Está gobernando Ruperto:

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- Buenos días princesa. - Saluda Oki con una amplia sonrisa.

Elvira está apoyada sobre una de las mesas de la taberna, con los ojos cerrados. Entre las pesadillas y los nervios esta última noche apenas ha podido dormir.

Abre los ojos somnolienta:

- ¡Oki!

- Hola.

El juglar coge la silla más cercana que encuentra y se sienta al lado de la princesa.

- ¿Qué tal... Fue? - Pregunta Elvira en un susurro. Aunque ya no hay nadie que pueda escucharles. Son los únicos que se hospedan en la posada desde que Alvar, el rey de Ikrob, y su compañero se fuesen.

- Bastante bien, como has podido ver, hasta me han dejado dormir allí esta noche. Seguro que te interesa, está gobernando ahora mismo Ruperto.

- ¿Quién? - Interrumpe Elvira, intentando no reír al escuchar tal nombre.

- Ruperto. Alto, con una mata de rizos pelirroja encima de la cabeza que parece un nido para pájaros. El segundo príncipe de Solem, ¿Ahora?

La princesa asiente algo avergonzada, sigue sin saber de quién le está hablando, pero será mejor no seguir admitiéndolo.

- Pues eso, está gobernando Ruperto y, por si no lo sabías, es conocido por su... Falta de intelecto digamos. Es extraño, pensaba que pondrían al mando a alguien de la familia real de Estria o incluso de Ridia, ya que los reyes de ambos reinos son hermanos.

- Pero tiene sentido. - Comenta Elvira, pensativa. - El rey de Estria gobierna Estria, su hermano gobierna Ridia. Aland está preparándose para heredar Estria y Hazel para heredar Ridia, ya no queda ningún miembro más de la familia real.

- Sí, es cierto. Pero, ¿En qué momento los reinos del Este se han unido tanto a los del Sur? Es peligroso.

- Después de la muerte de mi madre. - Responde Elvira, recordando las palabras que Alvar le dijo el día anterior.

- ¿Cómo lo sabes?

- Alvar me lo dijo.

- ¿Alvar? - Pregunta Oki, alzando demasiado la voz e incorporándose de golpe, haciendo que la silla casi caiga de espaldas al suelo.

- El rey de Ikrob.

- Ya sé quién es Alvar. - Replica el chico albino, su sonrisa se ha borrado de su rostro. - ¿Qué hace aquí y cómo es que has hablado con él?

- Hacía, se fue ayer. Se hospedaba en esta misma posada. Ayer simplemente se sentó en una mesa junto a mí y hablamos. Accedió a ayudarnos a reunir un ejército para enfrentar a Estria y recuperar Brawley.

- ¿A cambio de qué?

- De que firmase un tratado de paz con los reinos del Norte cuando sea reina de Brawley. Y, dijo que cuando hayamos terminado todo lo que tenemos que hacer aquí, que vayamos a Ikrob, nos estará esperando.

El juglar vuelve a sentarse en la silla, algo más tranquilo.

- Desde luego ha sido una sorpresa, no me esperaba que Alvar estuviese aquí.

- Oki, ¿Puedo preguntarte algo?

- Claro princesa. - Responde el chico albino volviendo a esbozar la amplia sonrisa que le caracteriza.

- ¿Conoces a Alvar? Es que, ayer, mientras hablábamos, hubo un momento en que habló de ti, como si te conociese.

- Princesa, ya sabes que soy un juglar muy famoso y que he estado en casi todos los reinos, por supuesto que conozco al rey de Ikrob. He hecho varios espectáculos en los reinos del Norte.

- Ya veo...

- Bueno, princesa, ¿Qué pretendes que hagamos ahora? Creo que ya sabemos todo lo que hay que saber, Estria y Solem están aliados a tal punto que el reino del Este confía en el reino del Sur para gobernar sus nuevas tierras. Ahora mismo Brawley no está bajo ninguna amenaza, con el rey tan tonto que está al mando no se meterá en guerra y tardará bastante tiempo en reponer su poder.

- A menos que reciba ayuda de Estria y Ridia.

- Cierto es.

- Propongo que vayamos a Ikrob. - Comenta Elvira con decisión. - Ayudemos a Alvar a reunir un ejército y preparémonos para enfrentarnos a Estria.

- Te veo con ganas de entrar en guerra. - Susurra Oki en broma, mirando con ternura a la princesa.

- ¡Para nada! Pero Aland no heredará Estria tan pronto y Constantino sí quiere entrar en guerra, estoy segura. Sólo creo que debemos estar preparados. Además, Brawley es mi reino, sus habitantes son mis súbditos, debo luchar por ellos.

- Bien dicho princesa. ¿Salimos después de comer?

- Sí.

Ambos se levantan, de buen humor, y recogen las pocas pertenencias que tienen, dejándolo todo preparado para emprender el viaje después de comer.

Cuando han terminado, incluso de preparar los caballos, la comida ya está servida en la mesa.

- Muchas gracias. - Dice Elvira al niño pequeño que les sirve la comida, el mismo que ha estado al cargo de la posada desde que llegaron.

- De nada. ¿Os vais? - Pregunta el pequeño, con timidez.

- Después de comer. - Responde Oki, sonriendo y empezando a saborear la comida recién servida.

- Vaya, volverá a quedarse sola...

- Lo siento. - Se disculpa Elvira, realmente apenada. - Prometo que, cuando volvamos a Brawley de nuevo, nos pasaremos a visitarte.

- ¿En serio? - Pregunta el pequeño emocionado, con los ojos abiertos y una sonrisa anunciando con salir.

- Sí, en serio.

El niño abraza a la princesa de la felicidad antes de reír y salir corriendo a las cocinas, gritando varios gracias seguidos.

- Se te dan bien los niños. - Susurra Oki.

- Tenemos que terminar de comer e irnos. - Comenta Elvira, aunque sintiéndose contagiada por la alegría del niño.

Ese simple acto, ese abrazo, ha conseguido que una agradable calidez se extienda por su cuerpo, surgiendo desde su corazón. Hará todo lo posible por recuperar su reino, por proteger a sus súbditos, por defender la tierra en la que ha nacido, ha crecido y la tierra que amaban sus padres y que ama.

- ¿No descansamos ni un ratito? - Pregunta Oki justo al terminar de comer, fingiendo un puchero.

- No. Tenemos que partir cuanto antes, vayamos a Ikrob y reunamos un ejército. Recuperemos Brawley.

- Como digas, princesa.

Con energías renovadas, Oki y Elvira vuelven a montar sus caballos y salen del reino de la princesa, con la esperanza de volver no en mucho tiempo.

La guerra de los nueve reinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora