Capitulo 21

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Parpadeé lentamente mientras escuchaba a Christian y Lasse pedir perdón por lo que creía era la millonésima vez.

Honestamente, para este punto estaba lista para disculparlos, pero sencillamente no me dejaban hablar. Resultaba algo gracioso, pero considerando que aún me dolía la cabeza, de verdad quería terminar con esto.

Irónicamente no me lo estaban poniendo fácil.

-Chicos...

-De verdad, no pensamos que eso iba a pasar-Continuó Christian.

-Escuchen...

-Todo fue mi culpa-Interrumpió Lasse-, yo obligué a Christian.

-Yo...

-Eso no es cierto, pero de verdad lo lamento

-Hey...

-En serio no queríamos...

-¡Cállense!-Exploté por fin.

Ambos reaccionaron por fin y me quedaron viendo como un par de venados a punto de ser arrollados por un camión. Suspiré.

-No estoy molesta, ¿bien? Asique dejen de disculparse-Aclaré.

Ambos mostraron expresiones de alivio, entonces una sonrisa empezó a bailar en la comisura de mis labios.

-Pero si se atreven a siquiera intentar hechizarme una vez más me aseguraré de que no lo olviden nunca en lo que les reste de vida, ¿comprendido?

Ambos palidecieron mientras asentían efusivamente con la cabeza.

-Bien-Acordé-. Entonces vayan, Chandler ya me contó que Ian les ordenó aprender de memoria dos libros enteros de pociones.

Ellos gimieron mientras se levantaban del piso en el que habían estado arrodillados (melodramáticos, lo sé) y salieron de mi habitación sin energía. Contuve un suspiro y me quedé viendo la puerta casi un minuto completo antes de dejarme caer sobre mi cama.

Estaba tratando duramente de no pensar en Leo y en qué había estado haciendo todo el día de ayer. No era que me estuviera quejando, es decir, apenas y salí de mi habitación para la hora de la cena y hoy para el desayuno, pero él no había estado en ninguno de ellos, por lo que en realidad no lo había visto desde...en resumen, estaba rogando poder realmente fingir que no había pasado nada cuando me lo topara finalmente, porque sabía que iba a terminar por hacerlo, es decir, no es como si pudiéramos evitarnos todo el verano, vivíamos en la misma casa para empezar, y no importaba que tan grande esta fuera, iba a terminar por verlo en algún momento.

Sólo esperaba no sonrojarme cuando lo hiciera.

Y que él tampoco lo hiciera. Me temblaban las piernas cuando lo veía sonrojado.

Cerré los ojos durante varios segundos antes de quedarme mirando al techo. Estaba siendo terca...e idiota, dos cualidades que yendo juntas eran muy, muy, malas, pero en mi defensa, no podían pedirme que fuera la mujer madura que se suponía debería ser a los veinte, inicialmente era considerablemente inmadura emocionalmente, pero tampoco planeaba ir a terapia a que alguien me explicara todas las secuelas que la temprana y violenta muerte de mis padres me había provocado, ¡ya me las sabía de memoria! Era sólo que momentáneamente no estaba preparada para lidiar con todas ellas, de una en una era más recomendable.

Necesitaba un trago.

¿Qué tan malo sería empezar a beber a las once de la mañana? Oh, al demonio, ¿a quién le importaba?

Los bares en Nueva Orleans tenía permiso para funcionar las veinticuatro horas, pero seguía teniendo veinte y no planeaba llevar a Chandler o Gabriel para que pidieran los tragos por mí.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora