Mi corazón dejo de latir. Estoy con nuestros recuerdos, con nuestros momentos, recordando, intentando saborear una vez más tus besos, rogándole a mi memoria que nunca pierda ni un sólo detalle de ti.
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En el momento en que Armin vio a Kenna por primera vez, su mundo se detuvo.
Estaba sentada en una banca blanca, bajo la sombra de un cerezo. Sus dedos delicados sostenían un cigarro en una mano y una rosa en la otra mano, arrancando los pétalos uno por uno en un ritual silencioso.
Kenna estaba vestida con un vestido largo, una mezcla de negro y beige que contrastaba con su piel pálida. Su cabello estaba recogido en un peinado elegante, revelando su cuello esbelto. A pesar de su apariencia frágil, había una fuerza en sus ojos que Armin encontró intrigante.
Desde su perspectiva, Kenna era una enigma, una mezcla de gracia y misterio. No podía apartar la vista de ella, capturado por la belleza etérea que irradiaba. En ese momento Armin supo que su vida nunca volvería a ser la misma
— Discúlpe... –dijo, su voz era apenas un susurro – ¿Podría...?
— No tengo otro– dijo, refiriendose al cigarro que sostenia–
— No, no quiero un cigarro – aclaro Armin mientras observaba a la chica que le estaba quitando flores a aquella rosa que aun sostenia en su mano– ¿podría apagarlo?
— Acabo de encenderlo – protesto mientras que el tono de su voz era sumamente calmado, Armin sentía algo tranquilo al escuchar su voz, era algo realmente confuso–
— Está prohibido fumar, apagalo – La chica alzó su mirada para observarlo, no se veía muy feliz con la peticion del rubio–
ella se levantó de aquel asiento mientras se quitaba sus lentes. Fue un silencio incómodo ya que ninguno de los dos emitía una sola palabra, pero cuando ella se quitó aquellos lentes Armin pudo notar que sus ojos eran obscuros como la noche, eran realmente bonitos
— ¿Tu crees en lo que llaman destino?– dijo sin apartar su vista del ojiazul, Armin desvio su vista al suelo–
—¿Que?– Armin puso una cara de confusión, no comprendia la pregunta de la chica–
— Lo que escuchaste – el rubio estira su mano intentando quitarle el cigarro, pero la pelinegra echa su mano hacia atras evitando que le quite el cigarro– ¿A quien le importa el destinó? Si alguien aparece cuando lo necesitan, lo llaman "Destinó" – ella tomo su mano con delicadeza para después dejar su cigarro en su mano, se puso lentamente sus lentes y se colgó su mochila en su espalda y camino fuera de ese pequeño jardín–
Armin se quedó allí, sosteniendo el cigarrillo que Kenna había dejado atrás. Miró el objeto con una mezcla de asombro y confusión, como si fuera un artefacto de un mundo desconocido. La esencia de kenna aún se aferraba a el, un recordatorio tangible de su encuentro
El silencio que siguió a la partida de kenna fue ensordecedor. Armin se encontró bajo el cerezo, con nada más que el sonido de sus propios pensamientos para hacerle compañía. La imagen de la chica con su vestido largo y su cabello recogido, se grabo en su mente. La forma en que sus ojos se habían suavizado, el destello de respeto que había visto en ellos, todo le parecía surrealista.
Armin no pudo evitar sentirse un poco aturdido. Había visto algo en la pelinegra que lo atraía, algo que no podía explicar. Aunque su encuentro había sudo breve, Armin sabía que este momento, este recuerdo, se quedaría con el para siempre. Y mientras se quedaba allí, no pudo evitar preguntarse si volvería a ver a kenna de nuevo
