La Avecilla y el Mensajero...

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El lugar se encontraba desolado. Hace exactamente dos horas que ya a sonado el timbre de salida, por lo que los estudiantes y su bullicio habían acabado, dando lugar a un silencio casi sepulcral que sólo era interrumpido por el eco que hacían los pasos del chico en el pasillo vacío.

Y ahora se preguntarán: Y sí las clases terminaron, ¿Qué hace aquél muchacho vagando como alma en pena?

Pues fácil: Está castigado. Y todo gracias a que los profesores vieron más fácil culparlo sin medidas sólo por ser el "chico problema".

Claro que el joven si era travieso y le encantaba hacer "pequeñas bromas", lo que había hecho que se ganara el título de problemático entre el personal educativo. Pero lo que en verdad hacía que su reputación fuese conocida, principalmente entre los alumnos, era que todas sus "travesuras" servían como karma para aquellos que disfrutaban humillar a los demás.

Él era sólo un humilde servidor de la justicia divina. O eso le gusta pensar.

Pero claro, a los adultos no le hacía tanta gracia que llenara la bomba de agua de las duchas del equipo popular del colegio con una pintura especial para el cuerpo que aparecía al secar. Así que mientras todos los demás estudiantes disfrutaban del espectáculo de ver al "respetado grupo" caminar por los pasillos luciendo como los propios pitufos, estos se encargaron de llamar cual bebés al director y acusarlo directamente, a lo que el viejo bigotón les creyó sin dudar y lo amenazó con sacarlo del club del que era miembro si no limpiaba los vestidores de sus vict-, es decir, "compañeros".

Así que, sin muchas opciones, tuvo que soportar el olor a podrido de aquel lugar y limpiar cual esclavo.

Más no se quedaría así.

Ya verían esos pitufos quién ríe al final.

Así que, tras terminar su trabajo, ahora se encuentra de camino a la salida con una sonrisita de quien no rompe ni un plato, si no la vajilla entera.

Más su burbuja se ve rota al escuchar música proveniente de un salón con la puerta entre abierta.

Extrañado por la posible presencia de algún otro estudiante o profesor fuera de horario, decide desviar su camino hasta el salón el cual reconoce como el auditorio, donde los de teatro y danza montan sus shows cada fin de año. Más que él recuerde a penas y están en las audiciones.

Aún más curioso, decide abrir un poco más la puerta y asomar solo la cabeza para así espiar el interior.

Al hacerlo, la melodía se hace más clara permitiendo que distinga un solo de piano suave, como el de una caja musical. Y para completar aquella sensación, una joven portando un delicado vestido negro se encuentra dando suaves y perfectas piruetas sobre el escenario.

Sin poder evitarlo, el chico se ve atrapado en los movimientos de la bailarina, provocando que termine de entrar —cerrando por completo el salón para evitar ser descubiertos— y proceda a acercarse con cuidado por un costado del salón para no ser visto. Aunque la joven se encuentra tan inmersa en su baile, que no nota cuando el muchacho llega casi hasta la primera fila y se queda inmóvil en su lugar viéndole casi embelesado.

El chico había visto presentaciones de danza antes, más había algo en la forma en la que la chica frente él se desplazaba que la hacia parecer que flotara.

Era un precioso pajarillo volando con gracia sobre el escenario.

Y él tenía el placer de deleitarse con su baile.

Pero, como con todo sueño, llega el momento de despertar y regresar a la realidad.

La chica da su último giro para terminar en una típica pose de ballet, e impulsado por el momento, el chico no puede evitar aplaudir con fuerza, provocando que fin ella note su presencia.

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