Capítulo 29

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Ónix Cromwell

—¡Maldición!

No paraba de maldecir durante las dos horas siguientes igual que un puto dramático. ¿Es que no se daba cuenta? Ahora ella había tirado del gatillo.

Sacarme el sabor de su boca será difícil, es un sabor acaramelado jodidamente delicioso. Pero eso no quita que me sienta como una escoria o una sanguijuela, que le absorbía todo. Claro que llevaba deseando este momento desde hace mucho tiempo atrás, sin embargo, sería traspasar un límite, romper una promesa. La promesa que hice. Milena es brutalmente bella y sincera, que siento me lleva de vuelta a un remolino hondo y oscuro.

El problema es que me aterra robarle su juventud, ¿Que me vió de hermoso? No soy más que un puto hombre perseguido por las sombras del pasado, incapaz de desatarse de ahí.

Paso las manos por el cabello, exasperado, endiablado, enloquecido, y luego observo la bañera intacta. Milena es joven, prometedora, llena de ilusiones, todo lo que yo no podré tener. ¿Que futuro le ofrecería si termino de cruzar la línea? Claramente uno de unicornios, no. Y lo que me jode, es que, a pesar de parecer un idiota me siento enteramente feliz. Disfruté el beso, sé que ella pudo haber besado tantas veces al infeliz de Elian, pero podría jurar que estuvo lejos de sentirlo como lo hizo conmigo.

Vuelvo a mirar con desdén la bañera blanca, aunque siento como clama mi nombre, respiro hondo. A la mierda, Ónix. Voy por los cubos de hielo y los tiro al interior, abro el grifo y el agua no tarda en chorrear, en fundirse con el hielo.

Me saco la playera frente al espejo y es como si en lugar de ver mi reflejo, viera el momento atrás; recuerdo mis labios sobre los suyos y mi mundo deja de girar, se detiene por completo... Una parte de mí se odia por perder el control y la otra, quiere regresar y hacer lo mismo... Para que luego me pese y desee odiarme.

Me desvisto y seguido sumerjo el cuerpo entero debajo del agua helada, estoy tan acostumbrado a los mordiscos del hielo que ya no puedo vivir sin la sensación, caricias que muerden mi piel y encienden la sangre de mis venas.

Tener la cabeza hundida en el agua me hace caer en una especie de pausa de tiempo:

La imagen de Casandra Skadi aparece distorsionado, marcando una sonrisa burlona y susurrando que me ama, pero luego la imagen se reemplaza por el recuerdo del soldado Velkhan Campbell cuando recibimos nuestras dog tags y fragmentos de momentos que ya no volverán, la imagen da un giro cuando aparece Milena, volcando mis pensamientos. Mi mente empieza a jugar una película de fotografías y palabras, tan rápido que el oxígeno guardado se me acaba y no tengo de otra más que sacar la cabeza del agua. Respirando dolorosamente.

¿Que dirían Guillermo y Margaret si se enteran que Ónix Cromwell se enamoró de su hija? Siento mil serpientes en el estómago; trago aire y sumerjo otra vez la cabeza.

No quiero dañar a Milena, no quiero jugar con ella. Sé perfectamente que me ama y ahora no sé si yo también puedo ocultarlo, pero de una cosa estaba seguro: habían muchas de por medio, aparte de ella y yo.

***

Al día siguiente noto como se crea un bache enorme entre nosotros. Y sin embargo, decido no darle la importancia —pasar de lo sucedido — egoístamente me concentro en los asuntos y a ella la dejo fuera de mi jodida cabeza.

—¿No seguiremos con las clases de armas? —pregunta de forma natural, alterando toda mi mañana.

Ya le había enseñado lo básico, no necesitaba saber más.

—No —digo de manera seca, mientras recargo la Heckler que llevo a todas partes en mi pantalón—. Necesito estar en la Base, solo pediré una cosa —cruzamos nuestras miradas, solo que la mía es glacial—. Quédate en casa y evita las estupideces.

BALAS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora