VI

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Capitulo 6: ¿Qué esconde la casa?

    Ahí estaba Martín, sentado en el sofá de su sala, observando la pared. Había un cuadro de la última cena colgado en ella, junto con dos mesas auxiliares. En una de ellas había un florero marrón con flores moradas, mientras que en la otra había un reloj de manecillas dañado que siempre marcaba las dos de la tarde. En la pared también había cuadros de cuando él era pequeño, algunos en los que salía solo y otros en los que aparecía con sus padres. Martín, más que observar los cuadros, estaba perdido en sus pensamientos.

    Se preguntaba qué podría hacer y después de un tiempo sentado, decidió dejar de pensar y seguir con su día normal y tranquilo. Después de todo, no había nada más allá de lo predecible, excepto la llegada de Andrew, quien siempre lo sorprendía. Martín sabía con certeza las cosas que le esperaban. Tomó su teléfono, esperando el mensaje de texto de Deiver, informándole lo típico de siempre, sobre cómo estaban y que estaban haciendo. Sabía incluso la hora exacta en la que recibiría el mensaje y también sabía exactamente qué le diría, algo que ya había escuchado en las doce veces anteriores que vivió esa situación. Lo que Martin no se esperaba era que esta vez sería diferente a todas esas veces.

[Móvil] Deiver: Me acaban de despedir y no sé qué hacer.

[Móvil] Martín: ¿Por qué te despedirían?

   Martin se extrañó al leer lo que le había dicho Deiver pero por dentro el solo estaba enfocado e Andrew y en las posibilidades que este traía para salvar a Silvia.

[Móvil] Deiver: creó que no ir dos semanas ahora es una excusa para ser despedido.

[Móvil] Martín: no puede ser Deiver, cuando no tú, hoy haré una cena en la noche, si quieres ven.

    Martin le respondió ignorando la noticia que le habían dado y solo se limitó a invitarlo a una cena en su casa, Martín estaba tan perdido en Silvia y Andrew que no le dio importancia al hecho que su mejor amigo le habían botado del trabajo.

[Móvil] Deiver: veré si voy para allá.

   Deiver llevaba varias semanas en las que sentía que no podía concentrarse en lo que debía hacer. Hace solo unos días perdió a su madre y, hasta el momento, solo él sabía de esa noticia. Martín no estaba al tanto de estos cambios que habían surgido en la vida de Deiver y aún no sabía que pronto su vida daría un cambio drástico en comparación con las doce veces anteriores.

   Deiver no llegaría hasta la noche y le diría lo mismo que las otras doce veces: que se sentía muy agotado de tanto trabajar y por esa razón decidió no ir más. Pero lo que Martín no sabía era que esta vez Deiver venía con algo muy diferente a las veces anteriores. Martín también sabía que hoy no vería a Silvia en todo el día, pero desconocía el motivo. A pesar de haber vivido esto varias veces, aún no sabía por qué en este día en particular nunca la veía. Siempre que le preguntaba, ella evadía el tema de conversación, lo cual era un gran misterio para él.

   Silvia, por su parte, tenía un día poco divertido de picnic en el bosque con su hermana Sthella.

   Para Martín, a pesar de haber vivido todo esto muchas veces, esta vez era diferente. Sentía que no sería aburrido y repetitivo. El hecho extraño y sorprendente de que Andrew de alguna manera ahora existiera en su realidad, donde supuestamente no debería estar, avivaba la esperanza que había perdido dentro de sí mismo.

   La luz se reflejaba de manera resplandeciente a través de la ventana, iluminando la gran sala de su casa. Martín decía que una de las sensaciones más hermosas era simplemente contemplar la belleza que la luz siempre reflejaba. Se levantó y se dirigió a la puerta para abrirle a Thomas.

   —Thomas, hola. —dijo con una sonrisa contagiosa.

   — Gracias por el batidor, te trajo un poco de torta.

   —Gracias por la torta, de seguro debe estar deliciosa.

   —Hasta luego Martín, hablamos al rato —dijo despidiéndose y caminando hacia su casa.

   —hasta luego.

   Se dirigió a la cocina para prepararse un café y comer un pedazo de torta. Thomas siempre ha tenido talento para cocinar. Toda su vida ha soñado con trabajar en una pastelería, pero su sueño aún más grande era tener su propia repostería. Martín le decía muchas veces que debería empezar a vender desde su casa y también lo animaba mucho ya que muchas veces este se la pasaba un solo desolado y triste ya que se sentía la decepción de la familia, thomas siempre sentía atracción por su mismo género y toda su vida ha luchado con el miedo de decirle a sus padre, Silvia y Martín siempre han sido esas amistades que le brindaban fuerza para poder sentirse mejor.

   Mientras disfrutaba el increíble sabor de la torta que Thomas había preparado, Martín esperaba el mensaje de la Sra. Harper, que llegaría en aproximadamente cuarenta minutos. La Sra. Harper era una de las personas que más le había ayudado a no perder la esperanza. Siempre que Martín se sentía perdido y no sabía qué hacer, le pedía consejo. Aunque ella no sabía realmente la magnitud de sus problemas, siempre lograba transmitirle una esperanza que a él le costaba encontrar por su cuenta. Martín pensaba que ella era una persona dulce, o al menos eso sentía y pensaba que era con él. La verdad últimamente él era muy descuidado con todas sus amistades.

   Por otro lado, Martín no podía dejar de pensar en Silvia. Ella es del tipo de persona que separa la ensalada por colores, prefiere estar en casa leyendo en lugar de ir a una fiesta y siempre está dispuesta a reír y ayudar. Ella es amante del arte, pero nunca dijo que lo usaba para llenar un vacío de tristeza. Martín aún desconocía esa parte de ella, desconocía el vacío en el que ella se encontraba. Después de unos minutos, sonó su teléfono.

[Móvil] Sra. Harper: ¿Estas ocupado mañana?

[Móvil] Martín: No, mañana tengo el día libre en la universidad, ¿por qué?

[Móvil] Sra. Harper: Era para saber si podías mañana ayudarme.

[Móvil] Martín: Claro, pero solo podría a las 2pm.

   No puedo evitar el hecho de que necesitaba volver a contactar con aquella figura que me dijo ser el mismo tiempo. Por eso, esta vez mañana pretendo hacer algo diferente. Él tenía pensado ayudar a la Sra. Harper hasta las dos de la tarde y después salir a investigar más. No saber nada de lo que significan todas estas cosas que están pasando me llena de desesperación, y eso es lo más irónico del mundo para mí. Se suponía que ya sabía exactamente las cosas que iban a suceder.

   Antes de que anochezca, decidió ir a invitar a Andrew a su casa para la cena grupal que tendrá con Deiver y Silvia. Al salir, saluda a su vecina que estaba afuera regando las plantas de su jardín. Las personas de su vecindario son todas agradables, pero hay una que nunca le agradaron. Son de esas personas que siempre saben todo lo que pasa y se dedica a contarles a los demás lo que ocurre en el vecindario. Para él, ella es como una cámara ambulante en las calles. Esa vecina se llama Ivonne.

   Al llegar a la puerta de la casa de Andrew, toco y veo cómo se abre lentamente. En ese momento, siente cómo el frío recorre su cuerpo, erizando cada espacio de su piel y dándole una sensación de que algo está mal. Martin tiene el presentimiento de que la casa está completamente sola y vacía. Después de considerarlo por unos minutos, él decidió  entrar a investigar. Para él, era una de las decisiones que más le  hacían  pensar dos veces. Aún no había dado el primer paso hacia adelante cuando siente que la propia casa lo observa. Siente  la misma sensación que sentido  aquella vez que se le apareció aquella silueta. Es irónico porque es simplemente una casa. En ese momento, solo se pregunto: "¿Por qué tengo esta sensación?". Algo dentro de él, en lo más profundo, sabe que está  a punto de descubrir algo.

Martín | La carrera contra el reloj Donde viven las historias. Descúbrelo ahora