Todo había ido bien hasta que un guardia al que no habían tenido en cuenta salió a hacer sus necesidades en los arbustos.
El hacha arrojadiza de Lisa lo había golpeado de lleno entre los omóplatos, pero no antes de que gritara, dando la alarma.
Después de eso, las cosas rápidamente fueron de mal en peor.
- ¿Cuántos hay? - Jisoo gritó, desde el otro lado del claustro, golpeando la cara de un sajón con el borde de su escudo. - ¡Definitivamente es más de una maldita veintena!
- ¡Sigue luchando! - Lisa se agachó bajo la estocada de una lanza, y dejó inconsciente a otro soldado con un golpe en la cabeza. - ¡Eventualmente se quedarán sin refuerzos!
Alguien había prendido fuego a uno de los estandartes de los Saxson, verde y dorado, con un sello que Lisa no reconoció, ni siquiera de cerca, y el aire se llenó con el hedor de la tela humeante.
Una bruma oscura había caído sobre el priorato, ocultando las estrellas y el río de la vista. Hombres y mujeres aparecieron y desaparecieron alrededor de Lisa, emergiendo del humo como espectros, antes de desaparecer con la misma rapidez. El sonido también estaba silenciado; el sonido metálico del acero contra el acero, los gritos de guerra, los gritos de terror.
Era un sueño, y Lisa lo atravesaba aturdida, los pulmones ardían por el calor del fuego y los ojos llorosos.
Para ella, la batalla duró horas, pero cuando bajó el hacha a su costado, con los músculos tensados, Lisa lo reconsideró. Debido al humo, había sentido que los sajones no tenían fin, pero cuando un viento frío se llevó la neblina, limpiando el aire, se dio cuenta de que su conteo inicial no había estado muy distante.
La mayoría de los guardias habían sido sometidos y estaban sentados en un grupo infeliz con sus guerreros vigilándolos. Algunos habían muerto, lo cual era inevitable, pero la vista aún agrió el estado de ánimo de Lisa. No le gustaba matar si podía evitarse, y lamentó que no hubieran logrado completar su tarea tan sigilosamente como estaba planeado.
- ¿Las mujeres? - preguntó, haciendo un balance de sus fuerzas. Excepto por algunos cortes y magulladuras, todos parecían estar bien, y sus hombros se relajaron.
- Envié a Yoongi, Rosé y Mark para reunir a las monjas - Jisoo respondió, apoyándose en su lanza. Nunca lo admitiría, pero Lisa se dio cuenta de que estaba cansada. Tan cargada de fatiga como se sentía ella - No deberían tardar demasiado.
Ella acababa de hablar cuando reaparecieron los tres, pastoreando a las santas cristianas. La mayoría se veía y olía aterrorizada, pero la que estaba a la cabeza, que vestía mucho más lujosamente que el resto y cuya cruz era de oro macizo, no de madera, se mantenía como si el drengir que la rodeaba fuera una guardia de honor.
- Ese es su líder - Yoongi aconsejó, poniéndose del lado de Lisa. - Y la de atrás, vestida de otra manera la encontramos en el campanario, lejos del resto.
- ¿Una prisionera? - Jisoo preguntó, frunciendo el ceño.
- Posiblemente.
- No importa - Lisa los cortó. La chica de la que estaban hablando se había puesto una capa, la capucha profunda cubría sus rasgos. Estaba tan apartada de las monjas como los guerreros de Lisa le permitían, con la espalda tan recta como la de su líder. Una noble sin duda, si Yoongi tenía razón. Lo que significaba más problemas de los que quería o de los que tenía tiempo de afrontar. - No es por eso que estamos aquí, ¿recuerdas? - Ella no alcanzó el tono autoritario que había estado buscando. La mujer encapuchada la miraba directamente a los ojos, Lisa podía sentir el peso de su mirada a pesar de la prenda. Era una distracción.
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The leaves of Yggdrasill (Jenlisa G!P)
FanfictionInglaterra no era nada como Lisa había imaginado. Tenía tierras más suaves y pastos más verdes, pero el sabor del aire en su lengua era como el de una fruta pasada. No podía comprender a los sajones, con su forma de pelear y vestir tan poco práctica...