Capitulo 36

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Arreglé por quinta vez los cojines y peluches de la cuna y estudié el resultado final.

Estaba nerviosa, realmente no sabía muy bien porqué, pero lo estaba, todos en la casa nos encontrábamos en el mismo estado.

Los últimos bebés que habíamos tenido aquí habían sido Lasse y Christian, y en ese entonces nosotros mismos sólo habíamos sido niños que no entendían muy bien qué estaba ocurriendo.

No importaba qué nombre le diéramos a este lugar, a final de cuentas era una casa hogar a donde llegaban los niños del aquelarre que no teníamos a donde ir. Ian era la cabeza del aquelarre y había decidido hacerse cargo de nosotros y Enid había estado ayudándole desde el principio, pero aun así podíamos ver los sentimientos complicados que tenían ahora mismo mientras caminaban de un lado a otro por toda la casa asegurándose de que todo estuviera en orden.

Suspiré y volví a cambiar de lugar el oso de peluche morado que había dejado en medio de la cuna, no era experta en el cuidado de bebés, por lo que en verdad no sabía cuanto tiempo más iba a un niño usar una cuna, pero teníamos un montón de habitaciones vacías en esta gran casa y un montón de dinero que hacía que una cuna no fuera mucho.

-Quédate tranquila-Pidió Leo, apareciendo tras de mí por sorpresa y abrazándome por mi cintura-, todo saldrá bien.

Suspiré y relajé mi cabeza contra su pecho.

-Estoy preocupada-Admití-. Es sólo un bebé.

Leo dejó un pequeño beso en la cima de mi cabeza.

-Estará bien. Todos lo estamos.

Eso sólo me hizo suspirar una vez más. Un segundo después di media vuelta en sus brazos y lo rodeé con mis brazos, enterrando mi rostro en su pecho.

-¿Segura que no quieres dormir un poco?-Preguntó con voz suave.

Negué con mi cabeza. Todos nos habíamos quedado despiertos desde que Ian nos había llamado en la madrugada; no iba a negar que estaba cansada, pero estaba segura de que incluso si intentaba volverme a dormir no iba a conseguirlo, por lo que ni siquiera valía la pena intentarlo.

Leo me abrazó con más fuerza y solté el aire que estaba conteniendo. Aún seguíamos en esa misma posición cuando Chandler entró en la habitación para avisarnos que el niño acababa de llegar.

Intercambié una mirada con Leo antes de bajar al primer piso junto con Chandler.

Todos los demás ya se encontraban en el vestíbulo cuando llegamos, y todos estaban concentrados en la mujer vestida de negro con el pequeño bebé en brazos. 

***

-¿Segura que es normal que siga dormido?-Preguntó Lasse, mirando directamente al niño dormido.

-Ha tenido muchas emociones en muy poco tiempo-Dijo Chandler, imitándola-. Además, prefiero que duerma a que llore, detestaba cuando tú y Christian lloraban, eran muy ruidosos.

El comentario le ganó un golpe por parte de la pelirroja y me regaló a mí una sonrisa.

-Ya cállense-Pidió Christian-, van a despertarlo.

Pero ya era demasiado tarde, el rostro del bebé se arrugó un par de segundos antes de que el llanto invadiera nuestros oídos.

-Oh, Dios-Dijeron Christian y Lasse, asustados.

Hablando de personas que nunca habían tenido bebés cerca...para empeorar las cosas, Chandler tampoco fue de mucha ayuda: cuando me di cuenta ya había desaparecido.

Miré al par de adolescentes en pánico y suspiré.

Me incliné sobre la cuna y lo cargué en brazos. El olor a bebé inundó mis narices al mismo tiempo que el llanto comenzaba a disminuir, aún así, sólo abrió los ojos una vez que ya se había calmado lo suficiente, sorprendiéndome con los ojos más azules que había visto en mi vida.

El niño había estado durmiendo desde que había llegado, por lo que era la primera vez que nos veíamos directamente, pero sentí un extraño calor en el pecho apenas esos lindos ojos se encontraron con los míos.

-Hola, bebé-Susurré.

Parpadeó un par de veces antes de mirar en todas direcciones, se concentró un tiempo en Lasse y Christian antes de volver a finarse en mí. Aún tenía lágrimas en sus ojos y mejillas, pero seguía siendo realmente lindo, por lo que antes de que me diera cuenta usé una de mis manos para limpiar los restos de lágrimas que quedaban.

Por suerte no parecía molesto por el toque.

-Ya no llora-Murmuró Lasse, casi hipnotizada.

Creo que a alguien le estaban empezando a gustar los bebés...y no era la única.

Les dediqué una mirada rápida antes de volver a concentrarme en el niño entre mis brazos.

-Ve a buscar a Enid-Pedí-. Probablemente tiene hambre.

Sólo le estaba hablando a uno de ellos, pero fueron ambos quienes asintieron con sus cabezas y salieron de la habitación como si los estuvieran persiguiendo.

Contuve un suspiro. Realmente esperaba que se acostumbraran pronto al pequeño, de lo contrario Enid iba a tener más problemas.

Volví a mirar al niño. Aidan Rose.

Con suerte tenía año y medio, pero ya había pasado por demasiadas cosas. Por un lado, sabía que probablemente olvidaría todo lo que había vivido en este tiempo más temprano que tarde, pero por otro sabía que mientras pasaran los años iba a extrañar a esos padres que tal vez no recordaría.

Usé la mano libre para acariciar sus pequeños rizos oscuros.

-Tranquilo, pequeño, te prometo que aquí estarás bien.

Él balbuceó un poco, haciéndome reír y deposité un pequeño beso en su cabello. Aún tenía mi boca contra su cabecita cuando sentí que alguien me observaba. Me giré un poco y encontré a Leo apoyado contra el marco de la puerta con las manos en los bolsillos y una mirada en sus ojos que hizo que las mariposas que vivían en mi estomago se agitaran.

Al parecer Aidan hecho de menos la atención e hizo que volviera a concentrarme en él.

-Oye, niño-Se quejó Leo, entrando en la habitación y caminando hacia nosotros-, yo la vi primero.

Rodé los ojos. Idiota.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora