Capítulo 2: Pepper

467 57 48
                                    

Cuando Anais se despertó, le dolía terriblemente la cabeza. Abrió los ojos, pero se encontró con la misma oscuridad que veía con los párpados cerrados. Parpadeó unas cuantas veces, asustada. ¿Se había quedado ciega? ¿Qué había ocurrido?

De pronto, los recuerdos volvieron a su cabeza. El ataque a los barcos esclavistas, la huida de los marines, el falso Salt... Su cabeza sufrió una punzada al recordar a ese hombre. ¿Quién era? ¿Por qué se parecía tanto a Salt? Salt tenía un hermano gemelo, sí, se lo comentó cuando se conocieron pero había muerto hace años... ¿o tal vez no?

Trató de averiguar donde estaba. Estaba sentada en una fría silla, seguramente de metal. Tenía las manos y las piernas atadas con cadenas. Intentó saltar con la silla para ver si podría desplazarse con ella, pero parecía que estaba enganchada al suelo. Un líquido le caía por un costado de la cara, lo más probable era que fuese su propia sangre. El aire olía a humedad, óxido y a encierro. Era un lugar subterráneo, sin lugar a dudas. Gruñó levemente, y el eco le devolvió el sonido. Al parecer, era un lugar pequeño. Al menos ahora podía concentrarse más. Ya no se sentía tan desorientada.

En ese mismo momento, se oyó como se agitaban unas cadenas de metal, y una puerta que al parecer se encontraba ante ella se abrió con un chasquido y un chirrido. Entrecerró los ojos y apartó la vista, incómoda por la repentina luz, que la cegó momentáneamente. Oyó unos susurros ante ella, y la puerta volvió a cerrarse, dejando como única luz la cálida llama de un farol. Un farol sujeto por un hombre. El falso Salt.

Sin apenas dedicarle una mirada, el falso Salt la rodeó hasta llegar a un punto tras ella. Le oyó colgar el farol en algún enganche en la pared, y sintió su mirada clavada en la nuca. Mientras, Anais inspeccionó la habitación en la que se encontraba. Ante ella, una sólida puerta de metal, con resistentes candados. Había una pequeña mirilla en el centro, pero esta también tenía un candado y, por la falta de ranuras para introducir alguna llave, supuso que sólo se abriría por fuera. Las paredes de la habitación eran de contrachapado, y algunas de ellas comenzaban a mostrar inequívocos síntomas de corrosión y humedad. Unas tuberías las atravesaban, y una de ellas goteaba de manera constante, creando un pequeño charco sobre el podrido suelo de madera. Era una habitación pequeña y vacía. Sólo ella, su silla de metal y una silla de madera, por lo que vio por el rabillo del ojo. Y claro, el falso Salt.

El falso Salt agarró la silla de madera y la arrastró hasta estar ante ella. Después, se sentó a horcajadas sobre ella y, apoyando los brazos en el respaldo, la observó fijamente. Su mirada le hacía sentir incómoda. Se parecía tanto a Salt, pero al mismo tiempo, no era Salt. Era tan extraño. Tenía las mismas cejas, el mismo pelo, aunque un poco más corto, la misma boca... Pero sus ojos rompían el engaño. Aquellos ojos negros, tan distintos a los sinceros ojos azules de Salt, estaban llenos de una determinación oscura, de ambición. Cosa que jamás encontraría en la mirada de Salt. En la mirada de Salt, sólo podías encontrar esperanza, bondadosa determinación y, a veces, un punto de inocencia.

Tras unos minutos de silencio, el falso Salt se dignó a hablar.

- Así que... tú eres Anais de la Sonrisa Pintada.

Anais le devolvió la mirada, firme, pero no dijo nada. Jamás diría nada. Jamás traicionaría a sus compañeros.

- Supongo que te preguntarás quién soy yo. Por qué hago esto. Qué gano haciéndolo. Pero, sobre todo, estoy seguro de que te preguntarás cómo es que me parezco tanto a Salt, capitán de la Brigada Antiesclavista del Ejército Revolucionario -dijo sus últimas palabras con una mueca de desprecio, como si le fuera desagradable incluso decir aquel nombre. Anais se mantuvo en silencio-. Cualquier otra persona se preguntaría también por qué está aquí, pero tú lo sabes perfectamente, -el hombre se levantó de la silla y le agarró la mandíbula con violencia, obligándola a mirarlo a los ojos- ¿no es así? -dijo con ferocidad.

La chica del sueño imposible (One Piece) La chica de la sonrisa pintada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora