Prólogo

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— Te digo Scott, será divertido, nada como venir al bosque de noche y buscar una mitad de un cuerpo, incluso sería genial encontrarnos con el asesino, ¿No crees?

El pelinegro negó de inmediato mirando a todos lados con temor.

— ¿Recuerdame porque acepte venir?

El castaño respiro profundo y dando la vuelta tomo a su mejor amigo de los hombros.

— Porque si muero aquí te sentirás culpable toda tu vida, te deprimiras y terminarás en Eichen de tantos intentos de suicidio porque no soportarias una vida sin mi.

El de ojos chocolate miro entre sorprendido y horrorizado a su ojimiel amigo.

— Ahora porque en vez de estar preguntando cosas que ya sabemos nos ponemos en marcha, tenemos que hayas un cuerpo.

Y sin más comenzó a caminar dejando a su amigo muy pensativo.

— ¡Vamos Scott!

El pelinegro agito la cabeza y acelero el paso hasta alcanzarlo y posteriormente sacar su inhalador.

— ¿Sabes?, Aún recuerdo la primera vez que entramos al bosque –comenzó el castaño mientras miraba al suelo.

— ¿Recuerdas a ese niño?

Scott asintió y miro interrogante a dónde su amigo.

— ¿Que con él? –cuestionó y solo obtuvo un encogimiento de hombros de parte del castaño.

— A veces lo miraba, cuando jugábamos en el patio de mi casa, siempre que me quise acercar se iba, creo que me amaba.

Scott frunció el ceño.

— ¿Crees?, Que yo recuerde una vez te conté que dejó un conejo en mi puerta, aunque estaba muerto mamá aprovecho e hizo un rico estofado.

Stiles puso los ojos en blanco.

— Ese día estaba en tu casa, era obvio que era para mí, además, yo ando tras Lydia.

Scott asintió y no pudo evitar pensar en el ojiverde, él recordaba que siempre le dejaba conejos, hasta que un día dejo de hacerlo, nunca entendió que pasó pero tampoco le diría a su amigo que esos conejos a veces llegaban sin que el estuviera ahí.

— ¿Oyes eso?

Nego de inmediato y volvió su vista al frente, dos puntos rojos aparecieron frente a ellos.

— ¿Crees que sea la policía? –cuestionó y Stiles se encogió de hombros.

— No lo sé, pero si papá nos atrapa en el bosque, es seguro que tendremos muchos problemas –dijo pero algo andaba mal y pronto lo supo, empujó a Stiles y sintió un dolor en su cadera para luego ver qué una cosa negra se separaba de Stiles y se alejaba.

— ¿Stiles? –pregunto preocupado y levantándose.

— Estoy, estoy bien –dijo y Scott pudo ver la mordida en su brazo con preocupación olvidandose del dolor que sentía en su cadera.

— Debemos salir de aquí, esa cosa puede volver –dijo Stiles y Scott lo puso en pie para comenzar a caminar.

— ¿Que crees que pudo haber sido esa cosa? –cuestiono el pelinegro y el castaño parecía estar perdido en sus pensamientos.

— ¿Stiles?

El castaño se encogió de hombros y le regaló una pequeña sonrisa a su amigo.

— Hay que llegar a mi Jeep –dijo y caminaron alumbrandose con la lámpara.

Cuando por fin llegaron a la carretera ambos fruncieron el ceño al no ver la Jeep.

— ¿Si la dejamos aquí no? –cuestionó el pelinegro viendo a todos lados y dejando a su amigo para salir a la carretera pero casi era arrollado por una camioneta por lo cual regreso asustado y tomando a Stiles se encaminaron a otro lado en busca de la Jeep.

— ¿Estás bien?, parece asustado.

Scott asintió y le contó que casi lo arrollaban.

— Si que no tenemos suerte.

Ambos rieron levemente y al salir unos cuantos metros después pudieron ver la Jeep siendo examinada por uno de los policías, más específico, el sheriff.

— Va a ser un gran regaño –dijo Stiles para luego decirle a su amigo que el se echaría toda la culpa.

— Hola papá, ¿Que haces por aquí?

El sheriff volteo de inmediato y los alumbró, estaba dispuesto a reprenderlo pero al ver la sangre se asustó y llamo a una ambulancia, los revisaron y tomaron declaraciones.

— ¿Seguros que era un lobo? –pregunto el sheriff y al recibir asentimientos de ambos miro a un colega para que llamara al veterinario y viera las mordidas que parecían profundas.

— Aunque ahora que lo pienso, los lobos no habitan California desde hace mucho, a lo mejor era un coyote, aunque no parecía uno...

Scott dejo de prestar atención a lo que decía su mejor amigo al ver unas extrañas luces azules en medio del bosque junto a unas rojas.

— ¿Sheriff de casualidad llamo a mi mamá? –pregunto después de que vio que las luces desaparecieron.

— Aún no, así que si es algo grave me veré en la obligación de contarle, aunque de igual forma le tengo que decir, es mi deber como sheriff, por eso Tara la llamara en cuanto el Dr. Deaton de su veredicto.

Scott asintió y volvió su vista a su mejor amigo que seguía sacando hipótesis de lo que podía llegar a ser esa cosa.

— Tal vez hasta incluso un hombre lobo como aquel niño que conocimos la primera vez que nos aventuramos en el bosque...

Scott recordaba ese día, le había preguntado al niño porque lloraba y se reía de el mismo internamente, esos ojos verdes aún los veía en sus sueños.

— Dudo mucho que los hombres lobo existan Stiles –dijo el sheriff abrazando a su hijo y luego paso su mano al cabello negro de Scott y lo despeinó.

— Igual yo –dijo Scott sonriente pero al volver a ver a dónde había visto las cuatro luces pudo verlas de nuevo, aunque ahora eran ocho, cuatro azules, unas amarillas y las dos rojas.

— Hombres lobo –murmuró bajando la mirada y frunciendo el ceño.

— Exacto Scotty, mañana investigare todo –dijo Stiles sonriente ya que su amigo le estaba dando el beneficio de la duda sobre un tema que jamás creería, jamás.

Continuará...
Espero les guste.

19-04-22

Carbono Puro CristalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora