Cuando el papá de Hinata Hyuga muere, la niña de papá y la querida flor de la sociedad se encuentra sola y sin dinero. Tuvo que despedir al personal de la casa y ahora tiene que vender sus ropas de diseñador para mantenerse a flote.
Ella culpa a un...
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Su recuerdo me atormentó toda la maldita noche. En lugar del cóctel al que se suponía que debía asistir, pasé el resto de la noche moviéndome por mi terraza tratando de descifrarla en mi cabeza. Incluso el trago de whisky que había bebido después de mi cena ligera de salmón y ensalada no había adormecido los pensamientos sobre ésa mujer y en lo que estaba pasando.
Ella acababa de perder a su padre y por lo poco que había visto estaba teniendo dificultades enormes para afrontarlo sóla.
Me levanté a la mañana siguiente todavía pensando en ella, preguntándome si me haría una visita al final del día. Ya no había una razón para que lo hiciera, y me encontré extrañándola. Creo que me atraía un poco, lo cual no tenía ningún sentido. Me gustan las mujeres tranquilas, esta tenía 'problemas' escrito por todas partes.
Pude sacarla de mi mente el tiempo suficiente para concentrarme en mi trabajo, que sin sus pequeños contratiempos iba muy bien. La empresa de su padre no fue mi primera adquisición, pero fue la joya de la corona de mi imperio en crecimiento. Quería estar en la cima del juego, quería jugar en las grandes ligas, así que sabía que tenía un largo camino por recorrer.
La compañía Hyuga era una metrópoli en sí misma. Incluía un periódico, una revista, estudios de televisión y bienes raíces. Y lo tengo todo por un módico precio. Todavía no veo cómo uno de los hombres de negocios más importantes del mundo lo perdió todo, cayó tan bajo al final. Avaricia, supongo. A veces, cuando la gente tiene tanto dinero, se vuelve estúpida. Dejan que el dinero los maneje en lugar de que sea al revés.
Hiashi se había mezclado con las personas equivocadas que iban tras cosas que no eran suyas. La Comisión de Bolsa y Valores lo había pisoteado por tráfico de información privilegiada y las fichas habían comenzado a caer desde allí. Cuando llegué, apenas colgaba de un hilo. Podría haberle ofrecido el doble de lo que le ofrecí, pero estaba tan decepcionado de él y de las decisiones que había tomado que no fui bueno con él. Si hubiera sabido que él habría terminado con su vida, probablemente habría hecho las cosas un poco diferentes.
No era como si le hubiera dado el arma, así que ¿por qué debería sentir esta culpa? Yo sé porque. Era el rostro de su maldita hija lo que me perseguía.
Si creyera lo que se está escribiendo de ella en la prensa, pensaría que no era más que una chica descerebrada sin nada más en mente que la próxima aventura de compras o dónde encontrar su próxima conquista. Nada de eso representaba a la mujer que había estado frente a mí estas últimas semanas. No era tan frívola como estos informes la hacían parecer.
Déjalo ir Naruto, no es asunto tuyo; tu pene te va a meterte en problemas sino paras con ésto.
En el pasado yo era el mejor, siempre menospreciaba a los hombres que eran guiados por sus penes. Soy demasiado maduro para unirme a ese club de soquetes. La presión intensa en mi bragueta se burlaba de mis palabras. Bajé la mirada a mi regazo con disgusto. No puedo creer que mi pene me haya traicionado así.
