Capítulo 3: La reunión

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Aurora salió del negocio pensando en lo bueno de tener bebidas gratis y en la coincidencia de toparse a ese hombre otra vez. Su cerebro se puso a pensar en él y en cómo se habían vuelto a encontrar. Se veía tan serio y positivo de sí mismo, sentía que tenía toda su vida controlada; de seguro trabajaba en una empresa o era jefe en algún lugar. Le encantaba eso, esa sensación de poder. Ella codiciaba eso para sí misma, quería irradiar seguridad y sentirse capaz de todo, pero aún no se atrevía a expresarlo en voz alta. Para ella era como un adulto funcional o como ella se imaginaba a los adultos y no sabía si a ella la veían de esa forma, porque ella se sentía igual que hace 10 años, inclusive igual que hace 15. O sea, habían mas responsabilidades, mayores compromisos, pero sus gustos, forma de ser, y como se relacionaba con otros no había cambiado. Entonces no entendía porque ella no se sentía un adulto, pero al ver a ese hombre lo sentía con toda la vida resuelta.

Era indudable que tenía algo con la confianza, la encontraba atrayente, interesante, inclusive sexy; por eso pensaba que las personas seguras de sí mismas siempre estaban rodeadas de gente y lideraban proyectos interesantes. Se notaba que ese mortal transmitía esa seguridad, y a tal punto que Aurora le habría hecho caso en todo lo que le pidiera ... cualquier cosa. La simple idea la ruborizó. Su mente divagó a tal punto que se había imaginado diciéndole que si sumisamente. Si bien era cierto que el hombre era hermoso y fascinante, lo más cierto era que no se lo volviera a encontrar. Sin embargo, se prometió a sí misma que si lo veía le pediría su teléfono. No lo conocía, pero no poseía cara de ser apoderado, menos de ser padre, ni tampoco pinta de profesor, así que no le advertía problema.

Salió de sus pensamientos al entrar al colegio. Lo notó vació y se imaginó que se encontraban en la sala de profesores esperando que empezara la reunión de ese día. La primera semana siempre requería una junta para saber cómo se desarrolló el día para todos y ese era el motivo central de juntarse en la tarde.

Al entrar a la sala de profesores ya todos estaban tomando sus asientos. Eva estaba conversando con Miguel Ángel, profesor de música, que se había incorporado al colegio el año anterior y que era la tercera rueda de su grupo de amigos.

— Eva pues no seas egoísta. No me quiero sentar adelante. – Miguel tenía abrazada de los hombros a Eva y tenía su cara bien pegada a la mejilla de ella.

— Ya te dije que no, empalagoso – ahí Eva se percató de que Aurora ya había ingresado a la sala – además, Aury ya llegó y la silla reservada es para pedir disculpas– levantó su cartera para que la profesora se sentara.

— ¿Tus disculpas son sacarme de la zona de riesgo? – le dijo Aurora colocando su dedo en su pera haciendo el gesto de que estaba pensando – te lo acepto... te lo acepto... pero – bajó su tono de voz – no compensa todo.

— No es para tanto Aury, pero estoy dispuesta a discutirlo después, con una cerveza cuando salgamos de acá. ¿Les parece? – Dijo Eva mirando a Miguel y a Aurora.

— Claro, ¿ahora soy del grupo? ¿pero igual me tengo que ir a sentar adelante? – levantó sus cejas y movió la cabeza indicando la zona frente a la pizarra. - ¿Ahí donde no había nadie salvo Susana y su sombra, Valeria? - Miguel Ángel se referia a la asistente de aula de Susana. Normalmente sentarse en esa zona era ser la persona que le tocaba escribir el acta, encargarse del data, entregar información o liderar los equipos, ya que la directora estaba un poco ciega y le costaba ver los rostros que estaban más lejos.

— Solo por hoy Angelito – Eva se puso tierna para equipararse con el profesor – te juro que no alcancé a guardar otro y hoy me porté mal con la Aury – se acercó un poco a él – le llevé un hombre en bandeja y ella lo dejó ir por principios éticos.

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