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Lisa se despertó con un cuerpo cálido presionado contra el suyo. Respiró hondo, un aroma celestial se filtró hasta sus pulmones. Sin que ella pudiera evitarlo, su cuerpo reaccionó, impulsándola a buscar la fuente del embriagador almizcle.

No es que tuviera que ir muy lejos.

Jennie estaba acostada a su lado, con los ojos marrones nublados por el sueño. Evidentemente, el movimiento de Lisa la había despertado a empujones.

- Hey - El aroma misterioso, a miel y clavo y cosas suaves e íntimas, venía de ella.

Omega, el cerebro confuso de fragancias de Lisa clamó, empujándola a enterrar su rostro en el hueco del cuello de Jennie. El olor era más fuerte allí y calmó todos los dolores de su cuerpo. Durante unos momentos idílicos permanecieron suspendidas, luego el pensamiento racional se apoderó de ella y se echó hacia atrás, su rostro rivalizando con el fuego cercano por el calor que generaba.

- L-Lo siento. No quise hacer...

- Esta bien - Para su sorpresa, Jennie se acercó más, persiguiendo el contacto. - No me importa - sus ojos cambiaron de color brevemente, pequeñas espigas verdosas en los bordes de su iris -Tenía miedo de haberte perdido. No debería preocuparme por ti en absoluto - Sus cejas se arquearon y su boca se curvó en disgusto, pero Lisa no dijo nada. Tenía la impresión de que Jennie no le hablaba realmente, sino que pensaba en voz alta.

Las palabras fueron solo una consecuencia de ese proceso.

- Pero lo hago - Los dedos de Jennie se deslizaron bajo la manta que los cubría a ambos, entrelazándose con los de ella. Comparada con su mano, la omega era pequeña, su piel intacta donde la de Lisa estaba llena de cicatrices y áspera por las callosidades - Sé eso y no entiendo por qué debería importarme un idiota con la cabeza tan vacía que se fue sola y casi se mata a sí misma.

Bien. Ahora Jennie estaba enojada con ella. Un poquito.

- Tú me pones la cabeza vacía - Lisa le dijo, aliviándose de algo con lo que tuvo tiempo de aceptar mientras estaba fuera. Había comenzado en el priorato, cuando sintió la mano de Jennie apretarse alrededor de su antebrazo. Entonces había detenido a Lisa en seco, e incluso después, mientras la llevaba de espaldas al río, Lisa apenas había logrado poner un pie delante del otro.

Jennie era la mujer más hermosa que había visto en su vida y algo se había movido dentro de ella, no solo físicamente. Eso podría haberlo descartado fácilmente, pero las furiosas tormentas que incluso ahora destrozaban su corazón eran mucho más difíciles de ignorar. Imposible sacarlo de su mente. Y Lisa no quería.

- ¿Yo que? - Jennie se descascarilló, su aroma se arremolinaba, bailando dentro de los pulmones de Lisa.

- Tú me pones la cabeza vacía - Lisa repitió, y sucumbiendo al tirón irresistible que manos invisibles habían forjado entre ellas desde el principio, acunó la mejilla de Jennie y la besó.

Para empezar, fue descuidado. Mojado y frenético por el alivio que a menudo abrumaba a Lisa después de una batalla. Que ella todavía estaba viva. Todavía respirando. No mutilada ni capturada.

Y cuando la boca de Jennie se abrió debajo de la de ella, cálida y dócil, fue un regreso a casa, muy retrasado.

Lisa no era una jovencita agitada en este asunto. Había besado a personas antes. Hombres y mujeres, durante las fiestas o en celebración de alguna victoria. Besos borrachos que no llevaban a ninguna parte y no significaban nada.

Esto significaba todo.

- ¿Está segura? - Lisa se sintió obligada a preguntar, cuando se separaron en busca de aire. Los labios de Jennie estaban rojos e hinchados por los besos, sus ojos eran casi todo pupila.

The leaves of Yggdrasill (Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora