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- No necesitas... yo no necesito...

Jennie se arrodilló frente a ella, lo que habría sido suficiente para hacerla tartamudear por sí sola, pero sus dedos estaban dibujando patrones perezosos sobre los muslos de Lisa, peligrosamente cerca de su entrepierna.

Lisa ya estaba rígida allí, y eso hacía que sentarse fuera mucho más incómodo.

- No estás obligada a atenderme - Lo intentó de nuevo, extendiendo la mano para agarrar las manos de Jennie con las suyas. - Somos iguales. Tú no-

- ¿Pero y si quiero? - Jennie miró con ojos grandes y hambrientos y se lamió los labios.

Lisa no pudo apartar la mirada, ese simple destello de lengua rosada fue suficiente para hacer que la dureza entre sus piernas se elevara aún más. Suficiente para hacerla imaginar el calor húmedo de la boca de Jennie alrededor de su polla.

- ¿Y si quiero, Lisa? - Jennie tiró de sus manos libres, y esta vez, cuando sus dedos comenzaron a desatar los cordones de cuero que mantenían cerrados sus pantalones, Lisa no la detuvo. - ¿Qué pasa si creo que hay más que curar tus heridas? - Las manos de su compañera estaban frías contra la carne que picaba por el calor, y cuando Lisa fue cuidadosamente liberada de los estrechos y sofocantes confines de la tela, no pudo contener un escalofrío expectante.

Dulce Freya, ten piedad, sus habitaciones estaban perfumadas en la necesidad de Jennie. Lisa estaba segura de que todos dentro de la casa comunal podían oler a su pareja, pero no se atrevía a preocuparse. Olía tan delicioso, como el dulce y goteante panal que ella y Jisoo solían robar de las tiendas de alimentos cuando eran niñas.

Hizo que Lisa salivara.

- Supongo que - sus palabras fueron devoradas por un grito ahogado. - Si... si quieres... ¡ah! - Con las caderas levantadas, persiguió la mano de Jennie. Su toque. Ella se sintió tan bien. Lo único que podía evitar que el fuego ardiendo debajo de la piel de Lisa la dejara como un montón de cenizas.

Realmente no había hecho clic en lo excitada que la había puesto al ver a Jennie en una posición tan subordinada, hasta que Lisa hizo un balance de su propio eje. Bajo el lento deslizamiento de los dedos de Jennie, se había endurecido por completo, la erección se inclinaba hacia arriba incluso sin ayuda. Rígida contra su vientre.

Lisa sabía, por los recuerdos de juegos estúpidos que jugaba de joven, que era... considerable en comparación con otros alfas. No excepcionalmente más largo que el promedio, pero más ancho de circunferencia, seguro.

Todos los jóvenes que había conocido pasaron por esa estúpida fase de maduración. Las posturas y las burlas. Las comparaciones con los demás del clan durante las abluciones matutinas en el río. Por lo general, duraba unas pocas semanas, un mes o dos en el peor de los casos, justo después de que fueran declarados adultos frente a todo el pueblo. Después de que los Vølve les hubieran dado a cada uno de ellos la runa inicial para su primer tatuaje.

Se miraban de soslayo el uno al otro, y los más descarados miraban abiertamente. Y luego comentaban, se burlaban unos de otros hasta que alguien se pasaba de los límites y era tirado al agua helada.

Estaba segura de que los adolescentes alfa sajones pasaban por lo mismo.

Así que Lisa lo sabía, pero no había tenido motivos para insistir en ello durante mucho tiempo. Y tampoco les importaba, ni se jactaban de la forma en que algunos lo hacían cuando estaban demasiado llenos de hidromiel para comportarse mejor.

Pero, por los dioses, la forma en que Jennie miraba la estaba haciendo consciente de ello. De la circunferencia y el peso sólido, y cómo se balanceaba cada vez que la mano resbaladiza de pre-semen de Jennie lo soltaba en la punta con un giro y un fuerte apretón.

The leaves of Yggdrasill (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora