Un truhan:

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- ¿Majestad? - Pregunta Elvira en un susurro.

- Vaya, me has descubierto. Deja que me presente, soy Alvar, rey de Ikrob, un placer.

- ¿Rey? - La princesa se siente cohibida ante la reciente información, sin saber muy bien cómo reaccionar.

Se levanta torpemente de su silla y realiza una reverencia elegante, la que se emplea cuando se trata de igual a igual con otro miembro de alguna familia real.

- Un momento... - Susurra Alvar, dándose cuenta del tipo de reverencia que Elvira está haciendo.

- Ya que vos os habéis presentado, permitidme que me presente. Soy Elvira de Veryard, princesa de Brawley. 

El rey de Ikrob suelta otra carcajada, esta vez mucho más sonora que las anteriores y asiente con cortesía.

- ¿Quién imaginaría que vería a la hija de Felipe e Inés y que hablaría con ella casualmente?

- Disculpadme, majestad, pero no sabía que érais el rey de Ikrob. - Contesta Elvira, volviendo a sentarse en su silla, calmándose lentamente, ya no hay motivo para estar tan nerviosa, al menos, eso cree.

- Puedes seguir hablando casualmente conmigo, me estaba gustando bastante nuestra conversación.

- Como prefieras. - Comenta la princesa, acostumbrada a no usar honoríficos, ya que con Oki no lo hace nunca y es la única persona con la que ha estado hablando realmente los últimos días.

- Pero, ¿Qué haces aquí? Tenía entendido que Brawley había sido tomado por Estria y que todos los que lucharon murieron.

- No, me llevaron prisionera y he conseguido escapar, ahora estoy aquí con Oki intentando planear una manera de recuperar mi reino.

- Espera, ¿Oki?

- El chico que venía conmigo. - Responde Elvira.

Otra carcajada sale de la boca de Alvar, una estrepitosa y sonora como las anteriores.

- Así que Oki, ese chico es un truhan.

- No puedes decir eso, no le conoces. - Replica la princesa, no dejará que se meta con su amigo. Es un juglar, no es una profesión tan noble como la de trovador, pero ella casi prefiere que sea así.

- Cierto, cierto, no conozco a ese tal Oki. - Comenta entretenido Alvar. - Oye, Malthe, sube por favor y prepara mi baño.

- Sí, majestad. - Responde el otro guerrero, desapareciendo de la vista de Elvira y el rey de Ikrob.

- Perdón, ¿Por dónde ibas? Ah, sí, contándome qué hacías aquí.

- Pues eso, recuperar mi corona, mi trono y mi reino. - Responde Elvira implacable.

- Y dime, princesa, ¿Cómo vas a hacerlo?

- Pues... Eso es lo que estamos pensando, lo suyo sería reunir un ejército y declararle la guerra a Estria, pero no puedo reunir gente suficiente en Brawley y no he estado en los otros reinos, así será imposible... - Responde la chica, deprimiéndose lentamente a cada palabra que va pronunciando.

Alvar vuelve a soltar una carcajada y mira a Elvira con cierta ternura, aunque su rostro demuestra una expresión basta y ruda.

- Yo puedo ayudarte a reunir un ejército.

- ¿Qué? ¿Por qué harías eso? - Pregunta desconfiada la princesa.

- ¿No te has preguntado qué hace uno de los reyes del norte en Brawley?

- Pues ahora que lo mencionas...

- Estoy aquí porque quiero conquistar este reino. - Responde Alvar después de reír durante pocos segundos. - Bueno, quería, antes de conocerte.

- ¿Por qué Brawley?

- Por varios motivos. El principal porque es el único reino del Oeste. Tiene una posición estratégica bastante buena y es bastante rico a pesar de no pertenecer a ninguna alianza. Está relativamente cerca de todos los reinos, casi en el centro y si formase parte de los reinos del norte sí es verdad que seríamos invencibles.

Las palabras de Alvar y el tono en que las pronuncia, tan frío, tan impotente, consiguen ponerle a Elvira la piel de gallina. ¿Cómo ella va a heredar un reino si tiene a otro rey frente a frente y está asustándose?

- Además, acaba de ser conquistado por Estria, ni Brawley tiene su propio ejército y fuerza para defenderse de otro ataque, ni Estria tiene suficiente poder aquí como para resistir.

- Bueno, pero ahora ya no quieres conquistarlo, ¿A qué no? - Pregunta Elvira en un susurro. La pequeña charla de Alvar le ha dejado prácticamente muda.

El rey de Ikrob ríe con fuerza y ganas y continúa sonriendo aún cuando su risa ha cesado. Sus ojos se achican con su sonrisa y su rostro se vuelve más gentil.

- Depende, ¿Cuando recuperes tu reino y tengas poder suficiente atacarás Ikrob o algún reino del Norte?

- ¿Por qué habría de atacar a algún reino? - Cuestiona Elvira sin comprender del todo la pregunta.

Si los reinos no le dan motivo para atacarles, ¿por qué iría ella declarándoles la guerra? no tiene sentido.

- Te ayudaré a reunir un ejército y recuperar Brawley.

- Gracias.

- Muy bien, entonces yo ya he terminado todo lo que tenía que hacer aquí, de nada sirve seguir espiando, si ya no está en mis planes conquistar este reino.

- Entonces, ¿Os marcháis?

- Sí, mañana mismo emprenderé el camino de vuelta a Ikrob. Así puedo empezar a reunir gente para tu ejército, ¿No?

- Yo... No sé cómo agradecértelo. - Susurra Elvira, todo parece demasiado bueno como para ser verdad.

- Recuperando Brawley y haciendo un tratado de paz con los reinos del norte. Cuando tu padre murió, ese tratado se rompió, no podemos dejar que este reino se haga igual de fuerte que antes si no tenemos ese tratado firmado.

- Claro que firmaré ese tratado, aunque no sabía que padre establecía tratados así con otros reinos.

- Desde la muerte de tu madre, tu padre firmó tratados de paz con todos los reinos del norte y con Vrosan, uno de los reinos del Sur. A la muerte del rey Felipe, esos tratados de rompieron. Vrosan se ha unido por completo a la alianza de los reinos del Sur, que están bajo la protección de los reinos del Este. Quien conquiste Brawley, gana todos los territorios, tenemos que acabar con Estria.

- Y en vez de conquistarlo, vais a aseguraros que se mantiene la paz, ¿Cierto?

- Así es princesa, lo has entendido.

- La paz se mantendrá, de hecho, cuando sea reina de Brawley, intentaré que se establezca un acuerdo de paz entre los nueve reinos.

- Puedes intentarlo. - Comenta Alvar con una amplia sonrisa.

Acto seguido se levanta con algo de pesadez de su silla.

- Bueno, princesa, supongo que esto es un adiós, ya que mañana vuelvo a mi reino. Cuando hayas terminado todo lo que tienes que hacer en Brawley te estaré esperando en Ikrob.

- Pero, yo no sé cómo llegar, nunca he ido.

Antes de responder Alvar vuelve a dejar escapar una carcajada.

- No te preocupes, pregúntale a tu amigo el albino, seguro que él sabe cómo ir.

La guerra de los nueve reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora