Capitulo 33

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Sentí como la sangre iba abandonando poco a poco mi cuerpo al mismo tiempo que el frío calaba cada uno de mis huesos. Quería vomitar, ni siquiera entendía como era posible que no lo hubiera hecho ya.

Brujas.

La madre de Cori había dicho brujas.

Ni siquiera había salido de mi propio asombro cuando sentí como unos brazos me levantaban de golpe, logrando liberarme del agarre doloroso de la mujer alrededor de mi brazo.

Mi corazón subió hasta mi garganta y sólo regresó a su sitio cuando mi cerebro fue capaz de procesar que se trataba de Gabriel quien me había arrancado de mi propia pesadilla.

-¿Gabe?

-Tenemos que irnos.

Él no esperó mi respuesta antes de arrastrarme lejos, ignorando deliberadamente las miradas de las enfermeras sobre nosotros, así como las letanías que soltaba Amelia Sanders a nuestras espaldas, culpando a su esposo por el destino de su único hijo.

Me dejé llevar como una muñeca de trapo por todo el hospital, corriendo y trastabillando de vez en cuando gracias a los rápidos y largos pasos de Gabriel. Mi cabeza daba vueltas y no conseguía hilar más de dos pensamientos a la vez, era como si de alguna manera mi cerebro estuviera siendo reseteado y no podía detenerlo.

No volví a la realidad hasta que me tuvo sentada en un auto. Y mi primera reacción fue la furia.

-¡¿Qué demonios fue eso?!-Pregunté, porque por alguna razón creía que Gabriel tenía la respuesta.

-No lo tengo demasiado claro-Admitió.

Me giré para verlo sentado en el asiento del conductor, moviéndose para poner en marcha el vehículo y unirse al tráfico.

-¿Qué mierda quieres decir con eso, Gabriel? ¡Quiero una explicación de lo que esa mujer dijo ahí dentro!

-No sé qué puedo decirte, Lexie, maldita sea, está mañana nos despertaron los gritos de Leo, alterado, porque no estabas y para cuando me di cuenta estaba tomando un maldito avión hacia otro estado.

>>Para empezar, ¿Qué demonios ocurrió con Leo? ¿Por qué estaba en tu habitación?

Porque había cometido la estupidez de acostarme con alguien que me seguía escondiendo cosas, por eso.

-¿Qué dijo, Gabe? Porque no me creo que vinieras sin hacer ninguna pregunta, ¿y cómo diablos supieron dónde estaba?

-Compraste el boleto con tu tarjeta de crédito, chica lista.

Por supuesto, no existía la privacidad en esta familia.

-¿Qué dijo?-Repetí.

Gabe guardó silencio, acelerando el auto y pude reconocer el camino hacia el aeropuerto.

-¡¿Qué dijo, Gabriel?!-Exploté.

Lo escuché gruñir y vi como alejaba una de sus manos del volante para pasarla por su cara con tanta fuerza que se dejó las mejillas casi tan rojas como su cabello.

-Será mejor que te lo diga él mismo-Informó finalmente, con un suspiro.

-Y una mierda, Gabe-Reclamé-, sólo abre tu boca de una vez, ¿quieres?

Aceleró el vehículo aun más, superando el límite de velocidad permitido, pero permaneció en silencio. Fui yo quien gruñó esta vez y fui vagamente consciente de como mi pierna golpeaba el suelo del auto repetitivamente.

Maldito fuera, no iba a decir nada más.

Las ideas en mi cabeza seguían hilándose, tratando de encontrar cómo demonios iba toda la historia. El padre de Cori sabía de nuestra existencia y había llevado a su familia a Nueva Orleans por eso.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora