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―¡Chae, mira! Ellas siempre están comiendo chocolates ―se quejó Dahyun cuando clavó su mirada en un pequeño grupo de cuatros chicas que se encontraban sentadas en una esquina alejada del patio principal.
―¿Crees que solo comerán eso? Mamá dice que no es bueno. ¡Deben comer fresas! ―exclamó jugando con sus deditos.
―¡No es cierto! ―refutó Dahyun― Claro que es bueno comer chocolates ―observó cómo su amiga se encogió de hombros.
―Pero, ¿tú quieres o por qué las miras tanto? ―preguntó Chaeyoung inclinando su cabeza hacia un lado.
―Me gustaría comer chocolates todos los días...
―Vamos y les pedimos ―la menor cogió la mano de Dahyun y empezó a caminar por el pasillo de su escuela.
―Espera ―Dahyun frenó en seco― ¿Y si nos dicen que no?
―¿Ves a esa chica con dientes de conejito?
―Sí... ―asintió con la cabeza.
―¿Crees que se negaría a darnos un pedacito? ―siguió avanzando y Dahyun levantó sus hombros en forma de duda.
―Pero... no son de ella los chocolates
―¿Y de quién son? ―esta vez Chaeyoung detuvo su caminata.
―Es de aquella chica, la que tiene dos colitas ―apuntó Dahyun. Chaeyoung rio y golpeó ligeramente la mano de su amiga para que bajara su dedo, pues había aprendido que eso no se hacía.
―Entonces menos te debes de preocupar ―tapó su sonrisa con una mano―. Ella es muy tierna, ¿no lo ves?
Dahyun no respondió, solo se aferró del agarre de Chaeyoung y siguieron adelante hasta situarse a tan solo metros del grupo de chicas.
