Capítulo 53. "Sacarina"

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Mentiría si dijese que en mi interior nada se movió cuando nuestras pupilas se dilataron al volver a percibirnos, aunque para mí no fue nada más que eso, una pequeña inspiración exaltada e imperceptible para el resto.

Era diferente a como lo recordaba: su cara, antes ovalada, había sido sustituida por una mandíbula marcada; el cabello, que solía tintar de castaños claros, volvía a su oscuro natural en un estado más largo y salvaje; lo único que no había cambiado eran sus grandes ojos rasgados, culpables del encogimiento de mi corazón cuatro años atrás. Pensé que eso también era diferente, la sensación al mirarlo, ya no me hacía pequeña ante él, solamente indiferente.

—Ha sido un tiempo —articulé sin cambiar mi expresión—. Recuerda esto: botes de la derecha en la ducha, cepillo de dientes verde, toalla colgada en la puerta, segundo balde en el armario pequeño de la cocina, primero en la estantería, segunda puerta de este pasillo. —Señalé la puerta de mi habitación—. Todo eso es lo que NO debes tocar. —Miré la cara incrédula de Jimin y salí de la estancia directa a mi cuarto.

—Al principio es un poco fría. —Escuché decir a Jimin con una risita incómoda mientras yo cerraba la puerta.

Como si ni una pequeña brisa hubiese pasado, me puse a registrar toda la conversación que había tenido con Dongho ese día. Señalaba aquello que me parecía importante y trazaba planes para seguir averiguando. Patente quedó aquella tarde que él se sentía bien pensando que era mejor que Jungkook, al igual que el contacto físico podría hacerle hablar más de la cuenta, así que, en adelante lo adularía comparándolo con Jungkook, aunque eso me matara, y dejaría que se acercase más a mí.

En ese momento recordé la lengua de Dongho abriéndose paso entre mis labios, lo que me revolvió el estómago hasta el punto de que salí corriendo al baño en vista de que vomitaría de un momento a otro. Abrí la puerta para encontrarme a Taehyung desvistiéndose, supuse que para ducharse; lo miré, me miró, grité, gritó, vomité encima de sus zapatos.

⚪⚪⚪⚪⚪

—¿Qué te ha pasado? —preguntó Jimin mientras me miraba frotar los zapatos desde la mesa de la cocina—. No me digas... ¿Tan asqueroso ha sido verlo sin camisa?

Rodé los ojos.

—No es eso, iba al baño a vomitar y él estaba en medio. —Me apoyé en la encimera—. No sabes quién es, ¿verdad? Déjame darte una pista: de Busan, Kim Taehyung, estudiante de informática...

La boca de Jimin se fue abriendo a medida que repetía todo aquello que en su momento le había contado sobre mi amor adolescente. Cuando su mandíbula no dio más de sí, estampó la palma de su mano contra la frente.

—Así es. —Sonreí ácidamente—. Tranquilo, sé que es demasiado tarde como para encontrar a otra persona y tampoco puedo exigir nada porque me he desentendido del tema de buscar a alguien... Solo... me arrepiento de no haberte enseñado una foto en su momento. —Seguí frotando.

—¿Qué haremos entonces? Bastante tienes con toda la situación que ya conocemos y lo que sea que estás haciendo con Dongho, cosa que todavía estoy esperando a que me cuentes... —Movía el vaso de zumo con fingido desinterés.

—No te preocupes por Taehyung, mi plan es ignorarlo. Es cierto que en algún momento estuve dispuesta a hablar con él e incluso lo busqué, pero actualmente no tengo interés ni energía para tener esa conversación, ni tan siquiera sé si me siento con la paz de antes con respecto a este tema, creo que fue una de las tantas cosas que Jungkook se llevó consigo. —Salí de la estancia antes de que me preguntase algo más de Dongho.

No volví a ver a mi nuevo compañero en lo que restó de día, principalmente porque no salí de la habitación hasta la mañana siguiente, cuando abandoné mi cuarto oscuro en busca de un café que me ayudara a enfrentar el día.

Quise utilizar la mesa del salón, la cual era mi favorita cuando desayunaba sola porque podía mirar el parque arbolado que había junto al edificio. En cambio, ese día no estaba sola, Taehyung estaba sentado a la mesa, si es que esa era una forma correcta de describir su postura. Se apoyaba sobre una mano, totalmente adormilado, tanto, que temí que su cabeza cayera sobre la taza frente a él y derramase todo. 


Me pregunté dónde está el glamuroso chico que había visto el día anterior

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Me pregunté dónde está el glamuroso chico que había visto el día anterior. A quién tenía frente a mí más parecía un mendigo, con ese pelo desaliñado sobre los ojos y la capucha de la sudadera gris puesta.

Carraspeé mi garganta a lo que él ni se inmutó, así que decidí que no me importaría tener una estatua a mi lado si no me iba a molestar.

Al sentarme me di cuenta de que no había traído sacarina para el café. Resoplé por la pesadumbre de tener que levantarme de nuevo cuando mi cuerpo todavía se encontraba aletargado. Mi ánimo decayó más al encontrar la cajita de la cocina donde solía estar el edulcorante, vacía. Ya volvía al salón preparada para beber el café amargo sin respirar cuando vi salir a Jimin de su habitación.

—Jimin, hay que comprar sacarina, los dos olvidamos anotarla.

—Quedaba un sobrecito la última vez que lo miré, yo no la he usado desde entonces. —Se encogió de hombros.

Volví a la mesa del salón. Taehyung había revivido solo un poco, lo suficiente como para poder mirar el teléfono móvil manteniendo la misma posición en la que se encontraba hacía unos minutos.

Al ver que estaba despierto no me senté de nuevo, solamente bebí mi taza con rapidez intentando no saborear, pero, para mi sorpresa, noté el dulzor del edulcorante. ¿Había usado yo la sacarina y no lo recordaba? Como fuese, sentí alivio porque ese día necesitaba tomar mi café tranquilamente mientras miraba al exterior. Opté por salir al balcón y apoyada en la barandilla di sorbos a la bebida caliente.

Recordé momentos pasados en los que Jungkook me había acompañado en ese mismo contexto, enviando un mensaje desde mi mente:

"Jungkook, ¿puedes escucharme? ¿estás bien? Sé que no puedes volver, aun así, todos los días espero una señal tuya ¿podrías pasarte de vez en cuando? Prometo no asustarme si eres un fantasma, solamente necesito escuchar que me extrañas tanto como yo a ti y que tú corazón sigue siendo mío al igual que el mío es tuyo".

Sonreí tristemente al tiempo que sollozaba. Era ridícula, ¿a quién le estaba hablando? Podría llamarlo con todas mis fuerza, pero jamás me escucharía.

Me quedé unos minutos más allí, demorando todo lo posible enfrentar una vida sin él. 


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No toquéis las cosas de vuestros compañeros de piso si queréis tener una convivencia tranquila :D

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