras, incluso por debajo si era demasiado estrecho, pero bendito sea Lan Wangji que justo abrió las puertas de par en par seguramente para ir a buscarlo. Apenas logró divisarlo se hizo a un lado, pero Wei Wuxian estaba cansado. Revoloteando de arriba a abajo intentando mantener su vuelo; cuando parecía que iba a caer, Lan Wangji se apresuró a atraparlo en sus manos.
Antes de cerrar las puertas, Lan Wangji se aseguró de que nadie estuviera a los alrededores. Llegó junto al cuerpo inerte de Wei Wuxian y aplicando un poco de energía espiritual al hombrecito de papel, pudo regresar a su alma a donde pertenece.
Inmediatamente Wei Wuxian recuperó su consciencia al parpadear con rapidez. Ignoró la punzada en su cien para voltear a ver a Lan Wangji quien ya estaba sentado a su lado tendiendo una taza de té.
"¿Todo bien?" Preguntó Lan Wangji cuando aceptó la taza. Por reflejo llevó su mano a su costado, justo donde Lan Xichen había alcanzado a dañar al hombrecito de papel y siseó ante el dolor que lo atravesó. Intentó esconder su mano ahora manchada de sangre pero Lan Wangji lo detuvo por la muñeca; sus cejas se fruncieron.
"Todo está bien." Wei Wuxian apartó la mano para alcanzar la infusión de hierbas que había sobrado de hace un momento junto a unas vendas que Lan Wangji tenía consigo de su bolsa Qiankun. "No logré salir ileso, pero logré huir. Zewu-Jun y Jin Guangyao siguen en el Salón de la Fragancia, pude guiar a tu hermano hasta la partitura faltante y lo está confrontando en este momento... o eso quiero creer."
Wei Wuxian deslizó la parte superior de sus túnicas para tener fácil acceso a su herida más reciente. Había roto las vendas que ya estaban ocupando ese lugar, así que debía quitarlas y rehacer el trabajo que Lan Wangji ya había hecho. Antes de si quiera tomar la infusión de hierbas, fue detenido por Lan Wangji una vez más, en silencio ya se había ofrecido para curarlo otra vez con aquellos ojos claros brillando al verlo directamente; Wei Wuxian sintió su corazón agitado y sonrió nervioso.
"No te ocultes." Dijo Lan Wangji cubriendo con cuidado la tajada de espada.
"Déjame decirte Lan Zhan, estoy bastante expuesto frente a ti en estos momentos. No sé si tenga algo más que ocultar." Sabía bien que Lan Wangji había captado su broma cuando vio sus orejas sonrojarse otra vez. "¡Oh, Lan Zhan, ahora que lo recuerdo!," antes de continuar tomó un sorbo más, deshaciéndose ante el frío tacto de los dedos de Lan Wangji en su piel aliviando el escozor de sus heridas "¿hablaste con Huaisang?, ¿Wen Ning te encontró, o cómo llegaste hasta aquí? Aiya, todo este tiempo encerrado en esa habitación perfumada... ¡no tenía a nadie con quien charlar de esta manera, Lan Zhan, me hiciste demasiada falta- ay, ay!" Se quejó cuando Lan Wangji presionó muy fuerte.
Lan Wangji acarició aquella zona en disculpa erizando la piel de Wei Wuxian. "El Segundo Maestro de Nie dijo que se encargará del asunto y vine después, no me encontré con Wen Qiongling en el transcurso."
"Aiya~ entonces aún no te da la carta..." dijo Wei Wuxian más para sí mismo que para Lan Wangji, pero la cercanía lo había delatado por completo. Lan Wangji ahora estaba a centímetros cerca de su rostro con una mirada firme y la respiración de Wei Wuxian se había atorado en su garganta, luchando para no toser en el blanco rostro de Lan Wangji, ¡qué vergüenza sería!
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By Your Side (WangXian)
Fanfic"Wei Ying." Frente a sus ojos solo estaba aquel hombre que alguna vez tuvo una sonrisa tan brillante que hasta el sol envidiaba, lágrimas gruesas bajando por sus mejillas y sus ojos, alguna vez llenos de gozo, parecían estar hundidos en un cuarto os...