Capítulo Seis

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María y Ruth corrían entre los largos pasillos del palacio en busca de uno de los pasadizos secretos que daban a la parte de atrás, estaban agitadas con los nervios a flote, temían que alguien las descubriera.

—Sostén bien al príncipe, procura que no se despierte— susurro la criada de la princesa cuyo cabello era rubio— No falta mucho para llegar.

—No sabes cuan agradecida estoy— Ruth no pudo evitar las lágrimas, pronto salvaría al hijo de su amado.

Los pasillos se la hacían infinitos, sentían que su garganta se secaba a cada paso que daban, estaban a punto de llegar a su meta cuando una voz se escuchó a sus espaldas haciéndolas brincar del susto, Ruth giro su cuerpo rápidamente haciendo que el bebé en sus brazos despertara

—Me preguntaba si iban algún lado, pero ya veo que si—Era la princesa junto a un grupo de guardias.

Las dos amigas podían sentir su sangre abandonar su cuerpo.

—Mi señora—Diana solo pudo sonreír al ver el miedo de las dos amigas.

La mente de Ruth solo podía pensar que María la traiciono, su amiga, la que había prometido ayudarla a salvar una vida inocente la había vendido a su dueño.

— ¡María, eres una maldita traidora!—No lo pensó dos veces para salir corriendo con el bebé que a esta punto había comenzado a llorar, aunque no pudo legar muy lejos cuando uno de los guardias la agarro por el pelo tirando de ella hacia atrás y otro le quito el bebé de las manos— ¡Ikeni!

Diana quería hacer todo de un modo pacífico, pero si no cooperaban tendría que hacerlo por las malas y claro que ella prefería la segunda opción.

— ¡Su majestad, por favor se lo ruego, no entregue a su sangre a las manos de sus verdugos!— La amante del príncipe sentía que podría morir de la desesperación, le quitaron lo único que tenia de su amado, el llanto de ese niño hacia que su corazón se rompiera.

La princesa logro calmar a su sobrino mientras el guardia que sostenía a Ruth la callaba, a ninguno les convenía ser descubiertos por otra personas.

—Encierren a esas malditas traidoras— sin más se fue del lugar mientras las criadas eran arrastrada al calabozo.


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