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La primera vez que JiMin vio a YoonGi fue cuando su padre le habló sobre una sesión de fotos a un rapero que recién iniciaba su carrera con el apoyo de una empresa pequeña y la gran fuerza de voluntad que todos los participes tenian para enviar a su debutante al lugar más alto en la industria musical.

No le tomó demasiada importancia, pues el mismo rapero iba cubierto con una gorra y cubrebocas que claramente, no otorgaba una imagen clara de sus facciones veinteañeras. Creyó que como otros, éste sería un tanto déspota por su naturalidad como rapero; no obstante, JiMin tuvo la fortuna de enfrentarse a él cara a cara cuando cargaba entre sus brazos algunos focos que se utilizarían más tarde.

Tiempo después pensó que si hubiese sabido que se encontraría con él, su esfuerzo para vestirse bien hubiera dado buenos resultados.

Ahí fue donde aprendió una lección: escoger bien sus prendas de ropa para evitar quedar en vergüenza.

El cabello rojizo, los ojos ahumados por el delineador negro y los labios delgados brillantes fueron suficientes para arrancarle al joven un suspiro de ensueño, el mayor era realmente guapo y con un estilo que estaba lejos de encasillarse como 'cliché'. De inmediato, sus mejillas hirvieron en pena por haber sido atrapado escaneando con su mirada al joven que trabajaba duro para atar una pañoleta alrededor de su cabeza.

Apartó de inmediato su mirada, siguió su camino con prisa y después de eso se juró a si mismo no volver a caer preso de los encantos del de ojos felinos. Podría ser diferente, pero eso ¿Lo hacía especial?

(...)

El set estaba listo para los modelos de la edición primavera de la tan aclamada revista VOGUE. Se le conocía principalmente por su extravagancia en los atuendos, maquillaje y decoraciones que le daban un aire sofisticado y deseable. Un marco fotográfico inigualable que demostraba que lo extravagante hace parte importante en la moda.

Por eso Park JiMin aspiró desde sus inicios a ser el mejor dentro de esta compañía, teniendo un padre fotógrafo de importantes revistas de moda y su madre estilista profesional, era inevitable que él no se influenciara un poco en el ámbito del glamour y deseara participar en este activamente.

Por eso, cada vez que era llamado a nuevos proyectos y cada una de las condiciones le complacian, ansiaba el momento de llegada a las promociones, entrevistas y pasarelas a cargo de los mejores.

¿Que si es vanidoso? Por supuesto, pues su imagen era hermosa y grácil. Cualquier director lo quería con él y su actitud humilde le daba un punto más para que fuese adulado por el público en general.

Toda esa fama, toda esa confianza y seguridad la había conseguido él mismo... Y un poco de la ayuda de su novio, claro.

Su nombre fue pronunciado por los altavoces del estudio y se acercó luego para iniciar con la sesión. Entre quitar prendas, arreglar el maquillaje y trabajar en posiciones nivel de circo, le tomó toda la mañana y parte de la tarde. Notando esto último por el cielo en tonos naranjas que se mostraba por una de las ventanas.

Estaba demasiado hambriento y su mánager no llegaba con la comida que había pedido, usaba una bata simple y una mascarilla hidratante por la cantidad de maquillaje usado en el día por lo que no era una opción salir por si mismo, aunque muchos lo habían visto así antes; estaba un poco perezoso ese día. Sin embargo, antes de animarse a salir, la voz agitada de una chica del staff acudió a él de prisa mientras balbuceaba un par de palabras.

-- Tranquilizate y dime qué ocurre --preguntó asustado por la actitud de la chica.

-- Llegó un paquete para usted, JiMin-ssi --seguía hablando mientras señalaba la puerta de acceso.

Cerca se encontraba un hombre vestido de traje, alto y de piel morena, de ojos de dragón y nariz afilada como los músculos marcados de sus brazos. Lo miraba con un destello dulce mientras asentía con confianza.

-- ¿Ese es mi paquete, querida? --preguntó divertido.

La mujer se sonrojo y negó-- No, él trae el paquete.

-- Gracias, linda. Puedes irte, yo me encargo del resto.

La otra no parecía convencida, pues si le llegaba a pasar un mal al modelo, ella lo pagaría con su alma.

-- ¿Está seguro JiMin-ssi? Ese tipo es tan grande y... No podría con él usted solo --argumentó mientras lo miraba preocupada.

-- Tranquila he dicho. Iré yo.

Y dicho esto se encaminó al hombre que ya tantas veces había tenido el placer de ver. Olvidando también la vergüenza de antes.

Lo saludó con un pequeño movimiento de cabeza, que fue correspondido con unos hoyuelos hermosos y las manos extendidas hacia él mostrándole una caja de color rosa.

-- ¿Cuál es el menú de hoy, Nam? --cuestionó el joven en tono divertido, le encantaba este juego.

-- Averiguelo por usted mismo, joven -- fue lo último que respondió en el mismo tono que el modelo antes de dar vuelta sobre su eje y avanzar a la salida.

Siempre era así, casi nada de palabras que dejaran al descubierto las intenciones del remitente y sin embargo, la emoción de descubrirlo por si mismo le llevaba a abrirlos siempre lo más rápido posible.

La tapa estaba bien cuidada con la típica firma Shooting Guard lo que aseguraba era de su amante secreto, de esa forma podía diferenciarlo de los diversos regalos que le enviaban. Esta vez era una caja de sus chocolates favoritos, un humectante facial, dos collares de plata y una paleta de maquillaje de la marca Dior.

Tan espléndido como siempre.

La moda de amarte | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora