Cuando el papá de Hinata Hyuga muere, la niña de papá y la querida flor de la sociedad se encuentra sola y sin dinero. Tuvo que despedir al personal de la casa y ahora tiene que vender sus ropas de diseñador para mantenerse a flote.
Ella culpa a un...
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No puedo creer que esté tan emocionado de abrir mi propia puerta. No había tenido tiempo de llamarla debido a reuniones consecutivas que no podía posponer, no si iba a tomarme un tiempo libre en un futuro cercano. No recuerdo la última vez que me tomé un tiempo libre. No desde que mi primera empresa estaba en funcionamiento.
Siento la necesidad de llevármela a alguna parte. No puedo olvidar que acababa de sufrir una pérdida y su vida había dado un vuelco. Lo último que necesita es que un imbécil la presione constantemente sobre nuestra relación. No es de su maldita incumbencia.
Escuché su voz cuando abrí la puerta y me sorprendió gratamente cuando vino casi volando hacia mí por el pasillo, incluso antes de que hubiera despejado la entrada. La agarré en mis brazos y di vueltas con ella, sonriendo como un tonto.
"Oye preciosa, ¿me extrañaste?" La besé como si tuviera la respuesta a la vida escondida en sus labios.
Ignoré el carraspeo de Sakura detrás de nosotros hasta que estuve satisfecho, antes de bajarla.
"Adiós, señor Uzumaki." Sus ojos brillaban y me pregunté qué habían estado haciendo las dos.
Aunque me había resistido a llamarla, llamé a la casa y hablé con Chio, quien dijo que las chicas estaban en mi habitación viendo una película. Por supuesto, las había estado mimando todo el día. Ella estaba en su elemento, lo sé, y se notó cuando caminó hacia nosotros al salir por la puerta. Debería haberse ido hace mucho, pero le pedí que se quedara y cuidara de mi chica hasta que llegara a casa. Sakura, como chica inteligente que es, se despidió y se fue con Chio, dejándome a solas con ella. También fue algo bueno porque tenía una necesidad de ella que no podía esperar.
Me estaba desvistiendo entre besos robados mientras la acompañaba de espaldas por el pasillo hasta el dormitorio. Fue un trabajo fácil con los lindos shorts que usaba y saqué su camiseta sin mangas por su cabeza, dejándola caer al suelo antes de levantarla en mis brazos.
Me rodeó con las piernas y se inclinó para darme otro beso. Yo estaba muy feliz de complacerla.
La acosté contra la cama y seguí manteniendo nuestros labios sellados. Su cuerpo se sentía tan familiar, como si conociera cada curva. Busqué con mis dedos y encontré el pequeño lunar en su cadera que me fascinaba y había pasado demasiado tiempo jugueteando con mi lengua la primera vez que lo encontré.
Solté sus labios y bajé por su cuerpo. Abrió las piernas para aceptar mi boca, pero ahora que la tenía justo donde la quería, estaba de humor para provocarnos a los dos. Lamí el lunar y jugueteé con la piel que lo rodeaba con mis dientes mientras ella tiraba de mi cabeza e intentaba acercarme a su coño.
Le di una palmada en la cadera de 'compórtate', y volví a provocarla, bajando con la lengua por el pliegue interior de su muslo. Pasé mi nariz sobre su vientre bajo, tomando su olor profundamente en mis pulmones.
