cap. 3

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Scaramouche agarró las sábanas mientras el pelirrojo lo golpeaba por detrás. Sus embestidas se volvieron más ásperas y rápidas, lo que generó sonidos aún más obscenos del culo mojado del hombre más bajo.
¿Interrogatorio? No, eso terminó hace días, a Scara se le permitió irse hace mucho tiempo porque el hombre, Diluc, se había dado por vencido. Ahora todo lo que hacían era encontrarse solo para follar de vez en cuando.

—¡P-por favor, déjame venirme! ¡N-no puedo soportarlo más!— El heraldo gimió lascivamente cuando sintió que su entrada se estiraba hasta el límite por esa polla gorda y gruesa que lo embestía.

—¿Crees que mereces venirte?— Diluc gruñó mientras le daba al otro una fuerte palmada en el trasero, las embestidas se volvían más duras que antes. Los brazos de Diluc bajaron hasta el pene de Scaramouche y comenzaron a frotar bruscamente. Un gemido rasgó la garganta del baladista cuando el hombre más alto no mostró piedad. Sentía su orgasmo acercarse.

—¡Mi-mierda! ¡me corro! ¡Ah! ¡justo ahí!— el sexto chorreó con fuerza, soltando todo, se sentía tan jodidamente bien. —Puta estúpida, te tiemblan las piernas. Eres un jodido inútil, ¿es esto lo que hacen los Heraldos? ¿Te follan así?— el más alto se burló mientras continuaba criticándolo despiadadamente.

—Mgh....— Scara gimió ante la constante degradación del hombre, por lo general era él degradando a sus subordinados, se sentía tan sucio e inútil. —¿La zorra se puso aún más húmeda por eso?— sus ojos se dirigieron a una ventana. Pensó en algo.



Antes del que pequeño pudiera recuperarse de su orgasmo, fue puesto de espaldas contra la ventana.
—¡Espera! A-acabo de venirme...—

—Agarrate de mi hombro si no quieres caerte.— dijo, ignorando las palabras del chico; separando las nalgas del chico y metiendo su gorda polla en éste; robándole un gemido ahogado al Fatui.

—¡Ah, hey..! ¿Q-qué pasa si alguien ve?

—Es medianoche, nadie se queda despierto tan tarde por aquí.—
Sus embestidas no se detenían, quién querría hacerlo si estuviera follándose a un mocoso tan bueno.
—Ngh... tan cálido...—

Los gemidos no cesaban de su dulce boca, el Fatui clavó sus uñas en el hombro del más grande, en esta posición podía sentir como su polla golpeaba despiadadamente su interior. Volvía a sentirse cerca de su orgasmo.





Esta noche no acabaría pronto, como la de aquella vez.




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¿Un Heraldo Fatui o una Muñeca Sexual? // scaramouche x allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora