[7] [Juventud]

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—🥀


YeonJun no podía conciliar el sueño.


El reloj de la mesa de noche dictaba las una de la mañana del viernes. Los ojos le pesaban, el cuerpo le exigía descansar y su cabeza era la que hace ya mucho pedía un poco de tranquilidad. Cosa que no podía darle apropiadamente.

Sacó las piernas de las sábanas, vagando a la nada, como él. Sus pies descalzos tocaron el tapete que posicionó frente a su cama, a un lado de sus pantuflas de peluche.

Infantiles y lindos.

Sonrió melancólico, eso fue lo que Soobin había dicho la primera vez que las vió cuando apenas el par de zapatos le habían llegado del envío y los sacó de la caja.

Eran rosadas, a YeonJun le gustaba mucho ese color pero no tanto como el morado. El morado era simbólico para él, mucho.

Era su color favorito.

Porque era de ese color, el primer obsequio que Soobin le dió. No algo lujoso, no algo grande, no algo que causaría un enorme impacto para los demás al primer vistazo.

Pero para su corazón valía más que el oro. Más que cualquier otra cosa de valor alto. 

Una pulsera de hilos morados. Sólo eso era.

Una vieja liga de hileras moradas ya desgastada.

Esa que se volvió su amuleto de la suerte sin intención de serlo, sólo sucedió. El preciado tesoro que mantenía y nadie sabía, ni siquiera el mismo líder pues era un secreto que solamente su corazón y él guardaban como cómplices.

Además de otros secretos y pensamientos que compartía ocasionalmente al satélite sobre sus ojos, a millas lejos de él. La luna lo sabía. Como si fuera una amiga o incluso su consejera silenciosa.

Una buena guardiana de sus secretos.

De sus más íntimos secretos del corazón.

—Esta mal.

YeonJun decía eso por quinta vez.

Sus pies en cambio no cedieron y siguieron su camino, como si esa orden no fuera dirigida a sus extremidades y fuera más para si mismo. A su conciencia.

A su corazón.

Estaba impaciente, ansioso. Yeonjun era un gran enredo y un desastre de emociones que se mezclaban todo en su estómago apretujado.

Sus pies se detuvieron.

"Quiero terminar con Arin"

Apretó el puño sobre su pecho, su espalda chocó más contra la pared como si quisiera comprobar si de verdad era de algún material resistente aún si sólo buscara alguna razón para no irse, su propia conducta era errónea en muchas partes. Él no debería estar aquí. Justo aquí.

Quiso irse a su habitación pero era demasiada petición.

Se asomó a la ventana, acechando como un minino tras mover a un lado la cortina que cubría el enorme cristal deslizable. Viendo a dos sombras bajo el farol de la calle desolada.

Parecían charlar, otras veces no decían nada, y otras, solamente parecían divagar sin intención de dar el primer paso para romper ese silencio nocturno que los sonidos de la misma noche se encargaban de hacer el ambiente menos incómodo para la pareja que de por si mantenían una visible distancia.

YeonJun se sentía como un metiche. Lo era. No podía conciliar el sueño sabiendo que debajo del edificio Soobin y Arin estaban hablando. Quizás abrazados, quizás solamente caminando sin rumbo, quizás... besándose.

EL PRECIO DE LA FAMA | SOOJUN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora